Rodrigo Sánchez. Foto: Clic

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Letras

'El periódico es un cruel amante': memorias ácidas de Rodrigo Sánchez, artífice de portadas gloriosas

El diseñador, un derroche de audacia y desbocada creatividad, relata sus batallas tras su salto a la dirección de Arte de 'Metrópoli' y 'El Mundo'.

26 febrero, 2024 02:13

El autor de esta crítica quiere confesar su admiración y aprecio por Rodrigo Sánchez. Ambos coincidimos en El Mundo aunque no fuimos íntimos. Para mí es el mejor diseñador de periódicos. El director de Arte, por antonomasia. El editor del libro ha añadido al final la lista de premios y distinciones que avalan esta afirmación.

El periódico es un cruel amante

Rodrigo Sánchez

Experimenta Libros, 2024. 283 páginas. 25 €

Diario irreverente de un director de Arte (subtítulo) contiene bastantes irreverencias, pero no es un diario. Confiesa el autor en las páginas finales que sus primeros lectores juzgaron "la narración desordenada, repleta de improperios, descalificaciones y palabras malsonantes". Coincido con bastantes críticas a los rectores de la empresa que nos empleó a ambos. Y comprendo su desazón tras su despido. Para paliar el aparente caos narrativo, sugiero que el lector empiece por el final donde cuenta su trayectoria de manera lineal. Eso sí, El periódico es un cruel amante se lee de un tirón. Y es apasionante.

No es un diario pero sí unas memorias. Unas veces eufóricas, otras amargas. Siempre sinceras. Descubro que Rodrigo Sánchez es periodista por formación académica y por vocación: “No me considero artista, soy periodista”. Esto es, “una persona poco de fiar que siempre llega tarde a las cenas. O no llega”.

En una montaña rusa de sentimientos, el autor narra su incorporación en 1992 al área de suplementos del diario y su pelea por imponer una idea original en las portadas de Metrópoli, la guía de ocio del diario. Semana a semana, portada a portada, Sánchez se hizo una reputación como diseñador con personalidad propia gracias a un derroche de audacia y una desbocada creatividad, “ese músculo elástico que, cuanto más lo usas, mejor funciona”.

Ahora reconoce: “En la creación de algunas portadas de Metrópoli enloquecí y parte de la dirección del periódico se dio cuenta. Tuvimos un tira y afloja hasta que nos dimos cuenta, yo también, de que estábamos pariendo un estilo, un nicho muy pequeño dentro del periódico en el que merecía la pena tener algo diferente”. Así fue hasta que Metrópoli desapareció en 2020, víctima de la Covid y de la falta de visión de los actuales gestores de la empresa, “horteras de bolera”. Tranquilo, Rodrigo Sánchez, llegará el día en que Taschen sacará uno de sus libros gordos con todas las portadas de Metrópoli.

El libro es un pudin de frases redondas y recuerdos ácidos y divertidos, en una narración sin aliento

¿Qué es un (buen) director de Arte? Verbatim: “No escribo, no dibujo, no fotografío. Pero no consigo salir del periódico antes de las 9:00 de la noche. [...] Tengo ideas. Muchas. En general, buenas. No puedo haber engañado a tanta gente durante tanto tiempo. No. Soy bueno”.

"Un director de Arte no es un artista, es un periodista especializado técnica e intelectualmente preparado. El factor artístico es una virtud añadida". El libro es un pudín de frases redondas y recuerdos ácidos y divertidos. Con muchos blancos para que el lector, agitado por la narración sin aliento, se sosiegue. Y unas ilustraciones maravillosas de Raúl Arias.

[Rodrigo Sánchez: "En Metrópoli hacemos las portadas que ninguna otra revista se atrevería a hacer"]

Rodrigo Sánchez relata sus batallas (la bola azul, los rediseños, la portada sábana) tras su salto a la dirección de Arte del periódico: "Trabajar en un diario es otra liga. Aquí o me encumbraba o me estrellaba. No era consciente de lo que se me venía encima. Y eso que creía que ya lo sabía todo. Aquí el estrés tiene otro significado".

"El periódico lo firma el director. Para él trabajamos en última instancia; [...] contamos con su respeto y confianza. Y será él quien firme nuestro trabajo, pues él representa al periódico [...] ante sus lectores y ante la empresa editora que es la dueña pero no quien dirige los entresijos de la redacción. Para eso ha nombrado a un director, y se supone que tiene su confianza. ¿O no? Pues no, no siempre ha sido así. Y así nos ha ido. Y así me ha ido".

Confesión final: "Me gusta lo que he hecho, cómo lo he hecho y cuándo lo he hecho. Y me arrepiento de no haber hecho más. He hecho lo que he debido. También lo que he querido. Y he querido mucho. Respetando poco las normas y a sus dictadores. Por eso estoy donde estoy. En la calle".