Rosario Villajos. Foto: Iván Giménez/Seix Barral

Rosario Villajos. Foto: Iván Giménez/Seix Barral

Letras

Rosario Villajos: "A muchas chicas el primer orgasmo nos lo robó otra persona"

La escritora ha ganado el premio Biblioteca Breve con 'La educación física', un retrato generacional de los 90 con abusos sexuales y la culpabilización de las mujeres de fondo

14 marzo, 2023 13:19

El feminismo ha conseguido grandes avances en los últimos años. Pero hace no mucho, en los años noventa, la situación era bien distinta. No cabe duda de que aún no se puede cantar victoria, pero es indiscutible que las adolescentes de aquella época tuvieron que crecer en un mundo donde los estereotipos, las humillaciones, los tabúes, el desconocimiento del propio cuerpo, la falta de educación sexual, el miedo, el acoso y los abusos eran más abundantes que hoy.

Después de La muela, que trataba de la precariedad laboral y emocional de nuestro tiempo, la escritora Rosario Villajos (Córdoba, 1978) publica La educación física, la novela con la que ha ganado el premio Biblioteca Breve. Cuenta una historia ambientada en los primeros años de aquella década. Su protagonista, Catalina, tiene 16 años, los mismos que tenía la autora entonces. Una tarde de agosto sufre una situación muy desagradable con el padre de su mejor amiga y sale huyendo de su casa. Mientras camina por una carretera desértica con el pulgar en alto para volver la suya —una acción temeraria en una época marcada por el caso de las niñas de Alcàsser—, Catalina va recordando todas las ocasiones en que otras personas la han obligado a sentir pánico, ira o vergüenza por el mero hecho de ser mujer.

Pregunta. ¿Qué cree que va a suponer para su carrera literaria el premio Biblioteca Breve?

Respuesta. Me da mucho pudor aún hablar del premio. No me han dado ninguno en la vida, así que no sé qué va a suponer. Me está costando asumirlo y siento como si le hubieran dado el premio a otra persona, a alguien que me cae muy bien pero que no soy yo.

P. Compagina su vocación literaria con su trabajo como informática. ¿No ha sopesado dejar su trabajo principal y dedicarse solo a escribir?

R. No, ni muerta. Eso significaría abandonar mi placer por la escritura y tener que pensar qué le puede gustar a los lectores y a las lectoras. Y a mí me apetece escribir lo que me dé la gana. De hecho, llevo escribiendo sobre estos mismos temas mucho tiempo, pero antes no le importaba a nadie.

P. ¿Lo achaca a que era una escritora desconocida o a que estos temas no interesaban?

R. A lo segundo. Hace muchísimos años ya me presentaba a concursos y el otro día estuve echando un vistazo a mis primeros relatos y algunos ya tenían que ver con el consentimiento. Simplemente es que en aquella época a nadie le interesaba saber cómo eran mis reglas, ni qué era un coágulo ni nada de eso. Ahora son temas que están en el candelero.

P. En la solapa del libro se destaca que "dedicó toda su infancia a dibujar, leer y ver películas". ¿Qué quiere transmitir dándole tanta importancia a eso en una biografía de unas pocas líneas?

R. Que mi trabajo alimenticio no me representa, pero sí lo que hacía de pequeña y lo que me da placer. Por cierto, cuando digo películas me refiero a Cine de Barrio, a ver si se van a creer que soy una intelectual. 

P. Su novela comienza así: "Lleva cinco coches diciéndose que está segura de que el siguiente se detendrá". La anterior, La muela, empezaba: "Una mancha con forma de Europa anuncia que el colchón ya ha sido usado con anterioridad". Son frases potentes. ¿Le da mucha importancia a las palabras exactas con las que deben empezar sus historias?

R. Muchísima. Intento que sean frases simbólicas. He crecido con novelas de Stephen King y yo también quiero el lector o la lectora se enganche. Pienso mucho en lo cinematográfico, que sea una frase muy visual. Vengo de ese mundo porque he estudiado Bellas Artes.

P. La edad de la protagonista y la época, los años noventa, coinciden con la edad que tenía usted en esa misma época. ¿Hay muchos recuerdos de su propia adolescencia en la novela?

R. Todo pertenece a mi imaginario, aunque no a mi experiencia. Yo no soy Catalina, que es una buena chica. Yo no lo era: respondía, contestaba, me defendía. Ella no es así. Y a mí no me interesaba mucho el grunge, con su edad yo estaba descubriendo la música pero a mi ritmo. Pero sí tengo muchas cosas en común con ella, como los miedos y los complejos que teníamos las chicas en aquella época, sentirme como un ciudadano de segunda y no conformarme con lo que me había tocado.

P. ¿Siempre fue consciente de la discriminación que sufría por el mero hecho de ser mujer, aunque no tuviese una visión teórica o muy informada del feminismo?

R. Efectivamente. No solo no conocía ni la palabra feminismo, sino que lo entendía como un concepto de clase. Igual que ser pobre o ser rico, algo así. Decía: ¿yo por qué no puedo tener lo mismo que ellos? Y no lo entendía. Porque aunque sacara malas notas y me repitieran una y otra vez que era tonta, en el fondo de mi ser yo no me consideraba tan idiota como ellos decían.

