Image: Muere el filósofo Jacobo Muñoz

Image: Muere el filósofo Jacobo Muñoz

Letras

Muere el filósofo Jacobo Muñoz

23 febrero, 2018 01:00

Jacobo Muñoz

Filósofo, traductor y crítico de El Cultural, Jacobo Muñoz ha fallecido en su casa de Madrid a los 75 años. Maestro de tres generaciones de pensadores, sus líneas de investigación fueron la teoría del conocimiento, el marxismo y la teoría crítica, así como la filosofía contemporánea.

"Este mundo en el que vivimos podría ser extraordinario si ensamblara de otra manera todas sus disposiciones y elementos. Pero no lo hace", aseguraba el filósofo Jacobo Muñoz (Valencia, 1942-Madrid, 2018) en una conversación mantenida en El Cultural con Javier Gomá al hilo de su libro Ejemplaridad y resistencia (2013). Un ejemplo ilustrativo del espíritu crítico del que siempre hizo gala este maestro de filósofos, uno de los grandes conocedores del pensamiento del siglo XX, que ha fallecido esta noche en su casa de Madrid a los 75 años.

Tras comenzar sus estudios universitarios en su Valencia natal, Muñoz se trasladó a Barcelona en 1968 para terminar la especialidad de Filosofía. Es allí donde conoce a Manuel Sacristán, con quien mantendrá una estrecha colaboración durante toda la década de los setenta, y a Emilio Lledó, catedrático de Historia de la Filosofía en la Universidad de Barcelona. Este último le nombrará ayudante en 1969 y dirigirá su tesis doctoral Ludwig Wittgenstein y la Filosofía Analítica del Lenguaje, defendida en 1973.

Sobre su figura, el también desaparecido Eugenio Trías, considerado por muchos como la más preclara inteligencia hispánica desde Ortega y Gasset, escribía que "de procedencia y tradición arraigada en el pensamiento crítico, Jacobo Muñoz ha sido un seguidor minucioso de los avatares del mejor marxismo filosófico, especialmente el que asociamos a la Escuela de Frankfurt y a su Teoría Crítica; pero es también un conocedor excelente de Wittgenstein y de los distintos escenarios del "giro lingüístico" que imprime a la filosofía del siglo XX", ahondaba el filósofo. "Quizás estos han sido los ejes principales de su orientación reflexiva, pero el mérito mayor de Muñoz ha consistido en abrirse al conocimiento y a la reflexión de otras tendencias del pensamiento que, a través de encrucijadas laberínticas, acaban dándose cita con las referidas: Nietzsche, Heidegger y las derivas en torno al nihilismo; o bien todas las complejas tramas del estructuralismo lingüístico, con su teoría del signo que fecunda el amplio espectro de las ciencias humanas (Levi-Strauss, Lacan), y las formas críticas de rebasarlo por parte de los posestructuralistas".

Desde joven tuvo intereses literarios y especialmente poéticos. En 1960, con tan solo 18 años, fundó La Caña Gris, una publicación que, pese a sus dos años de corta existencia, contó con firmas del orden de Juan Gil-Albert, José Agustín Goytisolo, Jaime Gil de Biedma o José Ángel Valente, entre otros. Por aquella época fundó la librería Lauria, conocida por la difusión clandestina de libros prohibidos por el franquismo. Ya a mediados de los setenta, radicado en Barcelona, se hizo cargo de la dirección editorial de Grijalbo, promoviendo una gran labor de traducción de textos clave del marxismo.

En 1976 se involucra en la creación del Colectivo Crítica de Barcelona, donde colaborarán entre otros Antoni Domènech, Rafael Grasa, Manuel Cruz o Gerard Vilar. De este colectivo salieron muchos de los fundadores de la revista Materiales, de la que Jacobo Muñoz fue editor, lo que le impulsó a crear una editorial homónima donde se publicaron libros de autores como Foucault, Marcuse, Negri o Marx.

