Filósofos-Jóvenes

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Letras

¿En qué piensan los filósofos del futuro?

Del ecologismo a la biotecnología o al reto de redefinir las relaciones sociales en un contexto de crisis, una nueva generación de pensadores agita y siembra los debates del futuro

2 noviembre, 2020 09:02

Hoy más que nunca la reflexión debe ser la brújula para determinar qué sociedad queremos habitar en el futuro. Y la respuesta a estos interrogantes múltiples y cambiantes está en una nueva hornada de pensadores que dialogan con la realidad mediante una filosofía en contacto con los problemas sociales, políticos y económicos de nuestro presente. El Cultural ha pedido a grandes intelectuales de hoy como Fernando Savater, Javier Gomá, Adela Cortina, Ignacio Gómez de Liaño o José Antonio Marina que elijan a quienes conformarán las ideas del porvenir. Estos son 10 de los jóvenes filósofos cuyas reflexiones e investigaciones marcarán el pensamiento y los debates de las próximas décadas.

Jorge Freire

Madrid, 1985. Filósofo de formación escribe en Escribe en El Mundo, Letras Libres y El País y lleva un blog de libros en The Objective. Ha publicado una biografía intelectual de Edith Warthon y el ensayo sobre Arthur Koestler Nuestro hombre en España. Con Agitación (Páginas de Espuma, 2020) ha ganado el Premio Málaga de Ensayo.

"Mi obra es, por un lado, una ontología del presente, por decirlo con la expresión que usó Foucault en su célebre conferencia sobre Kant. Por otro, es una tentativa de consolatio, aquel género de la Antigüedad que buscaba sosegar a un lector intranquilo, sirviéndole de aldabonazo para edificar una vida serena y razonable. ”, afirma Freire, para quien la filosofía es inútil si no sirve para entender el mundo y cómo vivir bien en él. Una necesidad que, a su juicio, se ha demostrado urgente en esta pandemia. “En toda situación de crisis, las personas buscan respuestas. Hay quien se echa en brazos de explicaciones facilonas, pero también quien decide reflexionar a fondo, y hoy hay gran demanda de textos filosóficos, porque las grandes preguntas nunca cambian”.

No obstante, opina que muchas veces no se conecta con el lector porque se le ofrecen mazacotes plúmbeos que solo interesan a iniciados. "¿No decía Platón que la filosofía es el único saber que tiene alas? Pues gran parte de lo que se publica no es ligero, precisamente, sino grave e indigesto. Por otro lado, se olvida con frecuencia que la filosofía es una rama de la literatura. Hay que echarle mucha voluntad para aguantar la insufrible jerga académica. La prosa filosófica también debe contar con una cierta voluntad de estilo", se queja.

De cara al futuro, piensa que los caminos del pensamiento filosófico dependerán de la propia sociedad, que debe “preguntarse qué tipo de vida queremos de cara a la cuarta revolución industrial. De no hacerlo, se impondrán una serie de ideas inerciales que, desde hace tiempo, sobrevuelan en círculos el debate como abandonar el trabajo en manos de una tecnocracia sansimoniana o fiarnos a naipe limpio de los nuevos arúspices, que en lugar de escrutar las entrañas de las ocas se afianzan en las predicciones del Big Data… ¿Echarán los filósofos su cuarto a espadas?".

Eurídice Cabañes

Valencia, 1983. Especializada en Filosofía de la Tecnología , Máster en Lógica y Filosofía de la Ciencia y en Neurociencias y doctora con la tesis La tecnología en las fronteras en la Universidad Autónoma de Madrid. Es presidenta de ARSGAMES en México y fue asesora y colaboradora en el Centro Multimedia de CENART y fundadora de la Fábrica Digital El Rule. Investiga varias disciplinas, entre ellas filosofía, arte, tecnología y ciencias cognitivas.

Investigadora de las intersecciones entre filosofía, arte, tecnología y ciencias cognitivas, Cabañes sostiene que “para comprender la realidad no nos sirve una única mirada, o una única herramienta, necesitamos una caja de herramientas completa y colaborar entre diferentes personas y equipos, cuanto más diversos mejor”. Por eso, se centra en varios campos, aunque su principal objeto de estudio es la tecnología, pues “en un momento en el que absolutamente todas las facetas de nuestras vidas están tecnológicamente mediadas, pensar la tecnología desde una perspectiva crítica es imprescindible”.

