Martín Caparrós, en el festival Cosmopoética de Córdoba. Fotos: Luis Rivera

Martín Caparrós, en el festival Cosmopoética de Córdoba. Fotos: Luis Rivera

Letras

Martín Caparrós: "Europa es la oportunidad de los argentinos para salvarse de su país"

El escritor y periodista, gran cronista de América Latina, revisa en su nuevo libro la vida del prosista y político Domingo Faustino Sarmiento

8 octubre, 2022 02:57

Ha sido definido como el mejor cronista actual de América Latina. Autor de obras tan ambiciosas como La Historia, El Hambre o Ñamérica, está a punto de publicar Sarmiento (Literatura Random House), su aproximación al que fuera, además de gran prosista, presidente de Argentina entre 1868 y 1874. Martín Caparrós (Buenos Aires, 1957) ha sido este año uno de los invitados al festival Cosmopoética de Córdoba, que ha contado con Argentina como país invitado.

Pregunta. ¿Qué relación mantiene usted con la poesía?

Respuesta. Es largo de explicar. Aunque trate de disimularlo, tengo una larga relación con la poesía. Lo primero que escribí, cuando tenía siete u ocho años, fueron unos poemas que tenían que ver con lo que los niños, en las escuelas de Buenos Aires, recitaban en las fechas patrias, el día de la madre... En estas ocasiones, algunos niños subían al estrado y recitaban. Como yo quería ser el que recitara, se me ocurrió que la mejor opción era escribir esos poemas. Después empecé a leer poesía y durante toda mi adolescencia y primera juventud yo lo que escribía era poesía, no narraba, escribía esos poemas tremebundos que escriben los adolescentes. Yo imaginaba que ese iba a ser mi espacio dentro de la literatura. En ese momento había distintos poetas que me importaban mucho. A los 18 años me tuve que exiliar de Argentina y me llevé un solo libro, los poemas escogidos de Juan Gelman, al que leía febrilmente. Todo mi problema consistía en conseguir escribir un poema que no pareciera de Juan Gelman.

»Luego ha habido muchos poetas a lo largo de mi vida... Uno de los trabajos más difíciles que he hecho es una traducción de Romeo y Julieta respetando toda la estructura de versificación de Shakespeare. Fue humillante además, porque lo que a uno le quedaba claro es que todas las soluciones que encontraba eran tanto peores que Shakespeare... Tengo una relación sostenida con la poesía y dentro de mis textos de no ficción incluyo fragmentos más o menos escritos en verso. Dicho esto, una de las cosas que he venido a contar a Cosmopoética es que próximamente publicaré un libro de versos.

P. ¿La poesía tiene cabida en el periodismo?

R. Lamentablemente, muy poca. Yo siempre insisto ante los periodistas más jóvenes en que hay una forma subrepticia de lo poético en el periodismo que tiene que ver con la música y el ritmo. Cada lengua tiene ciertas unidades silábicas que suenan mejor que otras: en nuestro caso, el octosílabo, el endecasílabo, el alejandrino... Si te fijas, muchos de mis textos están armados con estas unidades. Me importa que mucho de lo que escribo sean sucesiones de versos con una métrica precisa. Es una forma subrepticia de introducir la poesía en un texto prosaico o realista.

P. Una nueva novela suya está a punto de ver la luz...

R. Dentro de pocos días sale Sarmiento, novela que se acaba de publicar en Buenos Aires y está yendo bastante bien. Sarmiento es un personaje del siglo XIX argentino que, saliendo de un pueblito muy perdido en la cordillera y de una familia bastante pobre, terminó escalando todas las posiciones sociales hasta llegar a la presidencia del país. Y, más allá de esto, era un escritor del carajo, autor de un libro increíble, Facundo, que no se sabe si es crónica, ensayo... Se me ocurrió durante la pandemia escribir una novela sobre él. Es un personaje que para los argentinos tiene mucha fuerza porque fue el creador de la escuela pública. En las escuelas públicas argentinas se nos traslada la idea de que todos tenemos que ser un poco sarmientitos, así que es un personaje que me lleva taladrando 60 años.

