Manuela Buriel

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Letras

Manuela Buriel y la narrativa necesaria en 2020

'Animales feroces' es un libro estupendo, perturbador y diáfano. Buriel merece estar en el centro de la narrativa que necesitamos, en 2020, ya.

25 mayo, 2020 07:36

Animales ferocesManuela Buriel

Aristas Martínez Ediciones. Madrid, 2020. 224 páginas. 21 €

Reconforta que, por una vez, el nombre de un autor o autora importante pase desapercibido a los radares canonizadores de este país por la mejor razón posible, a saber: que así lo ha decidido él mismo. Manuela Buriel, quien firma este Animales feroces minuciosamente editado por Aristas Martínez, había sido antes integrante del llamado Colectivo Juan de Madre (un colectivo al que cabe suponer, ejem, unipersonal), y no es sino el alter ego de un escritor cuyo nombre real permanece oculto bajo otros muchos. Por otra parte, sus estrategias a la hora de publicar son muy meditadas: solo colabora con sellos amigos (primero Sloper, y desde hace años Aristas), ha tomado su propia iniciativa editorial con una colección inclasificable, y ha experimentado con el fanzine.

Y lo más importante: su literatura sintoniza con corrientes de pensamiento audaces, sin miedo a redefinirse de título en título a medida que crece, con la consecuencia de resultar desconcertante para el mercado, la crítica convencional o parte de los lectores. Por la misma razón, el impacto de títulos como New Mynd o El Barbero y el superhombre (una novela en la que Superman se enfrenta a su némesis Foucault: mejor no pregunten y léanla) entre otra parte reducida, pero significativa, del público ha generado un prestigio creciente, merecidísimo y fidelizante.

Animales feroces se presenta como una “fábula comunista” protagonizada por un adolescente que se siente a disgusto con su cuerpo y cuya lucidez lo lleva a despreciar una civilización forjada sobre la explotación de unos humanos sobre otros, y de la Naturaleza bajo todos ellos. En el entorno de un colegio pijo de ciudad que contrasta a cada paso con sus orígenes proletarios y de pueblo, este muchacho de sensibilidad exquisita se adentrará junto a su amiga Tengu en un camino de transformación y revolución comunista, sí, pero también multiespecista y amoroso, lo que no significa que esté desprovisto por completo de crueldad.

'Animales feroces' es un libro estupendo, perturbador y diáfano. Buriel merece estar en el centro de la narrativa que necesitamos, en 2020, ya

Para quienes hemos leído a la bióloga y filósofa feminista Donna Haraway, el libro funciona como un diálogo con sus mejores ideas: habla de la creación de "parentescos raros" con animales, de cuerpos fluidos, del ser humano como parte del gran compost que es la vida en la tierra, e incluso desarrolla una metáfora grata a Haraway, la del tejido y las cuerdas que pueden ser atadura o red. Pero no hace falta intuir esto para abrirse a la escritura de Buriel, al tono claro que imprime a su voz adolescente (emparentada con Piel de plata de Javier Calvo), a la honestidad con que celebra el fervor y la rabia del descubrimiento del mundo.

Este podría ser un verdadero libro juvenil, un libro alegre y serio, perturbador y diáfano. Además, introduce otra vuelta de tuerca al concepto de autoría que maneja Buriel/de Madre/etc. Es otro libro estupendo y quizás sea hora de desbaratar la voluntad del autor, situándolo donde merece: en el centro de la narrativa que necesitamos ahora, en 2020, ya.