'La última casa' de Arantxa Urretabizkaia, una novela que desafía y redefine las historias de mujeres
La autora donostiarra, con un compromiso feminista inquebrantable, firma una historia sobre una mujer mayor que busca apostar por su futuro.
14 septiembre, 2024 02:18Sostienen quienes han seguido la obra de Arantxa Urretabizkaia (San Sebastian, 1947) que su gran aportación a la narrativa es la de un compromiso inquebrantable con el relato de la vida de las mujeres, posición desde la que abrió, con intuición y sensibilidad, una nueva perspectiva para tratar asuntos como la maternidad, el abandono o la militancia política.
Miembro de la Real Academia de la Lengua Vasca, hoy es un nombre imprescindible en el panorama de la narrativa contemporánea. En castellano pudimos leer en su día algunos de sus títulos de referencia (Por qué, El cuaderno rojo, Las 3 Marías) y constatar un estilo propio que alterna registros y tonos a los que podemos sumar el recientemente traducido La última casa (Premio Euskadi de Literatura en euskera, 2023), todo un ejemplo de ficción, de reflexión y de coherencia con el compromiso de tratar cuestiones vinculadas a la vida de las mujeres.
Una compleja singularidad hace de esta novela una propuesta tan especial que hay que comenzar por recomendar su lectura. Porque es un relato intenso y sugeridor, lleno de alicientes, conducido por una voz que se adueña de nuestro interés desde la primera línea. Esa voz poderosa narra en presente, puntual, concisa, desenfadada, con frases cortas, sin que el ritmo se quiebre.
Es una voz que ni juzga ni absuelve; no revela más de lo necesario y sin embargo lo llena todo de detalles significativos, lo que hace que sea posible leer mucho más de lo que desvela. Esta es una de las razones de que lo que cuenta vaya más allá de la historia de una mujer mayor que toma la decisión de apostar por su futuro.
Lo que parecía una trama trivial sobre dos mujeres que comparten casa en un pueblo, amplía sus dimensiones a temas tratados sin reduccionismos
Esa decisión se materializa en la elección de una casa situada al final de un camino, una casa necesitada de reformas que sirven de aliciente a ese proyecto de un lugar propio donde acaben todas sus huidas de un pasado combativo, donde quizá pueda instalarse en otra forma de vida.
Pero hay una serie de obstáculos. Este motivo propicia ir ensanchando la composición inicial hacia un relato más complejo que, sin romper la linealidad, abarca un desplazamiento necesario en el espacio y en el tiempo. De Hendaya a París y Burdeos, del presente al Mayo francés. Debe visitar esos lugares, sus gentes, aquel tiempo, para poder cerrarlo y entrar libre en el futuro.
Así, lo que parecía una trama trivial sobre dos mujeres que comparten casa en un pueblo, crece con el misterio de una peluca y un cadáver sin identificar, y amplía sus dimensiones a temas aquí tratados sin reduccionismos: la lucha por vivir en paz, las reflexiones sobre la vejez, la enfermedad, las amistades perdidas, la resignación…
La importancia, en suma, de una última casa donde vivir y poder dar un giro al final de una vida. Una historia estupenda que, sin duda, desafía y completa la realidad de las historias de mujeres sobre mujeres.