De izquierda a derecha y de arriba abajo: Miriam Reyes, Lucía Solla, Laura Chivite, Ángelo Néstore, Inma Pelegrín, Blanca Lacasa, Jonathan Arribas, Xavier Guillén, Lana Corujo y Pilar Asuero

De izquierda a derecha y de arriba abajo: Miriam Reyes, Lucía Solla, Laura Chivite, Ángelo Néstore, Inma Pelegrín, Blanca Lacasa, Jonathan Arribas, Xavier Guillén, Lana Corujo y Pilar Asuero

Letras Lo mejor de 2025

Los mejores debutantes en novela de 2025: primeros pasos, huellas profundas

Óperas primas espléndidas sobre el desarraigo, la vida en la España rural, la juventud precaria, la muerte, el deseo y el amor.

Más información: Lucía Solla Sobral, autora de 'Comerás flores': "Buscaba la verdad que se esconde en la violencia invisible"

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Hace años que los críticos de El Cultural no se encontraban con una cosecha de debutantes tan interesante y atractiva como la de 2025.

Al éxito indudable de Comerás flores, de Lucía Solla Sobral, se suman espléndidas primeras novelas que hablan del desarraigo, de la vida en la España rural, de la juventud precaria, de la muerte, del deseo y del amor.

Mención especial merece el trasvase de ilustradores y poetas a la narrativa de primer nivel. Una lista en la que destaca la diversidad en los planteamientos de los autores –no es casual que el rango de edad sea más amplio que nunca–, pero sobre todo la audacia.

Miriam Reyes

La edad infinita
Tránsito

Galardonada con el Premio Nacional de Poesía 2025, Miriam Reyes (Ourense, 1975) debuta como narradora con esta crónica del desarraigo vista a través de los ojos de una niña de ocho años muy parecida a ella misma, que llega a Venezuela con su familia para enfrentarse a un mundo casi hostil y en crisis, no siempre acogedor y que le hace cuestionarse su propia identidad.

Multipremiada poeta (fue finalista del Hiperión y del Premio Tivoli Europa), confiesa que desde muy joven ha intentado escribir una novela "más o menos una vez por década. Creo que es natural querer explorar otras maneras de escritura y otros géneros. Ahora me gustaría intentarlo con el ensayo, por ejemplo".

"Creo que 'La edad infinita' realmente llega, mueve, transforma (y eso es más de lo que puedo desear)"

Vale la pena, sobre todo por los comentarios que está recibiendo de quienes leen La edad infinita: "Creo que realmente llega, mueve, transforma (y eso es más de lo que puedo desear)".

Escritora vocacional ("es mi proyecto de vida"), su estética narrativa es la misma que la poética: "'Que cada palabra lleve lo que dice / que se sostenga como un latido' (Rafael Cadenas) y 'desbrozar la parcela de la existencia que me ha tocado vivir para hacerla transitable para otras personas' (Maria Mercè Marçal)", subraya, con la misma sinceridad con que asegura que lee a los escritores de su generación y que Lara Moreno y Mariano Peyrou son dos de sus autores favoritos.

"Y fíjate que ambos han escrito narrativa, poesía y ensayo", apostilla. En cuanto a sus referentes en narrativa, destaca a Duras, Clarice Lispector, Némirovski, Fleur Jaeggy, Kristof, Beauvoir, Rosa Chacel, Mercè Rodoreda y María Negroni.

Laura Chivite

El ataque de las cabras
Random House

Ya nos avisó Ascensión Rivas al reseñarla: "Esta autora no se parece a nadie y ha compuesto una obra en la que mezcla la descripción de las relaciones humanas construida desde el realismo con un surrealismo que, en ocasiones, contiene trazas de fantasía".

Es además una novela de formación resultado de muchos años en los que Laura Chivite (Pamplona, 1995) estuvo escribiendo cuentos. "Creo que escribo un tipo de literatura que de algún modo siempre será de nicho, siempre será un poco rara, y me gusta que se entienda así y que a un puñado de personas les guste", dice.

"Creo en el poder de la ficción, y en la manera en la que al escribir soy todas las personas que habitan en mí"

Reconoce que ha ido descubriendo "poco a poco" que la narrativa podía ser su proyecto de vida: "Sí, durante mucho tiempo lo complementaba con otros trabajos y pensé que siempre sería algo secundario en mi vida, y de pronto un día me desperté y eso había dejado de ser así".

En cuanto a su estética, destaca que le gusta mucho el punto "en el que se encuentran la tragedia y el humor, lo triste y lo divertido, y construir historias a partir de esa intersección. Creo en el poder de la ficción y la imaginación, y en la manera en la que al escribir soy todas las personas que habitan en mí, soy todas a la vez. También, atiendo cada vez más a la belleza de las frases, a la estética, a la poesía, llámalo como quieras".

Cree que hay "escritoras y escritores buenísimos en mi generación, y me encanta el panorama literario que me rodea. Sin embargo, tengo una lista larguísima de libros de otras épocas o de mis escritores favoritos que aún no he leído, y reconozco que tiendo a leer más esos".

