Mariluz Escribano. Foto: Juanma Marín

Mariluz Escribano. Foto: Juanma Marín

Letras

"Justicia poética" para Mariluz Escribano: una edición canónica la rescata del olvido

La 'Poesía completa' de la granadina revela una voz honesta que escribe sobre la infancia, el amor y la amistad, la soledad y el silencio

9 marzo, 2023 02:01

Hija de los profesores institucionistas Agustín Escribano (fusilado en el 36) y Luisa Pueo, Mariluz Escribano Pueo (Granada, 1935-2019) estudió Magisterio y se doctoró en Filosofía y Letras. Ejerció como catedrática de Didáctica de Lengua y Literatura en su ciudad natal, fundó el colectivo “Mujeres Universitarias” y fue columnista de opinión a lo largo de sesenta años.

Poesía completa

Mariluz Escribano Pueo

Edición de Remedios Sánchez. Cátedra, 2023. 328 páginas.
16 €

Además de algunas obras en prosa (de memorias y artículos reunidos), publicó los libros de poesía Sonetos del alba, Desde un mar de silencio, Canciones de la tarde, Umbrales de otoño (Premio Andalucía de la Crítica), El corazón de la gacela y Geografía de la memoria. Ni esto, ni las antologías Azul melancolía (Visor) y Cuando me vaya (Valparaíso), ni el homenaje Treinta poemas comentados (Hiperión), han impedido que sea una desconocida, o casi, para muchos lectores, hecho que querría remediar definitivamente, como “acto de justicia”, esta edición canónica de su poesía completa.

“Atípica” y “emboscada”, según ella, “poeta-isla” sin generación a la que adscribirse (su poética es intempestiva o anacrónica, “a contracorriente”), parte de la culpa de ese olvido, que va más allá de su condición de mujer y de niña de la guerra, puede tenerla el que empezara a publicar tan tarde, a los 56 de su edad (en ediciones de tirada reducida), y que decidiera desentenderse de cualquier ambición literaria. Las peripecias vitales y la poesía, que es lo que aquí al cabo importa, son cosas distintas, por más que logren imbricarse.

La exhaustiva introducción de Remedios Sánchez es una buena y práctica guía de lectura, salpicada de pertinentes referencias de otros poetas y críticos. Pierde pie cuando incurre en la hagiografía y enarbola discutibles ideas feministas que desvirtúan, creo, su coherente discurso filológico.

Estamos, sí, ante una “autobiografía en verso”, “testimonio” personal e íntimo de una poeta con “voz propia” que, al decir de su editora, escribió notarialmente una poesía “incómoda” y de “claridad absoluta”. No en vano manifestó que su propósito era ser “diáfana”, para que “el público entienda lo que digo”. Quiso escribir una poesía “vivida”: “de verdad”.

La exhaustiva introducción de Remedios Sánchez es una buena y práctica guía de lectura, salpicada de pertinentes referencias de otros poetas y críticos

Sánchez distingue tres tiempos en su obra: el del “clasicismo” (sus tres primeras entregas: 1991-1995, si bien escritas mucho antes), el del “nombre del padre” (Umbrales de otoño, veinte años después: 2013) y el de “la voz de la memoria” (sus dos últimos libros, ella ya enferma: 2015-2019).

Su mundo es una suerte de microcosmos donde aparecen reiteradamente varios motivos: la infancia, una patria inocente (y allí, la lorquiana Huerta de San Vicente y su “mirada intacta”) ; la pérdida del padre: “heredé de mi padre una bandera”; la madre y su lección de vida contra la adversidad: “El amor fue mi casa, / quiero decir mi madre”; el amor y la amistad, la soledad y el silencio; Granada, y el pueblo paterno: Pedrosa del Príncipe…

Y dos símbolos: el jardín y el mar, además de una obsesión: la del paso del tiempo. Y su impronta histórica y civil, a favor de la fraternidad y el perdón. “Escribo desde un tiempo / labrado en lo remoto”. Su pequeño universo es melancólico, aunque ella prefiera la palabra tristeza, la más frecuente en su poesía. “Si vivir no implicara tanta pena”.

De lo leído, destacaría la luminosa elegía Desde un mar de silencio, no pocos poemas de Canciones de la tarde y sus tres últimos libros. Ahí, “Buenas tardes” (“Aquí no pasa nada, solo el tiempo”, un verso que remite a Ángel González y a Eliseo Diego), “1936”, “Edifícame en piedra”, “El tiempo”, “Envejecen las cosas”…

No cabe duda de que Escribano nos legó una poesía honesta. Además de su ejemplo cívico. Más no se puede pedir.

Cuando me vaya

Dejaré un silencio en el recuerdo,
sonidos de una voz que fue muy joven,
y un aroma de sándalo y cipreses
para que no me olvides.
Y ahora, cuando el sol desaparece,
y hay promesa de una noche clara,
las estrellas se esconden
y están muertas de tanta nívea luz.
Dejaré abierta la ventana.
Un gorrión divulgará mi huida,
y un frescor de mañana
anunciará mi marcha,
con trémula voz para llamarte.
Cuando me vaya
perderé las praderas,
los bosques encendidos de noviembre,
el verde del jardín en primavera,
la tenue luz de los planetas,
la sonrisa de un niño,
el calor de un amigo,
lágrimas de dolor por los caminos
que transité tan alta,
la caricia de un perro
que dio fuego a mis manos.
Cuando me vaya
habré perdido tantas cosas,
que creceré en trigal
por no morirme.