Es este pensamiento crítico el elemento de la filosofía que la pensadora considera más relevante, ya que si bien reconoce que "la filosofía no va a darnos las respuestas que esperamos en tiempos de incertidumbre, sí puede darnos las preguntas sobre las que pensar el mundo que nos rodea. Especialmente en un tiempo en el que el solucionismo tecnológico está tan presente y la tecnología cambia tan rápido, la filosofía debe anticiparse construyendo la crítica para un futuro que aún no ha llegado", resume. "Debemos plantear, marcos desde los que pensar las nuevas tecnologías por llegar, anticipar las cuestiones éticas y su impacto en la realidad y los sujetos".

Proyectándose hacia este futuro, Cabañes opina que la tecnología actual y las promesas que promete la biotecnología "plantearán interesantes preguntas, desde las ontológicas, como qué significa ser humano o si un robot completamente biológico es una máquina o un ser vivo, hasta las éticas, como si deberían tener derechos inteligencias no humanas, si debería una empresa privada tener control de nuestros procesos cerebrales o si es ético patentar un ADN”. Además, apunta que este salto de la tecnología en base a silicio a las biotecnologías dota de nueva perspectiva a "todas las preguntas sobre quién controla los grandes perfiles de datos y los algoritmos que los gestionan o cuáles son los procesos de manipulación de la opinión pública a través de los mismos y las vuelve aún más complejas".

Clara Navarro

Madrid, 1989. Licenciada en Filosofía, Máster de Estudios Avanzados en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, y doctora con una tesis sobre los límites del capitalismo como sistema civilizatorio. Sus investigaciones e intereses se centran fundamentalmente en la posibilidad de estudiar el capitalismo como una forma de praxis social desde una perspectiva interseccional.

En una sociedad marcada por la provisionalidad que, “cual bróker de Bolsa”, no parece capaz de pensar y proyectarse más allá de un horizonte temporal de escasos días, Clara Navarro sostiene que la filosofía, por su universalidad y capacidad de diagnóstico, “puede ser una disciplina útil para acallar el ruido de lo inmediato y ayudar a conformar horizontes de futuro”.

Un porvenir cuyos interrogantes socioeconómicos trata de dilucidar mediante el estudio de un sistema, el capitalismo contemporáneo, que describe en crisis. “Busco identificar las aristas de nuestro sistema socioeconómico actual intentando atender a las voces que, más allá de lo institucional, llevan tiempo poniendo de relieve la necesidad de un cambio profundo en nuestro modo de relacionarnos entre nosotros y con el mundo que nos rodea”, explica.

En este sentido, asegura que en los próximos años "seguirá aumentando el interés por todo lo relacionado con las implicaciones éticas de la labor científica y tecnológica y con el problema del cambio climático". Pero en cuanto al el futuro de la filosofía social, cree que se encuentra en el estudio de “los cortocircuitos entre el estatuto de ciudadanía y el trabajo asalariado (precariedad, exclusión, diferenciación desigual por cualesquiera razones) y sus correspondientes consecuencias está llamada a colaborar en los diagnósticos de presente y futuro con el resto de áreas de las ciencias sociales".

Ernesto Castro

Madrid, 1990. Profesor de filosofía en Universidad de Zaragoza, Máster en Filosofía Analítica por la Universidad de Barcelona y doctor por la Complutense. Colabora en diversos medios periodísticas y académicas y ha publicado varios libros, los más recientes, Realismo poscontinental: Ontología y epistemología para el siglo XXI (su tesis) (Materia Oscura, 2020) y Ética, estética y política (Arpa, 2020).

Ocupado en la escritura de unos diálogos “a la manera platónica” y en prólogo y epílogo para su libro Contra la postmodernidad (2011), que se reditará en 2021 coincidiendo con el 10º aniversario del 15-M, en cuya acampada nació el texto, la filosofía de Erensto Castro oscila entre “la crítica de la posmodernidad y la reivindicación del realismo” y “el uso de estilos literarios que vayan más allá de ese corsé mental llamado ‘paper académico’”.

Defiende que más allá de abrirse nuevas vías para acceder a los documentos, “a través del pirateo en internet, que es una maravilla”, o para fijar el trabajo oral propio “a través de YouTube, la imprenta de la oralidad”, la filosofía sigue en esencia siendo igual que en el siglo V a. C., "estudiar se sigue estudiando clavando los codos".

