Image: Sacando consecuencias. Una filosofía para el siglo XXI

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Ensayo

Sacando consecuencias. Una filosofía para el siglo XXI

Jesús Zamora Bonilla

30 marzo, 2018 02:00

Jesús Zamora Bonilla

Tecnos. Madrid, 2017. 232 páginas, 17,50 €

La muerte de Jacobo Muñoz hace un mes puso fin a una de las aventuras filosóficas más determinantes de las últimas décadas. El Cultural publica hoy, a modo de homenaje, la última crítica que nos envió el profesor Muñoz.

Pocos ámbitos de la reflexión y del saber tienen un pasado tan rico como los tradicionalmente acogidos bajo el rotulo de Filosofía. Nada mas lógico, pues, que el recurso a sus clásicos en busca de modelos, de criterios o de conceptos. Tal vez por ello muchos confunden la Filosofía como tal con su historia. Contra esta confusión se pronuncia Jesús Zamora Bonilla (Madrid, 1963) en esta obra. Por una parte, con su recomendación de "Tomarse con escepticismo la exagerada diferencia que en ciertos ámbitos de la filosofía se tiene hacia los textos de los actores pasados, textos que con frecuencia son considerablemente herméticos incluso para cualquier actor medianamente culto". Y, por otra, con su propio libro, que puede ser asumido como un manifiesto filosófico que abre caminos al filosofar mismo.

Porque de eso se trata: para nuestro autor, la Filosofía, entendida como "Crítica Racional" cuya función principal es "ayudarnos a entender qué pensamos destacamente cuando pensamos lo que pensamos" no es un saber alzado sobre un punto arquimédico desde el que mover el mundo, sino una actividad. Así entendida, "la Filosofía es un tipo de reflexión más abstracta que otras, pero no en el sentido de que sus objetos sean más abstractos de por sí, sino en el de que no se preocupa tanto de averiguar qué cosas son verdades y cuáles son falsas, sino de cómo funcionan los conceptos con los que intentamos comprender esas cosas".

Con todo, nuestro autor coincide con las grandes filosofías de la historia en el recurso, en el proceso de su construcción, a algunos, pocos, conceptos fundamentales y así, si Ortega trabajó con los conceptos de razón y vida, pongamos por caso; Sartre lo hizo con el de existencia; Marx, con el de trabajo y Heidegger, con los de ser y ente, Zamora Bonilla privilegia las nociones de consecuencia, de relaciones y normas de inferencia, de redes referenciales y de campos inferenciales.

Para Zamora Bonilla vivir es ir sacando consecuencias, lo que significa que los seres vivos son seres capaces de extraer las consecuencias que para ellos resulta apropiado pensar en cada caso, del mismo modo que pensar no es tanto asociar como inferir unos pensamientos a partir de otros. A ello hay que unir la capacidad por parte de dichos seres de asociar ciertas palabras con ciertas experiencias, en el bien entendido de que este asociar ciertas experiencias con frases, y unas frases con otras, solo son extremos de una complejísima red de relaciones de inferencia. Una relación, la de este asociar y referir, que puede -y debe- ser considerada también como una relación de consecuencia. Entre los supuestos de este enfoque están el que las normas de inferencias a las que nos sentimos sujetos "son el modo como se despliega ante nosotros el signifi- cado de los conceptos". Así puestas las cosas, queda claro que la razón, lejos de ser un nexo con un ámbito puro de verdades absolutas no es sino "una capacidad biológica más tan maravillosa y tan falible como cualquiera de las otras". Las redes inferenciales, por último, "no están organizadas de modo jerárquico..., sino que hay algunos conceptos que son más generales que otros y algunas normas de inferencia pueden ser deducibles a partir de otras", aunque lejos del sueño de un "orden de generalidad" absoluto.

Desde estos supuestos el autor completa su tarea con una vigorosa reformulación de los conceptos tradicionalmente considerados como "Filosóficos", entre ellos los de conocimiento, ciencia, alma, existencia, verdad, libre albedrio, ateísmo o justicia. Conceptos que para Zamora Bonilla no tienen, contrariamente a lo sustentado por escolásticos, fenomenólogos y hermeneutas, nada de antropológicos, sino que son "nuevas herramientas terminológicas mediante las que podemos comunicarnos y pensar de modo más flexible". Todo ello conduce a una cerrada crítica de la metafísica "especulativa", al hilo de la que el autor hace pensar en su proximidad a corrientes actuales como las representadas por la Filosofía postanalítica o el neopracmatismo y a cierto materialismo. Por ahí debería discurrir la polémica que este libro motivaría si nuestro medio Filosófico fuera más dado al debate.