David Jiménez

David Jiménez Daniel Hidalgo

Letras La Penúltima

David Jiménez: "Escribo para mis lectores, y esa es la opinión que me importa"

Exdirector de 'El Mundo', exreportero de guerra y excorresponsal, David Jiménez, autor de 'El director', reúne en 'Los diarios del opio' (Akal) las aventuras orientales de Orwell, Kipling y Conrad.

18 junio, 2023 02:12

¿Qué libro está leyendo estos días?

El conde de Montecristo. Busco inspiración sobre la venganza para mi próxima novela.

¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?

La pedantería.

¿Recuerda el primer libro que leyó?

Los cómics de El Capitán Trueno.

¿Cuáles son sus hábitos de lectura: es de tableta, de papel, lee por la mañana, por la noche...?

Mi ideal: En papel, en un tren en marcha y de noche. Puedo renunciar a las dos últimas, pero no a la primera. Me compré un Kindle hace años. Aún no lo he estrenado.

Cuéntenos una experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.

Mi primera visita a los templos de Angkor. Me pregunté, como Somerset Maugham, cómo es posible que la misma especie que construyó algo tan sublime descienda tan a menudo a un nivel “poco mejor que el de las fieras”.

¿Cuál de los escritores “que hallaron su perdición en Oriente” es su favorito y por qué?

George Orwell. Todo lo que escribió sobre la tiranía, la manipulación de la mente humana y la degeneración del poder sigue vigente. Hoy se mofaría de nosotros: “Os lo advertí”.

¿A quién le cambió más profundamente la experiencia, como persona y como autor?

Conrad, Orwell o Kipling no habrían sido escritores sin sus viajes orientales. La suya fue una búsqueda salvaje de la inspiración. Kipling la llevó más lejos que ninguno. Las drogas, la prostitución y su doble vida, entre el puritanismo victoriano y los excesos, fueron su perdición. Y, a la vez, las experiencias más extremas que vivió en la India y sus traumas fueron la gasolina creativa de sus mejores obras.

Si apareciera en un libro de este tipo, ¿cuál y cómo sería “su” país de Oriente y por qué?

Birmania, como Orwell en el libro. Un personaje de mi novela El corresponsal lo describe como el país más bello y triste jamás inventado. Lo es.

¿Entiende, le emociona el arte contemporáneo?

Rara vez. La mayoría de las obras de arte contemporáneas no pasarán la prueba del tiempo. Prefiero el arte que ya lo hizo y que sigue emocionando décadas, siglos después de haber sido creado.

¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?

No me importaría colgar de una pared del salón El caminante sobre el mar de nubes, de Caspar David Friedrich.

¿Qué música escucha en casa?

Tengo una manía extraña. Cuando escribo pongo una sola canción y la escucho sin parar. Es una manera de inspirarme sin distraerme. Escojo la canción dependiendo del momento que estoy narrando. Más o menos triste. Con más o menos acción. Hoy tocó Adagio para cuerdas (Samuel Barber) porque estaba escribiendo sobre la pérdida y el duelo de un padre y me ayudó a entristecer mi escritura.

¿Le importa la crítica? ¿Le sirve para algo?

Mi peor libro recibió las más elogiosas críticas. El mejor, las más duras. Sé que suena a cliché, pero es cierto: escribo para mis lectores, y esa es la opinión que me importa. Estos días, cuando no les gusta lo que escribiste te lo hacen saber.

¿Le gusta España? Denos sus razones.

Me gusta y me duele. Lo tiene todo para ser la California de Europa, pero a veces se conforma con ser su chiringuito. Sueño con el día en que saquemos partido a la maravilla que es España. Diversidad, talento, creatividad y fuerza. Nos frenan la pésima educación, la falta de espíritu crítico, el “guerracivilismo” y la cultura de la trampa.

Proponga una medida para mejorar nuestra situación cultural.

Toda solución pasa por la escuela. No hay educación cultural en nuestro sistema de enseñanza, desde primaria a la universidad es un desierto. El modelo está diseñado para que los niños odien la lectura, la música o el arte. Solo un gran pacto de Estado por la educación, sin contaminación ideológica de ningún bando, puede corregirlo.