Sin embargo, el ensayista se pone serio para afirmar que en España “no hay tradición, sino solo traducción de filosofía. La mayoría de los trabajos académicos que se hacen bajo ese rótulo son filológicos o historiográficos: una historia de tal o cual concepto, un comentario a tal o cual clásico, etcétera. Junto a esa filología o historiografía académica hay unos filósofos mundanos que realmente ejercen como coachers o confesores”, se queja. “En ese sentido, el futuro de la filosofía es muy negro. Salvo que los filósofos reaccionen enérgicamente contra esta situación, la filosofía está condenada a disolverse a medio camino entre la doxografía y la
autoayuda”.

Inmaculada Hoyos

Granada, 1983. Profesora, licenciada y doctora en Filosofía por la Universidad de Granada, sus intereses de investigación giran en torno a la historia de la filosofía de las pasiones, con especial atención a las corrientes del final de la antigüedad (cinismo, estoicismo…) y a la filosofía moderna (Spinoza) y contemporánea (s. XIX, Nietzsche; Foucault). Ha publicado Sobre el amor y el miedo: tópicos antiguos y enfoques modernos (Avarigani, 2016).

“La historia de la filosofía de las emociones nos ayuda a comprender mejor nuestro pasado y presente afectivo y así a limitar nuestras servidumbres, pues nos permite elegir con mayor criterio y entendernos mejor a nosotros mismos”, explica a Inmaculada Hoyos, cuyo trabajo compara las concepciones del amor, el miedo y el coraje en tiempos helenísticos y entre Spinoza, Nietzsche y Foucault. “El estudio de la tradición filosófica sigue ofreciendo hoy perspectivas útiles cuando tratamos de dar respuestas a cómo es posible vivir, por ejemplo, en una situación como la provocada por la pandemia”, afirma, pues, aunque reconoce que “no hay soluciones a los aspectos médicos, sanitarios o económicos, sus reflexiones nos hacen estar mejor equipados, para convivir con la incertidumbre, el riesgo, la enfermedad y el miedo”.

Más allá de los temas, Hoyos se muestra pesimista en cuanto al desarrollo futuro de su disciplina, pues asegura que “hay un modo de entender y de hacer filosofía, los ensayos filosóficos, que va a quedar relegado a un segundo plano. Aunque parezca una locura, escribir libros casi se penaliza en el desarrollo de una carrera investigadora en filosofía, no sólo aquí en España, sino en todas partes. Y privarnos de esta forma de hacer y entender la filosofía, de siglos de historia y sabiduría, al igual que renunciar al estudio crítico de la tradición filosófica, nos va a volver mucho más indefensos, mucho más ignorantes y mucho más esclavos”.

Federico Rodríguez

Cádiz, 1983. Profesor de filosofía en la Universidad de Sevilla, centra sus investigaciones en la metafísica, la teoría política y la estética. Fue investigador posdoctoral en Chile y Francia. Ha publicado los libros Cantos cabríos. Jacques Derrida, un bestiario filosófico (Fondo de Cultura Económica, 2015) (su tesis, que gano el Premio Nacional de Ensayo en Chile, donde ha dado clases) y Letal e incruenta. Walter Benjamin y la crítica de la violencia (Lom, 2017).

Poco amigo de la compartimentación de la filosofía, Federico Rodríguez la considera dotada de “un profundo descentramiento, una 'libertad' que hoy en día no interesa en términos académicos. En la universidad se exige la especialización, siendo la interdisciplinariedad, en muchos casos, el batiburrillo del sector servicios y del networking”. Más allá de esta situación, asegura que: “cualquiera que hace filosofía se sumerge, en un sentido conceptual, en problemas estéticos, políticos, lógicos; al mismo tiempo, se podrá interesar tanto por los últimos desarrollos de la obra de Butler o de García Calvo como por las nuevas lecturas de la teoría de las ideas platónica. Además, más allá de sí misma, la filosofía se relaciona con otras disciplinas, existiendo quienes han tenido grandes pensamientos desde las composiciones de Wagner o Cantor”.

En este sentido, también guarda sus balas para el tratamiento que se le da en ciertos sectores, afirmando que, en todo caso, no se debe “confundir el vaivén coyuntural de la filosofía en los planes de estudio, la relación de simpatía o de hostilidad, respecto a su enseñanza, con el Gobierno de turno, con la actividad filosófica: no son la misma cosa, aunque lo primero determine decisivamente lo último”. Respecto a su supuesta influencia en la actualidad, opina que “salvo contados e ilustres casos, como cuando, por ejemplo, tras la caída del Muro, los lituanos convirtieron la Crítica de la razón pura de Kant en súbito bestseller, o como esa vez que a Lenin le dio por ponerse a leer en Berna la Ciencia de la lógica de Hegel, la filosofía creo que no ha sido demasiado influyente. Las ideas sí lo son, pero no son su propiedad”.

