Ensayo

Los señores del aire

Javier Echevarría

28 noviembre, 1999 01:00

Destino. Barcelona, 1999. 492 páginas, 2.500 pesetas

En Telépolis la guerra y la violencia son virtuales: para derrotar al enemigo basta con destruir sus redes de telecomunicación. El trabajo se puede hacer a distancia desde la propia casa, convertida, gracias a la telemática, en gran centro de comunicaciones

Hace cinco años Javier Echeverría (Pamplona, 1948) publicó un curioso e interesante libro titulado Telépolis. Un texto que venía precedido por un artículo aparecido en 1992 en la revista "Claves de la razón práctica" en el que se planteaban las consecuencias del uso creciente de la informática y de las redes de telecomunicación en las personas y en el conjunto de las sociedades desarrolladas. La idea que vertebraba el volumen partía de lo ya escrito en 1992 ahondando en los cambios sociales producidos como consecuencia de las "tecnologías de teleconexión". En opinión del autor, a finales del siglo XX estaríamos entrando en un mundo en el que las naciones y los estados se irían diluyendo para re~ cristalizar en una especie de ciudad nueva llamada Telépolis.

Durante el tiempo transcurrido desde la aparición de Telépolis, Echeverría ha publicado dos interesantes libros universitarios, Filosofía de la Ciencia (Akal, 1995) e Introducción a la Metodología de la Ciencia (Cátedra, 1999), ha recibido el prestigioso premio Anagrama de Ensayo 1995 por Cosmopolitas modernos y en 1997 le fue concedido el Premio Euskadi de Investigación en Humanidades y Ciencias Sociales. Este mismo año ha visto la luz Sobre el juego (Destino, 1999) y la continuación de Telépolis, Los Señores del aire: Telépolis y el Tercer Entorno.

Esta segunda entrega se inicia con la consideración de un mundo organizado en tres entornos. El primero (El) y el segundo (E2), los que corresponden a las propiedades de la naturaleza y de la ciudad -"entorno urbano"- no dejan de recordar la visión de Norbert Elias de las relaciones entre el hombre y la tierra. El tercer entorno (E3) es el producto de, sobre todo, siete instrumentos del desarrollo industrial: el teléfono, la radio, la televisión, el dinero electrónico, las redes telemáticas, los multimedias y el hipertexto. Todo ello cristalizado en la red Internet que, en opinión de Echeverría, constituye "hoy por hoy (es) la expresión más desarrollada del tercer entorno" el cual es caracterizado como "una sobrenaturaleza que se superpone a otras modalidades de sobrenaturaleza existentes en E2, como las casas, las ciudades, las empresas y las instituciones". El espacio del tercer entorno es el aire, las ondas. Los vecinos de una casa no se comunican en el portal, el ascensor o las escaleras sino a través de los sistemas telemáticos y de la estructura semiótica del tercer entorno.

El tercer entorno, la ciudad global, electrónica, digital, preñada de tecnología, es sobre todo un producto de la mundialización y es, por tanto, multilingöe, transnacional y con tendencia a ocupar todo el planeta. En Telépolis la guerra y la violencia son virtuales: para derrotar al enemigo basta con destruir sus redes de telecomunicación. El trabajo se puede hacer a distancia desde la propia casa, desde el propio hogar convertido, gracias a la telemática, en gran centro de comunicaciones. Salir a divertirse con los amigos es "abrir el ordenador, dirigirse a un determinado lugar electrónico e interactuar allí con otros internautas". Todo se tiene en la telecasa, "conjunto de prótesis tecnológicas que permiten actuar en el tercer entorno a cualquier persona, sea física o jurídica". Telépolis, tal como la concibe Echeverría, no tiene Estado, no tiene territorio, se articula en un tejido de redes interconectadas.

Cuando Echeverría publicó Telépolis en 1994 -acaba de salir una edición de bolsillo- acertó con lo que ya se veía venir y lo que el paso de los años ha confirmado: el crecimiento de la red Internet aumenta en tamaño y prestaciones. Ahora bien, lo que ya no se ve por ningún lado es que, como él afirma, las últimas transformaciones tecnológicas estén cambiando, de modo radical, la mentalidad social o, dicho de otro modo, la vida cotidiana de las personas. Afirmar que en las sociedades avanzadas la cibercultura está impulsando el cambio desde la nación y el Estado hasta una nueva "polis" -"ciudad de la Tierra" en palabras del autorno se puede sostener sobre datos consistentes. Otra cosa es que tomemos los textos de Echeverría como el ejercicio de la construcción de una utopía, lo cual sería interesante pero no parece ser éste el caso.

En el País Vasco hay quien se plantea mutar la concepción de Euskal Herria por la de Euskopolis -red de ciudades vasconavarras y francesas- y ello se hace como si ahí estuviera la solución al problema vasco. Sin embargo, aún en el caso de entender que nación y Estado cambian bajo el empuje de las nuevas tecnologías, suponer que el movimiento es hacia la polis en lugar de hacia el Estado global es muy arriesgado. En un volumen tan denso y extenso, aunque sin apenas apoyo bibliográfico, el estilo de Echeverría, tan lleno de digresiones, apartados y subapartados dificulta la lectura y hace añorar la frescura de Telépolis.


Licenciado en Matemáticas, Doctor en Filosofía y Doctor de Estado en Letras y Ciencias Humanas, Javier Echeverría ha sido profesor de la Universidad Politécnica de Madrid y de la Universidad del País Vasco, así como investigador en París, Bruselas, Hannover, Chicago y UrbanaCham-' paign. En la actualidad, el autor de Telépolis es profesor de Investigación de Ciencia, tecnología y Sociedad en el Instituto de Filosofía del CSIC y Presidente de la Sociedad de Lógica, Metodología y Filosofía de la Ciencia.