P. La mirada que desde España y Europa proyectamos sobre América Latina, ¿está muy distorsionada?

R. Yo creo que está bastante distorsionada, y de maneras distintas. A mí la que más me impresiona es esa distorsión que hace de América Latina el lugar de posibilidad de ciertas utopías europeas. Esto viene sucediendo desde el primer momento, desde que Colón llegó a Guanahani y les escribió a los reyes que eso era el paraíso (la utopía por excelencia en aquel momento). Desde entonces América fue como un receptáculo posible de los sueños utópicos europeos. Después imaginaron El Dorado y sociedades ordenadas de una manera más justa, cuando los jesuitas se instalaron y supuestamente enseñaron a los indios...

»Era el espacio donde se podían crear repúblicas que no estuvieran lastradas por el peso de monarquías anteriores. No es lo mismo Francia, con una aristocracia enorme, por más que hubieran matado a la mitad, y con 800 años de reyes, que Colombia, que nunca había tenido un rey y empezaba un poco más de cero. Muchos republicanos europeos de la primera mitad del siglo XIX miraban hacia América como el lugar donde eso se podía concretar. El penúltimo gran avatar fue toda la época de los años 60, la Revolución cubana, el guevarismo y todas estas cosas que daban la sensación de que allí se estaba iniciando algo que los europeos habrían querido para sus países. Y, por último, la parodia de todo esto fue la llamada ola rosa o socialismo del siglo XXI, que es un disparate pero llevó a mucha gente de Europa una vez más a considerar que ahí había una forma de concreción de sus utopías.

P. En España está muy extendida esa visión romántica, por momentos incluso infantil, sobre las realidades políticas de algunos países latinoamericanos...

R. Sí, parece que como es un lugar que no se conoce mucho se le pueden atribuir condiciones entre confusas y mágicas. Allí sí se pueden realizar cosas que aquí no. Ese rol lo tiene América Latina. Por otra parte, hablar en general en estos términos de América Latina es un abuso del lenguaje. Argentina, Ecuador y México son tres cosas totalmente distintas. Hay algunos rasgos que las relacionan y eso fue lo que intenté encontrar en Ñamérica. Pero muchos de esos rasgos no son muy positivos.

Caparrós, en su intervención, junto al periodista José María Martín

Caparrós, en su intervención, junto al periodista José María Martín

P. ¿Cuáles son las principales heridas que usted detecta en la América Latina actual?

R. La principal, sin duda, es la desigualdad. América Latina es la región más desigual del mundo, lo cual no quiere decir que sea la más pobre. Hay más pobreza en África, pero allí no existen esos núcleos de riqueza que hacen que una sociedad pueda ser extremadamente desigual. En América Latina sí existen. En algún momento del libro yo digo que esta región es desigual porque puede. Suena raro pero lo trato de desarrollar. Las economías latinomericanas son, desde 1500 por lo menos hasta ahora, economías de extracción y exportación de materia prima, desde la plata del Potosí hasta el petróleo y la coca, la soja y la carne que seguimos exportando. Los ricos que lo hacen necesitan poco a sus pobres para trabajar: con los avances técnicos, la mano de obra que se necesita es poca. Y tampoco necesitan a sus pobres para consumir, porque su mercado es externo. No necesitan a sus pobres ni para trabajar ni para consumir. Lo único que necesitan es mantenerlos lo suficientemente a raya para seguir extrayendo y exportando. En otros países, los ricos han necesitado más a los pobres para estas labores. Esa herida sigue absolutamente abierta, no ha cambiado mucho en los últimos siglos.

»Hay muchas más cuestiones, entre ellas la violencia. Se dice que Latinoamérica es la región más violenta del mundo y es falso. Hay cinco o seis de sus países que son más violentos que casi cualquier otro en el mundo y hay 14 o 15 que tienen una violencia en el promedio mundial. En México o Colombia hay 25 asesinatos por cada 100.000 personas al año. El resto está en la media mundial. Europa, por supuesto, tiene una media infinitamente más baja. España es uno de los países más seguros del mundo, aunque si ves los programas de la tele parece que estás viviendo en un matadero...

P. Y, junto a los ecos de desigualdad y violencia, de esa región nos han llegado también Borges, García Márquez, Octavio Paz...

R. Yo siempre digo que hay un afortunado misterio: efectivamente, la presencia y el peso culturales de América Latina son infinitamente mayores que su peso geopolítico y económico. En estos últimos términos no somos nada, el 5% de la población del mundo, el 6% del producto bruto... Pero está esa presencia cultural, no solo en literatura.