Mirando hacia el porvenir, aunque sostiene que “si bien pudieran existir lo que se denomina los grandes problemas de la humanidad, éstos no vienen dados, sino que es preciso reformularlos siempre para que quieran decir algo de verdad”, mirando hacia el porvenir considera que la ocupación del pensamiento se centrará quizá en “la ecología, es decir, en la posibilidad real de extinción de la vida que conocemos. Siendo un asunto que desde finales del siglo XIX aparecía asociado a los desarrollos de la termodinámica, es algo que se ha ido agudizando a partir de la experiencia de la efectiva destrucción del planeta. Por ejemplo, acuérdese de la reacción de Arkady en El adolescente de Dostoievski: tras convencerse de la futura conversión de la Tierra en una roca helada, considera fatuo el ejercicio de la política, etc., cuando es justamente ahí donde ésta gana toda su verdad”.

Angélica Velasco

Valladolid, 1986. Profesora, licenciada y doctora en Filosofía por la Universidad de Valladolid y Máster en Estudios de Género y Políticas de Igualdad por la Universidad de Salamanca. Sus intereses de investigación se centran en el ecofeminismo, la ética y los derechos de los animales. Ha editado Hacia una cultura de la sostenibilidad: análisis y propuestas desde la perspectiva de género (Universidad de Valladolid, 2015) y publicado La ética animal. ¿Una cuestión feminista? (Cátedra, 2017).

La emergencia climática, la desigualdad entre hombres y mujeres y nuestra relación violenta y explotadora con los animales son los temas que centran las investigaciones de Angélica Velasco, que asegura que la Filosofía moral y política le ha aportado “la capacidad de pensar y razonar de forma crítica y me permite trabajar por un mundo mejor, conectando la reflexión con la realidad social”.

En este sentido, la pensadora entiende la filosofía como un ejercicio activo. "Si no enseñamos a las personas a pensar, creamos una población manipulable y las tiranías están a la vuelta de la esquina cuando la ciudadanía no piensa de forma autónoma y razonada. En tiempos de redes sociales, de noticias en unos pocos caracteres, es más urgente que nunca conocer nuestra historia, conocer la Filosofía y formar una ciudadanía comprometida con los valores democráticos que cuestione, que contraste, que critique y que se movilice”, asegura.

Para lograrlo, opina que la filosofía debe modernizarse a nivel educativo, de que “se entienda como un saber vivo y los estudiantes vean la utilidad para su vida diaria. Muchas veces, nos limitamos a los textos, pero también el cine, la literatura o incluso la cultura popular son materiales fundamentales para la reflexión filosófica”, sostiene. Sobre las reflexiones del futuro, destaca la emergencia climática, porque “cuando no haya mundo porque el egoísmo consumista haya acabado con la naturaleza, ya no habrá personas que filosofen. Si queremos que la filosofía tenga futuro, deberá tener futuro también la Tierra y la humanidad”.

Julio Martínez-Cava

Madrid, 1990. Licenciado en Filosofía por la Universidad de Barcelona, Máster en Historia Contemporánea y doctor en Sociología. Actualmente investiga sobre republicanismo y socialismo a través del trabajo de E. P. Thompson (de quien prologa el libro Costumbres en común, Capitán Swing, 2020) y de otros historiadores marxistas británicos.

A caballo entre la filosofía política y la historia social del pensamiento se desarrolla el trabajo de Julio Martínez-Cava, que trata de comprender “en qué sentidos las trayectorias históricas, los ciclos políticos y los cambios sociales delimitan el campo de juego en el que emergen las teorías filosóficas. Es decir, que el pasado no está muerto, sino que es una vasta reserva de energías que pueden pesarnos como un lastre, pero también ponerse de nuestro lado”.

En este sentido, el pensador defiende, en comunión con Manuel Sacristán y Gustavo Bueno, que “la filosofía es un saber de segundo grado: mastica, procesa y sintetiza materiales que no genera ella misma, y su discurso detecta y discute los fundamentos y los límites de otras disciplinas”. Sin embargo, y aunque asegura que las humanidades en la enseñanza sufren tiempos duros, apunta que “la victimización o las fórmulas cliché como que ‘la filosofía nos enseña a pensar’ no han llevado muy lejos, y a veces esconden un elitismo poco disimulado. Hacen falta ideas nuevas para revitalizar el pensamiento en la sociedad”.