Inma Pelegrín

Fosca
Lumen

Fosca (Premio Lumen 2025) es "una singular novela de misterio en la que la intriga y el suspense mantienen intacta la atención del lector", según señaló Ascensión Rivas en la crítica publicada en esta revista. El título alude a la atmósfera arenosa que propicia el aire del desierto, por lo que normalmente corresponde a territorios ubicados al sur de la península ibérica.

Inma Pelegrín (Lorca, 1969), que había desarrollado su carrera como poeta (premios Gerardo Diego y Jaén de Poesía), se sirve de la fosca como metáfora para consignar la opresión del ámbito rural.

Lectora de Ginés Sánchez y David Uclés, que han insertado buena parte de las tramas de sus obras en entornos naturales, Pelegrín recoge multitud de detalles propios de la vida en el campo, resaltando la distancia con el trajín urbano. La prosopagnosia –incapacidad de reconocer los rostros– que padece el protagonista funciona como vector narrativo esencial de la obra, pues ensancha su trasfondo inquietante.

No en vano, en la "espléndida" Fosca, según la calificó Rivas, resuenan los ecos de El ruido y la furia, de Faulkner, pero también de La familia de Pascual Duarte, de Cela. Para la autora, la narrativa se ha convertido en "un destino", en tanto que "tiene algo de ineludible".

"Siento que los días que no consigo sacar tiempo para escribir son prescindibles, menos valiosos"

Y es que, dice, "los días que no consigo sacar tiempo para escribir, cuando voy a la cama siento que son días prescindibles, menos valiosos", asegura. Ángelo Néstore, incluida también en esta lista, es una de sus referentes. También Carmen Martín Gaite, Rosa Montero, Irene Vallejo, Miguel Ángel Hernández, Itziar Mínguez…

Blanca Lacasa

El accidente
Libros del Asteroide

La novela de Blanca Lacasa (Madrid, 1972) nos fascina porque captura el instante del enamoramiento. Es imposible que el lector no se reconozca en los furtivos gestos que uno hace para seducir sin que se le note, pero también se verá identificado en la desazonadora sensación del pensamiento obsesivo. "El formato de novela casi se me impuso", relata.

Curtida en el periodismo cultural y autora de literatura infantil, considera que su futuro como novelista pasa por "dar con la tecla que cada texto requiera". Lo ha logrado con su ópera prima, una nouvelle en la que apenas 80 páginas bastan para sentir con los protagonistas el delirio que supone una relación imposible.

"El formato de novela casi se me impuso. ¿El futuro? Pasa por dar con la tecla que cada texto requiera"

En su admiración por Annie Ernaux, que escribió sobre la compleja relación con su madre en Una mujer, está una de las claves de su celebrado ensayo Las hijas horribles (Libros del K.O., 2023), aunque también ha leído con interés a Carson McCullers, Shirley Jackson, Flannery O'Connor, Felicidad Blanc, Dino Buzzati, Gianni Rodari, Tomi Ungerer, Robert Walser, Gloria Fuertes, Marguerite Duras, Pia Pera, May Sarton, Edgar Allan Poe, Hervé Guibert, Albert Camus, Odon von Horvath, Agota Kristof, Cesare Pavese, David Sedaris, Anita Brookner...

Se identifica, además, con autores españoles de su tiempo como Carlos Pardo, Sabina Urraca, Marta Sanz, Berta García Faet, Estela Sanchis, Laura C. Vela, Laura Casielles, Irene Solá, Ana Flecha, Andrés Barba, Julia Viejo, Juan Vico, Belén Gopegui, Constantino Molina y Raquel Congosto. Y con sus compañeros de catálogo en Libros del Asteroide, Lucía Solla Sobral y Jonathan Arribas, escogidos también en esta lista.

Lana Corujo

Han cantado bingo
Reservoir Books

De Han cantado bingo se ha dicho que desafía la linealidad y explora las zonas grises de la infancia y la familia, en un relato sobre el duelo y la muerte. Para la ilustradora Lana Corujo (Lanzarote, 1995) escribirlo fue "un compromiso" consigo misma.

Y, a pesar de su éxito, no entiende la narrativa como un proyecto de vida: "Siempre me ha gustado la escritura como un espacio más libre, donde me puedo entregar torpe y curiosa. Tal vez por eso no la concibo como un destino cerrado. Quiero que siga siendo un lugar de exploración y de juego más que una carrera artística".

"Quiero que la escritura siga siendo un lugar de exploración y de juego, más que una carrera artística"

Su punto de partida son las imágenes que se van construyendo en su cabeza. "En ellas intento ser fiel a una voz que no busque explicarlo todo porque me fascinan los silencios y la carga narrativa que tienen. Me atraen los textos que avanzan por acumulación, por pequeñas escenas que sostienen un clima más que una trama tradicional".

Y dice más, que le interesa la verdad emocional más que la fidelidad a los hechos: "Agarro miedos o deseos y los pongo al servicio de la ficción. Me interesa escribir como una entrega al misterio, hacia ciertas experiencias que no he vivido pero que la escritura me permite nombrar".