"El deseo femenino está delimitado por lo que aprendimos en aquella época, que venía del porno masculino, así que aún está por descubrir"

P. ¿De qué manera cree que condicionó a su generación haberse crecido en los años noventa?

R. Nos moldeó muy mal, porque hemos escondido bajo la alfombra un montón de cosas de las que nos daba vergüenza hablar, sobre todo relacionadas con lo corporal. No conocíamos bien nuestro cuerpo, pensábamos que debía tener una forma determinada. Estábamos rodeadas de modelos anoréxicas y veíamos normal no comer. Además, el deseo femenino ahora mismo está delimitado por lo que aprendimos en aquella época, que venía del porno masculino, así que aún está por descubrir.

P. Sus novelas se nutren de sus experiencias personales, pero no las encajaría en la etiqueta "autoficción", ¿o sí?

R. No creo en la autoficción. Es una palabra de marketing que no tiene nada que ver conmigo, porque incluso cuando alguien dice que está escribiendo algo autobiográfico, no es cierto, porque la memoria es selectiva y engañosa. Tú vas a construir una historia. Además, yo no me considero escritora, sino narradora. Como no me veo con la capacidad de escribir un ensayo teórico, prefiero hablar a través de la ficción de los temas que a mí me preocupan, ya sea la precariedad laboral y emocional en La muela o el cuerpo femenino en La educación física. Al final lo que me gusta es contar historias, y si puedo insertar en ellas los temas que me preocupan, eso me libera de lo que me hace daño y me molesta del mundo.

P. La protagonista del libro se hace pequeñas autolesiones para calmar la ansiedad. Se arranca las costras de las heridas, se come las uñas, se arranca las cejas... Con todo ello consigue "concentrarse en el dolor de aquí para olvidarse del de más allá". Creo que explica muy bien una conducta que puede ser difícil de entender para quienes no tienen ese tipo de impulsos.

R. Me toca de cerca porque yo soy adicta a arrancarme los padrastros y siempre he querido saber por qué hago eso. En mi caso empecé a hacerlo muy jovencita, cuando algo me molestaba me entretenía haciéndome daño. También tiene que ver con estar muy cansada. Cuando te haces daño te espabilas, me hace estar en el mundo. Me apetecía hablar de ello. Está mal visto porque es una tara muy grande, pero creo que habría que preguntarse por qué tanta gente lo hace. Creo que no conozco a nadie que no tenga un pequeño tic, y no digo TOC porque suena demasiado fuerte.

"No tuve educación sexual. Había que esperar a que alguien del sexo contrario llamara a tu puerta e hiciera algo en tu cuerpo"

P. La protagonista del libro, Catalina, tiene un cacao mental importante con todo lo referente al cuerpo y la sexualidad. Nadie le ha enseñado nada sobre esos temas. ¿Cómo recuerda la educación sexual que recibió usted en casa o en el colegio?

R. No tuve. No se podía hablar de eso. Había que esperar a que alguien del sexo contrario llamara a tu puerta, porque dabas por hecho que los chicos sabían más, y esperar a que hicieran algo en tu cuerpo, y dependiendo de eso ya te ibas enterando un poco del tema. Es terrible que a muchas chicas creo que el primer orgasmo nos lo robó otra persona, cuando deberíamos ser nosotras mismas las que investigáramos y curioseáramos con nuestro propio cuerpo. Pero en la gente de mi generación estaba muy mal visto tocarse.

P. El periodo también era un tema tabú, motivo de vergüenza. Hoy hemos dado un salto enorme hasta el punto de que se ha implantado una baja por menstruación. ¿Es una victoria?

R. A mí me da mucha envidia, porque yo dentro de unos años no tendré menstruación. En esta etapa, cuando se va a retirar el periodo, te encuentras supercansada y no te apetece hacer nada, y pienso ¿cómo espera la gente que yo siga trabajando con el mismo ritmo y la energía de antes? Pues cuando tienes el periodo pasa un poco lo mismo. Afortunadamente trabajo en un sitio donde no me ha hecho falta esta ley, y solo con decir "me duele la barriga porque tengo la regla, me quedo en casa y voy a trabajar a mi ritmo", se me ha permitido. Lo que me parece un crimen es que te digan simplemente que te tomes un ibuprofeno, con lo malo que es. Es tremendo. Hay gente que tiene una regla dolorosísima. Como no a todo el mundo le duele, ha sido muy difícil de probar esto.

"El tema del bullying se está enfocando mal. No hay que centrarse en quienes lo hacen, sino en reforzar la confianza de las víctimas"

P. También aparece en el libro la idea del suicidio adolescente. Hoy se habla mucho del asunto. ¿Cree que se está convirtiendo en una epidemia o es que ahora hay una mayor transparencia con este tema?

