Image: Adorno-Scholem. Correspondencia (1939-1969)

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Ensayo

Adorno-Scholem. Correspondencia (1939-1969)

Theodor W. Adorno y Gershom Scholem

1 septiembre, 2017 02:00

Theodor W. Adorno

Traducción de Martina Fernández Polcuch y Graciela Tellechea. Eterna Cadencia. Buenos Aires/Madrid, 2017. 544 páginas, 24,30 €

Apenas habían intercambiado cuatro cartas durante el año anterior, cuando el 8 de octubre de 1940 Theodor W. Adorno (1903-1969) [en la imagen] escribió a Gershom Scholem (1897-1982) comunicándole que el gran amigo de ambos, Walter Benjamin, se había quitado la vida unos días antes, en Portbou, al creer que su intento de cruzar la frontera franco-española para escapar de los nazis estaba condenado al fracaso. El filósofo de la Escuela de Frankfurt y el estudioso de la Cábala y el misticismo judío, hasta entonces distantes por carácter y orientación ideológica -marxista el uno, sionista el otro - se vieron abocados a plasmar en las cartas cruzadas entre ellos a lo largo de treinta años, hasta la muerte de Adorno, un sostenido ejercicio de duelo y homenaje en memoria del amigo desaparecido. Toda esta correspondencia, publicada por primera vez en Alemania en 2015, en una edición anotada de modo espléndido, es la que ahora se reproduce en castellano.

Probablemente fue el tratamiento tan polifacético que Benjamin supo conferir siempre a sus escritos, en los que marxismo y judaísmo, filosofía de la historia y teología, crítica de la cultura y de las ideologías se mezclan sin solución de continuidad, lo que posibilitó ese inesperado punto de encuentro entre estos dos hombres, atraídos por la genialidad de su colega. Al principio se acercaron el uno al otro abrumados por la pena compartida. Las terribles experiencias que, como judíos alemanes, les tocó vivir durante la Guerra Mundial acentuaron su afinidad. Y así, poco a poco fueron consolidando una verdadera amistad personal e intelectual. Interesados en comprender lo que supuso el trasvase de los contenidos de las antiguas visiones monoteístas del mundo a la dinámica secularizadora de la modernidad, los dos acabaron transitando en paralelo hacia una firme independencia respecto a la fe de los inicios, ya fuese ésta materialista o judaica: conforme más se distanciaban de idearios preconcebidos, más sintonizaban entre sí.

Con el traslado de Adorno a Alemania a comienzos de los años 50 se intensificó su intercambio epistolar, motivado fundamentalmente por el propósito de recuperar el legado de Benjamin y publicarlo. Resulta interesante comprobar a este respecto cómo las reticencias de Adorno ante la forma de composición del material para la Obra de los Pasajes, escondido durante la guerra en la Biblioteca Nacional de París por Bataille, no le impidió ser sumamente escrupuloso a la hora de establecer los criterios de edición. Capaz de presionar sin descanso a una editorial como Suhrkamp para publicar las cartas y escritos de Benjamin, en cambio siempre observó un profundo respeto por el legado filosófico del amigo. Tanto él como Scholem contribuyeron en gran medida con sus recuerdos, con su propia interpretación, a componer y difundir la imagen pública de Walter Benjamin. Pese a ello, Adorno no dejaba de sorprenderse del "aura" de fascinación creada en torno a Benjamin entre sus nuevos lectores ya a mediados los sesenta, como si fuese algo ajeno por entero a su propia labor.

Así fue cómo ambos forjaron una estimulante complicidad, que les llevó a sincerarse en sus juicios sobre otras figuras cercanas a Benjamin: por ejemplo sobre Bertolt Brecht, cuyo "marxismo vulgar" los dos deploraban, considerándolo una mala influencia en algunas de las tesis benjaminianas; o sobre Hannah Arendt, a la que pronto apartaron del proyecto editorial, recelosos de su obsesión por defender a Heidegger frente a ataques reales o figurados, que ella suponía instigados por Adorno.

Pero, además, estas cartas acumulan valiosas referencias a una extensa nómina de destacados representantes de la generación de intelectuales judíos alemanes huidos del nazismo: Horkheimer, Bloch, Marcuse, Löwenthal, Fromm, Kracauer, Plessner, Buber, etc. Y, sobre todo, contienen un esclarecedor diálogo sobre la situación posterior de los judíos en Alemania. Conforme se fue completando el trabajo de edición del corpus benjaminiano, ganaron protagonismo en temas como el de la elaboración del pasado desde la óptica de los exiliados o el cuestionamiento de la presunta simbiosis judío-alemana en la inmediata posguerra.

Documento histórico esencial del rescate del legado de Walter Benjamin, la edición de esta correspondencia entre Adorno y Scholem también constituye, por tanto, el testimonio imprescindible de dos de los mayores teóricos de posguerra a la hora de denunciar las dificultades de una vida judía normalizada tras el Holocausto. Manuel Barrios Casares