Una sola mujer

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Una mujer rodeada de hombres: cien fotos que muestran la soledad de las pioneras

En el impactante volumen 'Una sola mujer', que cubre casi dos siglos, la escritora y documentalista Immy Humes ofrece un original estudio de género

2 octubre, 2022 01:44

"Soy más conocida por la maldita foto que por ochenta años de trabajo", afirmó en una ocasión la artista Hedda Sterne. Figura destacada del expresionismo abstracto estadounidense, su imagen se popularizó a mediados del siglo XX por aparecer en la fotografía de una protesta ocurrida en 1951 contra el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. "Al llegar, todas las sillas llevaban un nombre, pero no había ninguna para mí. No era un hecho premeditado y encontraron algo en lo que subirme de pie, al fondo", relató sobre aquella instantánea en la que, subida sobre un peldaño, su figura sobresalía por encima del resto de hombres que aparecían junto a ella, como Jackson Pollock, Mark Rothko o Willem de Kooning, entre otros.

El de Sterne es uno más de los casos de un fenómeno que la escritora y directora de documentales, Immy Humes, observó casi por casualidad: retratos fotográficos de grupos masculinos que incluían únicamente a una sola mujer. Reunidos, precisamente bajo este epígrafe, Una sola mujer (Phaidon), la documentalista recopila en un volumen cien imágenes –acompañadas por una breve historia de cada una de las protagonistas que los integran–, que desde 1862 hasta 2020 ratifican su teoría.

"A pesar de la enorme variedad de épocas, lugares, profesiones y culturas, existe un patrón común –explica ella misma en el prólogo–. Los mismos grupos de hombres y una sola mujer, una y otra vez. Esa tensión entre repetición y particularidad es uno de los extraños placeres de ver las imágenes en su conjunto".

Anna Searcy, la primera mujer en ingresar en la Facultad de Medicina de la Universidad de Misuri.

Anna Searcy, la primera mujer en ingresar en la Facultad de Medicina de la Universidad de Misuri. Cedida por Phaidon

Una poeta junto a Einstein

Un recorrido fotográfico que nos permite, además, bucear en algunas historias. Amiga íntima de Marcel Proust y Jean Cocteau, la poeta Anna de Noailles fue la primera mujer en recibir la Legión de Honor francesa en 1931. Princesa rumanogriega de nacimiento, De Noailles se codeó con la élite parisina y obtuvo el Gran Premio de la Académie Française en 1921. "Actualmente –señala Humes– apenas se conoce su obra". Su imagen es una de las más curiosos de este libro repleto de pequeños y grandes tesoros porque, rodeada de otros eminentes científicos, estadistas y académicos de la época, aparece sentada junto a Albert Einstein en el centro de una instantánea de 1922.

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Personajes como la célebre y escandalosa Colette, o como la también escritora Nathalie Sarraute, que posa junto a Samuel Beckett y otros 'nuevos novelistas' en el París de 1959, comparten páginas con De Noailles y Sterne. Dorothy Parker, por ejemplo, era famosa por ser la única mujer del grupo de artistas conocido como 'el círculo vicioso', con quienes aparecen en una imagen en 1938 en un hotel de Nueva York, y la asistente editorial Stella Levy solía presumir de aparecer junto a la Generación Beat, con rostros como Allen Ginsberg y Peter Orlovsky en la legendaria librería City Lights.

Stella Levy, en San Francisco en 1965.

Stella Levy, en San Francisco en 1965. Cedida por Phaidon

"Al publicar la foto del talentoso Larry Keenan, el Chronicle organizó aquella reunión frente a City Lights, el panteón de los poetas. Fui la primera mujer que trabajó en City Lights y después LF –Lawrence Ferlinghetti– me contrató para ser su primera asistente editorial. Lawrence enfadó a muchos de los hombres al insistir en que saliera con él en la foto. No sé si se invitó a alguna mujer poeta, pero no vino ninguna", recordaba la propia Levy sobre aquella icónica imagen.

De abogadas y forajidas

En la investigación de Humes encontramos, además, imágenes curiosas como la de Virginia Wright. Conocida también como Bobbie Bates o Billie Bates, esta mujer había sido fotografiada en 1931 durante su detención junto a otros diez hombres en una comisaría de Nueva York, acusados de haber cometido un robo.

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"La policía –cuenta la documentalista– afirmó que habían confesado más de un centenar de robos en los barrios de Brooklyn y Queens de Nueva York. Los atraparon porque los hombres empezaron a disparar a las ventanas en señal de frustración cuando solo consiguieron siete dólares en un robo".

En el lado opuesto de la ley, una abogada. Ethel Benjamin posa sonriente en en Dunedin (Nueva Zelanda) en el centro de una escena rodeada de hombres con togas, sombreros de copa, pelucas y otros complementos. Es 1902 y Benjamin se había convertido pocos años antes en la primera mujer en ingresar en la Facultad de Derecho del país.

Mrs. Fairfax, Cook, Harrison’s Landing, Virginia, USA, 1862.

Mrs. Fairfax, Cook, Harrison’s Landing, Virginia, USA, 1862. Library of Congress

"Cuando me enteré de que no podía ejercer la abogacía por ser mujer, me indigné profundamente y supongo que, como buena descendiente de Eva, que me prohibiesen la fruta solo la hacía más apetecible, así que eso me empujó a perseguir con más ganas la profesión de abogada", ironizó ante las dificultades que tuvo que atravesar para poder llegar a aquella fotografía.

El camino de las pioneras

Pero primeras mujeres, es decir, pioneras, hay muchas. Como Laufey Valdimarsdóttir, la primera mujer en completar la educación secundaria en Islandia, o Anna Searcy, la primera en ingresar en la Facultad de Medicina de la Universidad de Misuri. Su presencia, fotografiada en 1897, llama la atención porque un extravagante sombrero sobresale sobre el resto del grupo. En 2018 la facultad donde se graduó inauguró un premio anual que lleva su nombre. El diseño del trofeo tenía la forma de aquel tocado.

Jane Campion, en el Festival de Cannes.

Jane Campion, en el Festival de Cannes. Cedida por Phaidon

Buceadoras como Margaret Naylor que, conocida como "la chica del pijama de hierro", empezó a bucear durante la Primera Guerra Mundial, destacan en este recorrido en el que hay profesiones de todo tipo. También, cómo no, artistas como Komako Kimura, galeristas como Simone Kahn Breton, diseñadoras textiles como Gunta Stölzl, la única mujer ascendida a 'maestra' en la mítica escuela de arte y diseño alemana, Bauhaus, o fotógrafas como Ming Smith, la primera y única mujer durante veinte años en formar parte del colectivo Kamoinge Workshop, un grupo de fotógrafos negros formado en 1963. Smith fue además la primera mujer negra a la que el Museo de Arte Moderno de Nueva York le compró una obra.

El extenso recorrido incluye también a físicas como Leona Woods, que ayudó a construir el primer reactor nuclear y la bomba atómica, o Ellen Swallow Richards, química ambiental que en 1900 posaba junto al personal de Química del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Pero también hay en el libro imágenes más recientes, como la de la jugadora de fútbol americano, Sarah Fuller, que en el año 2020 tuvo que debutar en el equipo masculino de la Universidad de Vanderbilt (Nashville), o la neozelandesa Jane Campion, que en 2007 posaba junto a treinta y dos cineastas en el sexagésimo aniversario del Festival de Cannes. Entre todos aquellos hombres, recuerda Hume, una sola mujer. Una realidad cada vez menos frecuente pero de cuya existencia dan fe todas estas historias.