Javier Cercas saluda al papa Francisco. Al fondo, la portada de su libro 'El loco de Dios en el fin del mundo'. Diseño: Rubén Vique

Javier Cercas saluda al papa Francisco. Al fondo, la portada de su libro 'El loco de Dios en el fin del mundo'. Diseño: Rubén Vique

Letras

Por qué no habrá giro reaccionario en el Vaticano después del papa Francisco: la teoría de Javier Cercas

El escritor y académico, que estuvo muy cerca del sumo pontífice en 2023, cree que "no será tan fácil" deshacer los cambios que impulsó.

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"Si yo fuera el papa, no leería el libro que le he escrito", bromeó el escritor y académico Javier Cercas el pasado 31 de marzo en el Instituto Cervantes de Madrid. Era la presentación de El loco de Dios en el fin del mundo (Random House), el libro que le ofreció la oportunidad de sumergirse en el Vaticano durante el verano de 2023 y escudriñar in situ la figura del papa Francisco, fallecido este lunes.

Amén de la chanza, Cercas reconoció que, a la vuelta de la escritura de este libro, "el ateísmo supremacista" del que había hecho gala hasta entonces "se había atenuado un poco". La inmersión en la personalidad del papa resultó definitiva. En su libro, el autor recuerda que cuatro días antes de que lo eligieran papa, Jorge Mario Bergoglio —su nombre real— afirmó que "la Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no solo las geográficas sino también las existenciales: las del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia y prescindencia religiosa, las del pensamiento, las de toda miseria".

Además, "comenzó su mandato denunciando los desmanes cometidos por los ricos y los poderosos contra los pobres y los indefensos", añade Cercas, que tras su experiencia cree que "no sería inexacto considerar su papado como una reacción frente al conservadurismo de Juan Pablo II". Por todo ello, "no va a ser fácil que el próximo papa deshaga los cambios profundos que ha hecho Francisco en la Iglesia", aseguró Cercas en la presentación.

Lo sigue pensando horas después de su fallecimiento, según ha dejado claro en una entrevista con Àngels Barceló en el programa Hoy por hoy de Cadena Ser. La opinión dominante, a tenor de la deriva reaccionaria en el mundo, es que la Iglesia volverá a la senda del conservadurismo, ha deslizado el escritor. Sin embargo, la idea de volver al "cristianismo primitivo, el de la austeridad", que tanto promocionó Francisco, habría calado profundamente en el seno eclesiástico.

Cercas ha defendido su postura desde el objetivismo, ofreciendo un dato que considera "demoledor": el sumo pontífice designó antes de su muerte a casi un 80% de los cardenales que van a votar al nuevo papa en el cónclave. "En Italia están muy enfadados porque a la mayoría no los conocen", asegura, pero no tiene dudas de que estos, entre los que se incluyen un joven de Mongolia con aspecto de jipi y otro de Papúa Nueva Guinea, "son afines a su visión".

Nombrar cardenales para perpetuar un legado

En El loco de Dios... la cuestión que corresponde al nombramiento de esos cardenales aparece desarrollada en el capítulo "Los soldados de Bergoglio". Además de las entrevistas con numerosas figuras muy cercanas al papa, Cercas transcribe un encuentro con Antonio Pelayo, vaticanista español que lleva casi cuatro décadas cubriendo desde Roma la información sobre la Santa Sede. Pelayo cuenta que los nuevos cardenales, elegidos en un consistorio, "alteran los equilibrios de poder que decidirán la elección del nuevo papa". "Los cardenales que elige el papa se supone que están en su línea, salvo alguna excepción", asegura el vaticanista.

En contrapartida, el periodista italiano Marco Politi, especializado en noticias y política del Vaticano, considera que "generalmente esto no tiene gran influencia", pues "muchos cardenales de la periferia no conocen bien Roma". Por ejemplo, los cardenales nombrados por Pío XII eligieron a Juan XXIII, que "era completamente diferente" a su predecesor, ha recordado Politi en Cadena Ser.

Sería, precisamente, Juan XXIII el papa que convocara el Concilio Vaticano II (1962-1965), uno de los sínodos más trascendentes de la historia reciente en la Iglesia Católica por su ambición reformista. Cercas considera que Francisco ha tratado de ser fiel a los principios fundamentales de este cónclave, que pretendía adaptar el catolicismo a las necesidades de su tiempo y lograr una mejor interrelación con las demás religiones, entre otros grandes objetivos.

No obstante, Cercas no obvia en su libro los "rifirrafes que tuvo en los años setenta y ochenta con los suyos, con los jesuitas, que lo consideraban conservador, casi reaccionario". Nos recuerda el escritor que "algunos de sus escritos rezuman nostalgia por el orden compacto de la cristiandad medieval y que rechaza la legalización de las drogas, el divorcio, la eutanasia –'un crimen contra la vida', lo ha llamado– o el aborto –'un crimen horrendo', lo ha llamado también–, además de ser reticente con los anticonceptivos o la homosexualidad, a la que no considera un delito pero sí un defecto".

A este respecto, decir que Bergoglio es un papa comunista es "un disparate", opina Cercas. Antes al contrario, "siempre rechazó sin reservas el marxismo, y no se puede ser comunista sin ser marxista". Eso sí, "se halla políticamente más a la izquierda que sus predecesores en la silla de san Pedro", apunta.

El cardenal Giovanni Batista se acercó a Bergoglio para preguntarle si aceptaba su nombramiento como papa, después de que 95 cardenales —de 155 en total— emitieran su voto a favor. Bergoglio respondió que sí, y pronunció en latín estas palabras: "Aunque soy un gran pecador". La anécdota, recogida también en el libro de Cercas, ilustra la complejidad de una figura llena de aristas.