De cara al futuro, y aunque asegura sentirse “muy lejos de esos gurús profesionales que continuamente sacan la bola de cristal”, sí afirma que “hoy en día enfrentamos unos grandes desafíos que ponen en peligro el ejercicio del pensamiento filosófico. No por casualidad, el origen de la filosofía está vinculado a la historia de la democracia. Pero la Filosofía es combate, siempre lo fue. Y ahí estaremos”.

Ana Carrasco

Madrid, 1979. Profesora y licenciada y doctorada en Filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid, con una tesis sobre el mal en la filosofía de Schelling dirigida por Félix Duque. Actualmente su línea de trabajo se centra en la crueldad en la destrucción de la identidad. Ha publicado varios libros, entre ellos, Fuera de sí mismas. Motivos para dislocarse (Herder, 2020) y Presencias irreales. Simulacros, espectros y construcción de realidades (Plaza y Valdés, 2017).

Enfrentada en su trabajo a conceptos como el bien, la justicia, la verdad la belleza —y a sus contrapartes el mal, la injusticia, la falsedad y la fealdad— cuyo rastro subjetivo busca en la historia del pensamiento, especialmente en el idealismo alemán y el romanticismo, Ana Carrasco opina que hoy en día "la filosofía se enfrenta al reto de dislocar las dinámicas tácitas de una época atravesada por los avances tecnológicos y la aceleración que también la afecta. Creo que la dificultad es la de poder tomar distancia y al mismo tiempo 'parasitar' esas dinámicas. La Filosofía debe desarrollarse desde un afuera 'estando dentro', en el corazón mismo de nuestras sociedades".

En este sentido, la pensadora considera que su influencia solo existe cuando más allá de leerla y aprenderla, se le hacen preguntas. “Decía Nietzsche decía que la filosofía era intempestiva. Creo que debe ser ante todo inoportuna porque importuna, es decir porque interrumpe automatismos y nos lleva a replantearnos el presente mediante preguntas que permitan colocar las piezas con conciencia y voluntad para construir el futuro”. Un futuro que debe crearse respondiendo a las preguntas adecuadas, que en su opinión transitan por derroteros infinitos, pues "siempre son los mismos, solo que aparecen reformulados según nuestro contexto: no son los urgentes ni los actuales, sino los importantes, literalmente, los que "portamos dentro'".

Temas, ahonda, como "el daño, la pobreza, la desigualdad, la justicia, el sentido de la vida, la muerte, el disenso y el consenso, la libertad, qué sociedad queremos, la relación de estado y economía, la naturaleza… son las preocupaciones que nos mueven y conmueven y que se reelaboran bajo la forma del ecofeminismo, el transhumanismo, la filosofía política o las implicaciones de las nuevas tecnologías”.

Jorge Costa

Cádiz, 1984. Profesor en la Universidad de Málaga y doctor en Filosofía con una tesis sobre la Generación del 14 y la teoría de las generaciones de Ortega y Gasset. Ha realizado estancias de investigación en Francia y como docente en Chile y ha publicado el volumen La educación política de las masas (Siglo XXI, 2019).

“La filosofía no es únicamente una disciplina académica, sino que es una práctica que ayuda a cualquier persona a ser más responsable —como decía, Ortega a ‘estar a la altura de nuestro tiempo’—, pues permite reflexionar sobre aquello que nos mueve a actuar y nos da explicaciones, siempre provisionales, acerca de por qué el mundo es como es”, sostiene Jorge Costa, especialista en sociología de la filosofía, es decir en intentar comprender que convierte a un intelectual o pensador en tal.

En este sentido amplio de la tarea del pensar, el pensador celebra “las múltiples y crecientes experiencias de hibridación entre filosofía y ciencia. En ambos sentidos: una filosofía que ofrece herramientas de reflexividad para el trabajo científico y que también es capaz de utilizar métodos científicos para modelar su propio material de reflexión”.

Sobre los derroteros futuros del pensamiento, aunque afirma que es difícil pronunciarse augura que “la relación entre conocimiento experto, poder y ciudadanía va a seguir estando en el centro de atención en los próximos tiempos. Pienso en la sostenibilidad de nuestra relación con el medio ambiente, los riesgos de la investigación científica, el lugar de los expertos en nuestros sistemas políticos y en nuestros entornos cotidianos... Esos problemas de fondo seguirán estando ahí bastante tiempo".