También él mismo destacó notablemente a la hora de volcar su propio análisis de la filosofía. En la crítica hecha a su libro Filosofía de la historia (2010), Manuel Barrios Casares argumentaba que "es una lástima que Jacobo Muñoz, responsable de una amplia labor no sólo como editor y traductor de textos de pensadores contemporáneos, sino también como promotor del trabajo de jóvenes investigadores, no se haya prodigado más en este tipo de creaciones más personales". Para el crítico, "libros como Lecturas de filosofía contemporánea o Figuras del desasosiego moderno son aportaciones que testimonian su dominio de una prosa filosófica elegante, cuidadosa tanto de la precisión conceptual como de la claridad expresiva".

En 1979 obtuvo un puesto como profesor en la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid, y en 1983 accedió a la cátedra. En dicha facultad promovió la creación y dirigió el Departamento de Teoría del Conocimiento e Historia del Pensamiento.

En su pensamiento más actual, Muñoz aunaba una reformulación del pasado con una feroz crítica social a la vez que pensaba en cómo mejorar el futuro. "El modelo de ciudadano de la Ilustración era limitador pues su figura era el varón, blanco, propietario y económicamente autónomo. Mi apuesta por una nueva Ilustración sería desbordar esos límites. Conseguir una sociedad justa en la que coexistan la búsqueda del lucro y la justicia. Pensemos por qué fracasó en parte, no toda, aquella Ilustración". También reconocía el pensador los límites de su disciplina, imposible de definir, pues "Por las mallas del concepto siempre se escapan chorros de realidad. La filosofía es mansión de muchas moradas. Una función fundamental de la filosofía es la construcción de mapas de la realidad. Pero el intento de convertir esos mapas en sistemas cerrados es un intento histórico que nosotros no podemos asumir".

Además de su faceta de pensador, Muñoz tradujo y prologó decenas de libros de filosofía de autores como Kant, Marx, Wittgenstein, Adorno, Horkheimer, Heidegger, Lukács... y también de literatura, textos de Thomas Mann, Goethe, Musil o Böll, entre otros. En el ámbito académico fue asimismo uno de los mayores directores de tesis doctorales en España, llegando a superar la veintena, entre las cuales se encuentran las de filósofos tan reconocidos como José Luis Pardo o Felipe Martínez Marzoa.

Entre los numerosos libros, artículos, traducciones y compendios publicado a lo largo de su trayectoria, destacan entre sus obras más recientes: Figuras del desasosiego moderno: Encrucijadas filosóficas de nuestro tiempo, (2002); Diccionario de Filosofía, (2003); Filosofía de la historia: origen y desarrollo de la conciencia histórica, (2010); Marx, (2012); Filosofía y resistencia, (2013) o El ocaso de la mirada burguesa (2015).

Sobre este último volumen, opinaba en El Cultural Germán Cano, asegurando que "en la orientación filosófica de Muñoz, más versátil que en otros miembros de su generación, y más escéptica respecto a cierto academicismo de la "cultura superior", va a desempeñar un papel más fundamental otro tema: el ajuste de cuentas "psicológico", en terminología nietzscheana, con el nihilismo". Ahí nace para el crítico "su recurrente viaje a lo que el viejo Lukács llamaba el Hotel Abismo. La insistente atención de Muñoz desde entonces a autores "decadentes" como Schopenhauer, Leopardi, Nietzsche, Kafka, Beckett, Gide, Mann, Musil o el último Horkheimer le lleva a explorar otra modulación trágica de lo ocurrido, pero ya no desde cierto contacto heterodoxo con los valores utópicos de la religión, como hicieron otros compañeros de viaje, sino desde una honrada acentuación de la reflexión cultural y la crítica ideológica".

Jacobo Muñoz ejerció un magisterio sobre tres generaciones de filósofos españoles que fue reconocido en 2012 en unas jornadas de homenaje en la Complutense de Madrid que recogidas en el libro colectivo Constelaciones intempestivas. En torno a Jacobo Muñoz (2015). El volumen, coordinado por Germán Cano, Eduardo Maura y Eugenio Moya, recorre el itinerario intelectual del pensador en sus múltiples facetas, desde la epistemología hasta la crítica literaria, pasando por la filosofía política y la teoría crítica. Participaron en el acto Vicente Sanfélix, Ángeles J. Perona, José Luis Moreno Pestaña, Francisco Vázquez, Sandra Santana, Manuel Cruz, Carlos Berzosa y Pedro Chacón. Un homenaje justo y necesario.