Ensayo

El banquete de los genios

Manuel Hidalgo

28 junio, 2013 02:00

Buñuel con Mulligan, Wyler, Wise, Carriére, Wilder, Hitchcock y Cukor, entre otros

Península. Barcelona, 2013. 288 páginas, 19'90 euros


A Luis Buñuel se puede llegar a través de muchos caminos, si es que en realidad hay alguno que permita adentrarse -con suficiente visión panorámica y con la agudeza que reclama semejante objeto de estudio- en una personalidad y en una obra tan vastas, tan poliédricas y tan desplegadas en un arco temporal tan extenso, que va, cuanto menos, desde el ocaso de los años veinte (Un perro andaluz) hasta finales de los setenta (Ese oscuro objeto del deseo), si es que esa visión se limita estrictamente a su itinerario fílmico, lo que a su vez dejaría fuera otras relevantes facetas de su existencia.

Quizás por esta dificultad intrínseca, quizás fascinado por los ecos y resonancias que despertaba en su imaginación y en su memoria cinéfila una famosa fotografía, Manuel Hidalgo (Pamplona, 1953) decide aislar esa imagen, rodearla, radiografiarla y exprimirla para buscar a Buñuel entre los pliegues del suceso capturado por dicha instantánea, bien conocida por todos los aficionados al cine: aquella que inmortaliza al cineasta de Calanda rodeado, nada más y nada menos, que por Robert Mulligan, William Wyler, Robert Wise, Jean-Claude Carrière, Serge Silberman, Billy Wilder, George Stevens, Rouben Mamoulian, Alfred Hitchcock y George Cukor, anfitrión de la comida-homenaje que aquellos gigantes del Hollywood clásico ofrecieron al realizador español en noviembre de 1972.

"El deseo de fijar algo en una imagen es el deseo de evitar su desaparición, su deterioro...", decía Atom Egoyan. Y quizás también este peculiar experimento narrativo en forma de libro, que se mueve con audacia y a la vez con saludable falta de prejuicios entre la investigación historiográfica, la cinefilia evocadora, la crónica periodística y la divulgación culta, obedezca al deseo de combatir la desmemoria en torno a determinadas facetas de un cine y de unos creadores que ahora, a los ojos de las nuevas generaciones, parecen tan lejanas en el tiempo. Hidalgo fija esa imagen y se adentra en ella para rescatar datos, aventurar hipótesis, proponer retratos, trazar provechosas relaciones entre los cineastas allí retratados y, al compás de todo ello, bucear en busca de pistas que, como si fueran sucesivas capas de una cebolla nos permitan conocer algo mejor, o algo más, de la siempre inabarcable y contradictoria personalidad buñueliana.

En el centro de esos círculos, casi a modo de McGuffin hitchcockiano, se insertan cuatro capítulos utilizados por el autor para desglosar, de forma prolija y minuciosa, el argumento entero -secuencia a secuencia- de El discreto encanto de la burguesía, el filme de Buñuel cuya exhibición en el Festival Internacional de Los Ángeles dio lugar, precisamente, a la famosa comida (el ‘banquete de los genios' que da título al libro) en la que se tomó la fotografía en cuestión. Es la opción más discutible, y la que peor encaja, dentro de una estructura que enriquece el itinerario y propone nuevas conexiones a medida que los restantes capítulos -la mayoría de ellos dedicados a cada uno de los comensales retratados- se adentra no solo en la personalidad de los cineastas allí reunidos, sino también en la de otro invitado que ya se había ido cuando se tomó la foto (John Ford) y hasta de uno más (Fritz Lang) que no pudo asistir debido a su mala salud.

La prosa de Hidalgo es directa, clara y concisa. Evita casi siempre las subordinadas, las frases son cortas y los párrafos van al grano de lo que deben contar. Es la buena herencia de la práctica periodística, lo que acaba por generar un relato que avanza con rapidez, sin entretenerse en lo accesorio y buscando siempre las circunstancias relevantes o los vínculos que acaso pudieran iluminar zonas ocultas del universo buñueliano, sin limitarse por ello a proponer una fría enumeración de hechos o datos, aunque ambos abundan y ayudan lo suyo en la tarea. Deliberadamente desprovista de referencias y notas a pie de página (para hacer más fluida la lectura), la investigación reconoce respetuosamente sus deudas con trabajos anteriores y consigue, pese a cierto mecanicismo en su articulación, proponer un puzle sugestivo que se suma, con solvencia, a las muchas radiografías que componen ya la bibliografía en torno a Buñuel.