VICTORIA LEON

VICTORIA LEON

Letras

Secreta luz

Victoria León presenta una poesía sobre la ausencia que es presencia, desnuda y con tensión cincelada en la imagen con la palabra definitiva y sola

17 junio, 2019 09:11

Victoria León
Premio Iberoamericano Hermanos Machado
Fundación José Manuel Lara
Sevilla, 2019. 78 páginas, 11, 90 €

Arranca fuerte Victoria León (Sevilla, 1981), entra a matar el verso a fuego vivo. Ya el comienzo es su declaración: “La poesía exige incandescencia”. La hay aquí, con la vida entre llamas y el infierno sin guía. El pulso grecolatino se advierte en latidos internos que regresan, en aquellas “ruinas olvidadas / en el fondo del agua de algún lago”. ¿Se sobrevive al eterno retorno del amor? Ni Dante ni Virgilio podrán sacarnos de nuestra hoguera líquida. Pero cuando pudimos escuchar nuestro nombre de los labios amados, ¿a qué plano nos llevó a vivir, a qué otro tiempo? Instante, plenitud: con pocos elementos, poemas breves, sugerentes con velos y un frío de tristeza, tiene verdades hondas. “Este cansancio, ¿no termina nunca?”. Agotamiento de vivir, recordar y sufrir, con la máscara amarga y áspera de memoria. Abismos, lentitud. Confesión en “Retrospectiva apócrifa”, lograda con pespuntes de agrietado duelo: “¿Soportas verme en las fotografías, / sentarte junto a mí en la facultad, emborracharnos juntos, ir al cine, pasear por la ciudad de madrugada, / envejecer y descubrir el mundo (…)?”. La música se esculpe en un silencio ancho y sideral.

Tu ausencia multiplica cada espacio, afirma Victoria León en “La mitad de alma”, y es verdad. “El dolor, la belleza, la ternura y el miedo / no son más que nostalgias y fragmentos perdidos / de la vida a tu lado”. Poesía sobre la ausencia que es presencia, desnuda y con tensión cincelada en la imagen con la palabra definitiva y sola. Porque al otro lado del abismo nos espera la vida plena, ancha y gozosa como la lectura de este libro, su lujo de sentir en esta afirmación desde la luz poética.

Entre la niebla

Del recuerdo de algunas horas quedan
tan solo los abismos que dejaron,
nieblas de amaneceres implacables
tras noches sin dormir, calles pobladas
de fantasmas a plena luz del día,
tardes de soledad y de derrota,
de ausencia interminable entre la bruma
y el rumor lejanísimo del mundo.
Y, dentro de nosotros, el silencio
del vacío, la arena del reloj
deslizándose, invicta, hacia la nada.