Sigmund Freud. Foto: Max Halberstadt.

Sigmund Freud. Foto: Max Halberstadt.

Ensayo

'Deshacerse del padre' con Freud: un ensayo sobre el declive paterno y la crisis de la autoridad

Ramón Echevarría se detiene en el padre del psicoanálisis, Otto Rank y Anaïs Nin para radiografiar una cultura marcada por el hedonismo y la transformación de la familia.

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Érase una vez una Cultura que, a pesar de velar las desigualdades materiales de sus sociedades, permitía su reproducción por sus exigencias de mediación y esfuerzo, así como por una jerarquía de autoridad. Un día, sin embargo, todo lo sólido se desvaneció en el aire.

Deshacerse del padre

Ramón Echevarría

Herder, 2025. 384 páginas. 30,40 €

El hedonismo, la indisciplina ante toda norma, una desinhibida predisposición a la expresividad emocional o una voraz inclinación al consumo y a la autorrealización personal en el mercado habrían consolidado este supuesto ocaso civilizatorio.

Dicho de otro modo: en el tránsito del viejo Sujeto a la ofensiva del individualismo de masas, nuestra Cultura posedípica –sigo con mayúsculas– habría terminado cediendo el trono a una nueva subjetividad. Prometeo, confrontado a la resistencia de la naturaleza y el Principio de Realidad, habrían sido desbancados por Narciso y su Principio de Placer. Y Edipo en crisis.

¿Les suena este relato? Podemos encontrarlo a izquierda y derecha en las últimas décadas y es un diagnóstico que ha sido, sobre todo, popularizado por la tradición psicoanalítica, con sugerentes matices críticos, desde Freud a Lacan.

Aupado sobre esta línea de trabajo analítico, Ramón Echevarría (Barcelona, 1955), doctor en Medicina, psiquiatra y psicoanalista, que ya abordó en un ensayo anterior publicado en Chile (UDP), El anillo de Otto Rank, problemas similares, busca clarificar el problema de este declive paterno a la luz de un magnético e interesante triángulo: Otto Rank, Anaïs Nin y Freud, quien había regalado al primero un simbólico anillo, expresión de su vínculo paterno-filial e intelectual.

El ensayo de Echevarría, a caballo entre el análisis literario y la práctica clínica, puede resultar atractivo y ameno a un lector no necesariamente familiarizado con la temática psicoanalítica y toca no pocas cuestiones cardinales vinculadas con la pregunta de cómo aprendemos de los dolores de la vida, cómo nos individualizamos en relación con ese cordón umbilical que es la familia, cómo se construye la identidad y la autoconfianza desde el amor y a qué precio decimos la verdad sobre nosotros mismos.

No es el menor mérito de estas páginas regresar a un vínculo, el de Freud con Rank, el “hijo rebelde”, que resuena en nuestros días en virtud de las profundas mutaciones que está experimentando la familia tradicional y el desplazamiento del anterior sentido de la autoridad y modelo de identificación crítico.

No olvidemos además que, como recuerda Echevarría, citando a M. Recalcati, “donde hay conflicto hay reconocimiento de la alteridad, hay encuentro con la imposibilidad de reducir el otro al semejante”.

Como bien estudió la Escuela de Frankfurt, la capacidad del hijo de resistir –y confrontar– cualquier tipo de autoridad, así como las presiones socioculturales, tiene como primer banco de pruebas la relación con el padre. Por ello una “buena autoridad” del padre no solo oprime al hijo, también puede fortalecerlo. “Uno aprende a rebelarse frente al padre”.

A caballo entre el análisis literario y la práctica clínica, el ensayo de Ramón Echevarría resulta atractivo y ameno

Es sabido cómo las diferencias en torno a la publicación de El trauma del nacimiento desencadenaron un conflicto con el “padre” que terminó en ruptura y con el hijo “nietzscheano” desligándose del movimiento psicoanalítico y apoyando una psicoterapia de la voluntad.

¿Se puede decir que Freud presenta al padre como la fuente de toda autoridad y, por lo tanto, también como la clave de cualquier normatividad?

La cuestión es más compleja, como verá luego Lacan: no es que Freud reduzca todo a las relaciones domésticas con el padre y la madre, sino que les priva de sus roles “naturales” y los presenta como funciones cargadas de conflicto estructural e inestabilidad.

Es decir: Freud percibe la función del padre y sus vicisitudes precisamente en el momento en que esta visión tradicional ha perdido históricamente su influencia. ¿Qué hubiera visto hoy?