Image: El amor en la Roma antigua

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Ensayo

El amor en la Roma antigua

Pierre Grimal

19 julio, 2000 02:00

La aparición de un sistema dinástico en el imperio favoreció el prestigio de la mujer, madre de los emperadores, capaz de influir en las decisiones políticas, sobre todo cuando estas se referían a las cuestiones internas

Paidós. 2000. 352 páginas, 2.900 pesetas.EL ALMA ROMANA. Espasa. 204 páginas, 2.700 pesetas. LA CIVILIZACIóN ROMANA. Paidós. 336 páginas, 2.700 pesetas

La mayor virtud de la obra de Grimal es la penetración en los aspectos de la vida cotidiana, en la confrontación entre campo y ciudad, tanto en las prácticas diarias como en los escenarios en que se desarrolla, en las diferencias entre Roma y las ciudades provinciales

Pierre Grimal ha sido durante muchos años catedrático de Literatura latina de la Universidad de la Sorbona y ése es el campo donde brillan con más luz sus trabajos de investigación. Como latinista ha sido también un excelente maestro. Desde muy pronto, las editoriales españolas y latinoamericanas han emprendido la traducción de sus libros y también tuvo gran difusión su Diccionario de mitología griega y romana (Labor, 1965).

Tal vez la característica principal de la obra de Grimal ha de buscarse en su carácter de filólogo clásico en el sentido más pleno de la palabra, el que se refiere al estudio de las lenguas clásicas como vehículo para el conocimiento totalizador de las civilizaciones que las respaldan. Por ello, se convierte en un auténtico historiador de la civilización, en su aspecto amplio heredado de la Ilustración, que permite comprender en su totalidad las manifestaciones de la cultura humana. Por ello, La civilización romana, que en su primera versión de 1964 se incluía en la colección de Las grandes civilizaciones (Juventud), responde a esa corriente que en los años 60 se hizo dominante, con la inspiración renovada derivada de la escuela de los Annales, y que incluía todos los aspectos de la vida romana. Así, a partir de la filología se integra en las corrientes renovadoras de la historia.

De este modo, la llamada historia de los acontecimientos queda relegada a un capítulo y es tratada con bastante superficialidad. Se busca más lo permanente. En esto vuelve a enlazar con las raíces filológicas del clasicismo del siglo XIX, donde la antigöedad era a veces concebida como un todo en cierta medida ajeno a los cambios históricos. Importa más bien "el alma colectiva de Roma", que se manifiesta de modo similar a lo largo de los tiempos, a pesar de que su historia se extienda al menos desde el siglo VIII a.C. hasta el V d. C. Dentro de este planteamiento, la obra está llena de ideas sugerentes, que se resumen en capítulos de agradable lectura acerca de temas normalmente difíciles, como el derecho o las magistraturas, las características de la lengua latina, que se acompañan de afirmaciones no siempre fáciles de aceptar, como la que responde a las "tendencias profundas de la raza", las peculiaridades de la literatura en relación con los modelos griegos. Un aspecto especialmente digno de destacarse es el que se desarrolla en la tercera parte, Roma familiar. Ahí es donde se presenta lo que es habitualmente la mayor virtud de la obra de Grimal, la penetración en los diferentes aspectos de la vida cotidiana, en la confrontación entre campo y ciudad, tanto en las prácticas diarias como en la arquitectura y, por tanto, en los escenarios en que aquélla se desarrolla, en las diferencias entre Roma y las ciudades provinciales, en la vida de los libres, los libertos, los esclavos.

Por ello resulta también especialmente digno de tenerse en cuenta el libro El amor en la Roma antigua, que tuvo también una versión anterior en 1963. Aquí el autor parte de la ambigöedad de las relaciones de los romanos con el amor, hecho sin duda derivado de la especial posición de la mujer en la antigöedad en general y las específicas formas de trato que se configuraron en la Roma imperial a partir de los precedentes republicanos. Ello crea diferencias en relación con la Grecia clásica y el resto de la antigöedad, pero no desde luego como para que pueda hablarse de emancipación en ningún sentido. Grimal sabe que las mujeres están presentes siempre por las necesidades de los hombres, para nacer y para reproducirse, pero dentro de un mundo que ya ofrece una gran complejidad en las relaciones humanas, que permite hablar de explotación de esposas y esclavas, pero también de espiritualidad amorosa, inspiración de una importante parcela de la literatura latina. Además, la aparición de un sistema dinástico en el imperio favoreció el prestigio de la mujer madre de emperadores, capaz por ello de influir en las decisiones políticas sobre todo cuando éstas se referían a las cuestiones internas de la casa imperial.
El libro más reciente de los comentados es El alma romana, una serie de reflexiones realizadas sobre la ficción de un diálogo entre el emperador Marco Aurelio en su juventud y su preceptor el orador y filósofo Frontón. Grimal asume así la visión del mundo de los intelectuales representativos del poder en la Roma imperial, en el momento justo en que peligra la estabilidad de lo que se llamó Edad de Oro de los Antoninos para dar inicio al periodo que responde al concepto historiográfico de Crisis del Siglo III. Sobre esta base el autor trata los temas de la Roma eterna, de la vocación intelectual de los romanos, sólo arrastrada a la vida militar y al imperialismo por las necesidades derivadas de las presiones externas, de la ciudad de Roma como reflejo perenne de su historia, como monumento especular de la solidez del imperio, del poder personal como simple vértice de una red de relaciones clientelares justificadas en la misma naturaleza humana. Grimal, historiador de la civilización, es al tiempo un clasicista, de aquéllos que se identifican con los clásicos hasta el punto de referirse a la civilización romana desde dentro, con una fuerte capacidad de penetración que les impide mantener el distanciamiento del que derivaría una visión enfocada a través del espíritu crítico. El dilema de la distanciación o la identificación con su tema por parte del autor está aquí presente, en un campo literario que es historiográfico y filológico.