P. ¿Es optimista respecto al futuro de la región?

R. Yo en general soy optimista a mediano plazo, básicamente por una convicción historicista. Es muy fácil comprobar que en general vivimos mucho mejor que hace 200 años, muchísimo mejor que hace 1.000 años e infinitamente mejor que hace 2.000 años. Vamos avanzando. Yo ahora no puedo poseer a una persona, pegarle si me da la gana o mandarla a trabajar para mí todo lo que yo quiera, no puedo decirle a mi mujer lo que tiene que hacer con su dinero, a quién tiene que votar, que se quede en casa porque si no la mato... No puede haber un rey que te mande a la horca porque no le gusta tu cara... Hay infinitos progresos. No veo por qué eso se va a detener ahora. Todas las sociedades creen que han llegado a un punto culminante a partir del cual todo será degradación: esto es un clásico. Y al mismo tiempo piensan que el modelo en el que viven se mantendrá para siempre. Por eso yo siempre digo que nos resulta más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo. Pensamos que más allá del capitalismo no puede haber nada. Pero imagina cuán convencidos estarían en Francia en 1650, donde había un rey de derecho divino, de que eso iba a durar siempre. Si Dios, que es eterno, había decidido que Francia tenía que ser así, sería eternamente así... Cien años después dejó de ser así. Cada forma de organización social ha caído, ha cambiado, ha sido reemplazada...

»La trayectoria general de la Historia indica que vamos a mejor, pero esto es un planteamiento muy general y nada de lo que vemos en los periódicos podría sostenerlo, aunque quizá nos empeñamos en ver en los periódicos mucho más desastre del que hay... El otro día me llamó la atención una encuesta que decía que en España el 60 o 70% de la gente cree que la economía ha empeorado, pero luego, al ser preguntada por su situación personal, ese mismo porcentaje dice que está bien, que está mejor... Hay como una disfunción aquí: lo que te cuentan y lo que te crees es que está todo muy mal, pero luego dices que te va bastante bien...

"El buen periodismo forma parte de la literatura de la misma manera que una mala novela romántica no forma parte de ella: la voluntad de género no alcanza para que algo sea literatura"

P. Usted está en esa línea de escritores latinoamericanos que han tenido una relación muy estrecha con Europa: Borges, Cortázar, Vargas Llosa, Bolaño...

R. Parece que para los escritores argentinos Europa fuera un buen lugar donde morirse: Borges, Cortázar, Güiraldes, Saer... Al final de mi novela Echeverría hay una lista de los escritores argentinos que murieron fuera y son casi todos. Es una horterada que un escritor argentino se muera en Argentina. Durante mucho tiempo, la Argentina cayó en la confusión de creerse un país europeo mal ubicado en el mapa. De algún modo lo fue, en la medida en que la sociedad que se armó a partir de 1900 era al 80% de origen europeo, lo cual no la hacía ni mucho mejor ni mucho peor. La mayoría de esos europeos eran campesinos muertos de hambre que tampoco hacían grandes aportes a la cultura letrada. Ahora, la mayoría de los argentinos ve en Europa la oportunidad de salvarse de un país que no para de caer. Muchos miles de personas, incluso gente que tiene una situación más o menos cómoda, están viniendo a vivir aquí. Y todos te dicen lo mismo: vienen para darles a sus hijos un futuro más o menos posible. Argentina es un país que se armó alrededor de su confianza en su futuro. Ese fue su eje y ese eje se quebró en mil pedazos.

P. Después de todo lo que usted ha escrito, ¿que tiene que decir sobres esas zonas de intersección entre el periodismo y la literatura? ¿El periodismo es un género literario?

R. El buen periodismo forma parte de la literatura de la misma manera que una mala novela romántica no forma parte de ella. La voluntad de género no alcanza para que algo sea literatura. Si fuera así uno tendría que pensar que las canciones de David Bustamante son literatura porque vienen más o menos rimadas..., pero no se podrían comparar muy bien con las coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique. Hay un corte que para mí es más longitudinal: yo creo que es literatura lo mejor de cada género, aquello que busca formas distintas, formas nuevas e interesantes, da igual que sea en poesía, no ficción, teatro...