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Letras

Sofi Oksanen y la otra sociedad posible

Su novela 'Norma' fija un retrato inquietante del mundo actual y nos recuerda que el ser humano en un proyecto inacabado

27 octubre, 2020 09:17

NormaSofi Oksanen

Traducción de Laura Pascual. Salamandra. Barcelona, 2020. 352 páginas. 20 €. Ebook: 9,99 €

El lector cierra este libro, publicado originalmente en finlandés en 2015, con una sensación inquietante. No es la inquietud proveniente del monigote que la vocinglera política ha hecho del ciudadano, sino que nace en los fondos del vaso humano, donde la identidad personal y social busca incesantemente el equilibrio. Los seres humanos somos un proyecto inacabado, como viene mostrando la lucha por el reconocimiento social de gays y lesbianas y de otros colectivos, y en las buenas novelas es donde el progreso de esa pugna se va revelando.

Sofi Oksanen (Jyväskylä, 1977) sitúa su aportación temática en un escenario social finlandés, Helsinki, que reconocemos por su parecido al del resto de las capitales europeas, divididas por el dinero. Las zonas urbanas de consumo, donde las cadenas de ropas se alternan con las de perfumerías y los asépticos locales donde se consumen capuchinos y se usa el wifi, y las zonas urbanas pobres, pobladas por gentes que trabajan en servir a la mitad privilegiada. Demasiadas en ambas partes necesitadas de la ayuda de los fármacos para sobrevivir a depresiones y cansancios. 

La autora, finlandesa de madre estonia, atrae al lector por su radical compromiso social, concretamente la decidida defensa de la mujer, y su original manera de representar la sociedad presente. Sus obras poseen esa semilla que germina en los textos de calidad, que conlleva el talento literario, esa mezcla de exquisita sensibilidad e inteligencia que se manifiesta en una expresión verbal que consigue despertar el interés de los lectores que siguen preocupados por conocer la verdad sobre su mundo, y que no se han perdido en el presentismo informativo de las redes sociales.

Oksanen aborda en Norma con todos los recursos literarios a su disposición el tema de la mujer seducida, doblegada, por la cosmética, por la necesidad originada en el más arraigado paternalismo, la obligación de verse bien para satisfacer al hombre. El principal recurso literario que utiliza recuerda a Gabriel García Márquez, al denominado realismo mágico, pues a Norma, la protagonista de la novela, le crece el pelo continuamente, tanto que necesita cortárselo a diario para que los demás no sepan de esta condición, y además en las situaciones tensas le crece más deprisa y se le riza, lo que produce una tirantez en su cuero cabelludo.

Oksanen aborda en 'Norma' el tema de la mujer seducida, doblegada por la obligación de verse bien para satisfacer al hombre

Otro recurso proviene de la novela negra. Su madre, Anita Ross, trabaja en una peluquería, Rizos mágicos, donde vende el pelo de la hija, que los jefes creen que viene de un secreto proveedor ucraniano, y cuando se suicida, o la suicidan, mejor dicho, por otro enredo —los criminales además trafican con bebés, alquilando vientres en países pobres— ella, Norma, toma su lugar, y experimenta la cosificación de la mujer. Junto a la dependencia de la laca y del cuidado del pelo, descubre el horror de la supeditación económica. Así, el realismo del escenario, el crecimiento del cabello, y la trama oscura de los traficantes se unen en un texto, como dije, de extraña pero placentera configuración.

Oksanen es una escritora feminista que aporta rigor a la causa. Su novela Purga (2011), que la hizo famosa en el mundo de las letras, transcurre en la Estonia de 1992, que se acaba de liberar de la dominación rusa. Asombró la crudeza con que presenta la condición de la mujer en el país dominado, el maltrato sufrido por Aliide, una anciana, y por Zara, su sobrina nieta, cuando la república báltica consigue liberarse de los invasores eslavos. El realismo que exhibía esa novela reaparece en Norma, al igual que la forma de la obra, construida a base de pequeños fragmentos narrativos. Esta falta de continuidad en la secuencia argumental obliga al lector a hilar los sentimientos y sensaciones de los personajes buscando en un oscuro espacio de emociones encontradas, no a descubrirlas en nuestro habitual entorno racional.

Textos como el presente me recuerdan los de escritoras como Bernardine Evaristo, Zadie Smith o Chimamanda Ngozi Adichie, entre otras. Novelas, donde entendemos que junto a la lucha por la vida, cuando las sociedades occidentales van perdiendo su uniformidad étnica, el ser humano necesita reconfigurar sus coordenadas personales, y orientar decididamente la proa del progreso humano rumbo a lo desconocido.