Jonathan Arribas

Vallesordo
Libros del Asteroide

Jonathan Arribas (Zamora, 1997) tenía "un montón de preguntas" antes de emprender Vallesordo, con la que ha cautivado a la crítica. Su familia y las maneras de relacionarse de la gente en los pueblos donde se crio fueron los motivos que alumbraron una historia a ratos tierna, a ratos cruda, donde lo mismo asistimos al salvaje maltrato de un animal que al inocente gesto del irresistible Nico.

Desde la perspectiva del niño, el autor levanta un poderoso relato cuyo principal mérito es, según apuntó Santos Sanz Villanueva, "el logro de una representación emotiva y veraz de la soledad".

"Empecé a escribir por el sentido del humor y la belleza en los libros de Nabokov"

Nabokov fue el culpable de su primer impulso literario –"Empecé a escribir por el sentido del humor y la belleza de sus libros", confiesa–, y ahora pretende ser fiel a una consigna para que la narrativa sea su proyecto de vida: "Tener los ojos bien abiertos para ver lo que pasa a mi alrededor".

Tras estudiar Derecho en Salamanca, cursó un máster de escritura creativa en Madrid y residió en la Fundación Antonio Gala de Córdoba. De aquel periplo nace esta importante novela, probablemente sacudida por el impacto que en el autor causó la lectura de la nobel Olga Tokarczuk o Jane Bowles.

Ángelo Néstore

Leche cruda
Reservoir Books

"Heredamos una forma de narrar muy concreta, sostenida sobre todo por voces masculinas, blancas, occidentales y heterosexuales, que marcaban qué era una novela y cómo debía contarse una historia", recuerda Ángelo Néstore (Lecce, 1986), y precisamente contra esto se ha revelado.

Tras su desempeño en la poesía, tenía claro que con su primera novela iba a "celebrar lo extranjero", pero "cuando no se asimila a lo dominante". Así los personajes de Leche cruda: "una hija que, aun siendo políglota, nunca ha logrado comunicarse amorosamente con su madre; un cuerpo enfermo y mayor que ya no habla y solo canta; y una gata, un cuerpo no humano que se comunica fuera de cualquier idioma", explica.

"Heredamos una forma de narrar sostenida por voces masculinas, blancas, occidentales y heterosexuales"

La poesía, el ensayo, la música, lo físico y, por supuesto, el lenguaje habitan esta historia queer. "La escritura nace, crece y acaba siempre en una pregunta", desliza Néstore. Le interesa, en este sentido, las que se hacen Sara Torres, Pol Guasch, Alana S. Portero, Violeta Niebla o Carla Nyman.

Pilar Asuero

Las cabras
Altamarea

"Desde que tengo memoria la escritura para mí ha sido, más que un deseo, un imperativo, una voz que se repetía para mis adentros: 'debo escribir'. El problema es que no tenía claro el qué, hasta que migré y me enfrenté al desafío de mantener vínculos a la distancia. Las cabras nace de esa inquietud, y también de la necesidad de volver a mi lenguaje e intentar usar su aparente sencillez para hablar sobre temas más complejos, como el amor, la amistad, la familia, la identidad, el desarraigo".

Así explica la editora y escritora Pilar Asuero (Santiago de Chile, 1997) el origen de su novela, historia de la adaptación de una chica a su nuevo país con algo de autobiografía.

"Desde que tengo memoria la escritura para mí ha sido, más que un deseo, un imperativo"

Explica Asuero que le gusta buscar la literatura en lo cotidiano: "Me parece que ese aspecto lo plasma muy bien Virginia Woolf en Al faro, cuando la señora Ramsay piensa en su marido: 'Su inteligencia le sorprendía con frecuencia. Pero ¿se fijaba en las flores? No'. Con mi narrativa no solo busco fijarme en las flores, sino acicalarlas, montarlas en un gran ramo con un lazo y papel de seda y regalárselas a todas las lectoras que quieran compartir esa intimidad, esa belleza, conmigo".

Xavier Guillén

Arte de hablar
Ediciones del viento

Los poemas de Xavier Guillén (El Masnou, 1981) "se volvieron cada vez más narrativos", según cuenta él mismo, y sus inquietudes comenzaron a desbordar el género del verso, donde se había desempeñado hasta ahora. Imaginó una historia, la de un informático gris que acaba de ser contratado como directivo en una empresa tecnológica.

Un trabajo sin remunerar, aunque al protagonista de Arte de hablar no le importa. La trama es una coartada para reflexionar acerca del emprendimiento, la autoayuda y el modo en que las expectativas –a menudo ligadas al éxito laboral– determinan el estado de ánimo en el mundo contemporáneo.

"Vivir tranquilo ayudaría a hacer de la narrativa un proyecto de vida, pero se está poniendo imposible"

A propósito, nos habla de la narrativa como proyecto a largo plazo. "Vivir tranquilo ayudaría, pero se está poniendo imposible", dice el autor, que acaba de recalar en el género. En todo caso, "a veces la mejor narrativa no se encuentra en una novela", tercia Guillén, avezado lector de filosofía, pero también de Iris Murdoch y Milan Kundera. Eso sí, "la literatura siempre tiene que estar unida a la vida".