R. A mí me da la impresión de que se han disparado los suicidios adolescentes porque antes salías del colegio, donde te estaban metiendo caña, y te ibas a casa con tus hermanos o tu familia y te sentías más segura. Pero ahora no hay descanso porque te siguen haciendo daño en las redes sociales. Aparte, creo que se está enfocando mal el tema del bullying, que ha existido siempre. A la persona más guapa del universo le puedes decir una frasecita que lo tumbe. No hay que centrarse en quienes hacen bullying, porque lo van a seguir haciendo porque el ser humano es así de estúpido. Hay que reforzar la confianza de las víctimas para que se den cuenta de que los demás están equivocados. Y hablo por experiencia propia.

P. La propia madre de Catalina, como tantas otras, es quien impone a su hija la obligación de ser guapa y quien exime a su hijo varón de ayudar en casa. En definitiva, quien perpetúa los estereotipos machistas y la discriminación hacia las mujeres. 

R. Había muchísimas mujeres que no habían recibido ninguna educación. Me gusta situar esta historia en la periferia por eso, no podía poner a una madre reivindicativa que lucha por sus derechos y tiene un trabajo. En la periferia de la que yo procedo no eran así. La mayoría eran amas de casa y no habían completado la educación básica y, además, para ellas la anorexia y la bulimia aún estaban sin diagnosticar, pero estaban perpetuamente a dieta.

"Hay bulos dentro del feminismo que causan pánicos y estragos. La mayoría seguramente procede de gente que intenta dividirnos"

P. ¿Cómo ve la actual división dentro del movimiento feminista, que se ha notado este 8-M mucho más que en años anteriores?

R. Yo quiero ser optimista, creo que, como todo en esta vida, hay divergencia y diferentes puntos de vista. También creo que hay desinformación dentro de algunos colectivos, porque los más jóvenes conocen mejor cómo funcionan las redes sociales, la comunicación y los bulos, y las personas que llevan más años en el feminismo no se manejan tan bien en Internet, y creo que a veces les llegan bulos que causan pánico y estragos. La mayoría de esos bulos seguramente proviene de gente que odia el feminismo e intenta dividirnos. Por otra parte, una cosa muy fuerte que he visto este año en las manifestaciones es que había muchísimos hombres, y también fui a unos talleres feministas en la Universidad Autónoma de Madrid el otro día y también había muchos chicos. Y eso me pareció un punto a nuestro favor. Quiero ser optimista y pensar que el mundo se mueve en la dirección correcta.

P. Hay una frase tremenda hacia el final de la novela que indica hasta qué punto la protagonista está acostumbrada al miedo y al acoso: "El muchacho le parece la persona más buena del mundo solo porque no es un violador". ¿Cree que ese tipo de pensamiento sigue siendo habitual?

R. Todavía estamos en un modo de ver la vida en el que si un chico nos trata bien ya pensamos que se lo merece todo. En las redes sociales ahora todas las mujeres están loquísimas con el personaje de Pedro Pascal en The Last of Us simplemente porque es un hombre bueno. Eso que nos decían de jovencitas, que nos gustan los malotes, es mentira, es un cuento chino que nos han hecho creer.

P. En sus novelas hay un retrato generacional, pero no tiene nada que ver con esa nostalgia del tipo "yo también fui a EGB" tan común ahora.

R. Para nada. Yo soy de las que piensan que el futuro siempre será mejor. No siento ninguna nostalgia del pasado. El hito más grande de mi generación no ha sido el Covid sino lo digital, la llegada de Internet y todo lo que a mí me ha dado. No me imagino sin eso ni el trabajo que tengo ni el hecho de escribir una novela. A la hora de buscar información, está todo ahí. Además, puedo teclear mucho más rápido que en una máquina de escribir, tuve una y eso era un infierno. Mi primera novela, Ramona, la escribí en el móvil, en los trayectos a la oficina que eran bastante largos. Internet tiene sus cosas negativas, pero me parecen más importantes las positivas.

P. Además de la novela cultiva otras disciplinas como la novela gráfica y estudió bellas artes. ¿Va a conservar esa faceta plástica en paralelo a la escritura?

R. Acabo de participar en una exposición colectiva en Córdoba, Todas las Ítacas, con una pieza de videoarte. Me gusta mucho el lenguaje visual, yo le doy a todo. Cuando era más jovencita me dediqué durante bastantes años a la música, pero la exposición pública se me da muy mal. Dejé de dar conciertos porque la gente me decía que los nervios se me acabarían pasando, pero pasaron seis años y no fue así. Lo bueno de la escritura o el dibujo es que es algo que puedo hacer sola. Hay una parte de exposición pública, pero es muy breve.

He intentado probarlo todo porque hay muchos lenguajes artísticos maravillosos. Lo de dibujar requiere mucho tiempo, si no tuviera un trabajo alimenticio que me requiriese tantas horas quizá habría hecho otra novela gráfica. Face fue mi primera incursión en esto de contar historias y es lo más bonito que he hecho. Es una obra tierna y sencilla, un libro casi para niños. Pero la escritura es con lo que más me divierto y con lo que más cómoda me siento ahora mismo.