Roberto Bolaño

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Letras

15 años sin Roberto Bolaño

21 noviembre, 2018 01:00

En 1998 Roberto Bolaño se consolidó abruptamente en el panorama literario con la seminal novela Los detectives salvajes, que le valió el Premio Herralde de ese año y el Rómulo Gallegos de 1999. No era una ópera prima, ni mucho menos. Para aquel entonces, un Bolaño de 45 años había publicado con éxito creciente varias novelas, especialmente en los 90, tras decidir abandonar la poesía por la prosa en busca de hacer su escritura más lucrativa. En esa decisión, además de procurar sustento a su creciente familia, también influiría la enfermedad hepática que provocaría su prematuro final. La muerte, que llevaba siguiéndole una década, alcanzó a Roberto Bolaño en Barcelona el 15 de julio de 2003, un año antes de publicarse la novela que le consagraría finalmente como el escritor latinoamericano más importante desde Gabriel García Márquez, la ambiciosa 2666. Pero esa fama póstuma vendría acompañada de la transformación de Bolaño en un icono pop que envolvería su figura en un aura de leyenda y malditismo, destacando ciertos aspectos de su biografía por encima de su obra.

Por eso, para huir del mito y celebrar su legado, la Casa de América aprovecha dos efemérides fundamentales en el desarrollo de la literatura latinoamericana del cambio de siglo, los quince años de la muerte de Bolaño y los veinte de la publicación de Los detectives salvajes, para ofrecer, esta tarde y mañana jueves, dos mesas redondas que repasarán su figura como novelista, poeta, amigo y símbolo de una generación. Una completa perspectiva sobre la continuidad, la extensión y la vigencia de su legado que contará con la participación de amigos y expertos como el crítico y editor Ignacio Echevarría, el escritor Diego Gándara, el ensayista y consejero literario en Gallimard Gustavo Guerrero, los poetas Miguel Casado y Ana Merino y el ilustrador Aitor Saraiba.

"Bolaño propuso un nuevo paradigma de escritor que rompió con el típico prototipo del boom". Ignacio Echevarría

Desde su muerte, han ido apareciendo sucesivamente diversas obras de Bolaño, novelas, poemarios y libros de cuentos de su puño y letra, así como documentales, obras de teatro e infinidad de tesis doctorales que han ido aportando piezas para completar el puzle que es la obra del escritor. Por ello, ¿cómo han cambiado estos 15 años la percepción de la literatura de Roberto Bolaño? "No ha cambiado sustancialmente, sino que se ha profundizado y expandido. El impacto de Bolaño, que todavía es relativamente temprano, se mantiene más o menos intacto, su influencia va calando y parece claro que no es un fenómeno pasajero ni superficial", opina Echevarría, también amigo del chileno. "No es solo un brote de moda, sino parece que por parte de la academia y del público se trata de un valor seguro".

Las huellas de Bolaño

Como segura es también la intensa influencia del escritor en el escenario del cambio de siglo, que ha trascendido la literatura latinoamericana y en español para alcanzar también el reconocimiento internacional. "No es muy habitual que escritores en español tengan esa relevancia en ámbitos como el anglosajón", reconoce Echevarría. Gustavo Guerrero aporta otro dato. "Bolaño sigue siendo un autor muy vigente y muy leído, y esta forma de posteridad que son las tesis universitarias muestran que sigue teniendo un público entre distintos sectores académicos de todo el mundo. Es uno de los dos o tres autores en lengua española más estudiados en Estados Unidos". El consejero literario para el ámbito de la lengua española en la editorial francesa Gallimard asegura que "es difícil poder definir por qué ha tenido ese impacto, pero es indudable que ha sabido encarnar el espíritu de su época y es difícil ver escritores contemporáneos que no hayan sido influidos de una manera u otra por la prosa de Bolaño. Yo lo comparo con Caravaggio, cuya huella pictórica es obvia en contemporáneos como Artemisia Gentileschi o José de Ribera".

Bolaño junto a Ignacio Echevarría y Nicanor Parra

Para Echevarría, la importancia del escritor reside en que reunió una serie de notas que sonaban en la época, lo que propuso es un nuevo paradigma de escritor. "En el ámbito de la literatura latinoamericana supuso un relevo, por fin, tras casi medio siglo, al típico escritor del boom estilo Carlos Fuentes o Vargas Llosa, proponiendo un tipo de escritor extraterritorial, expatriado, sin lengua ni territorio fijo", destaca. "Además es un escritor muy pop, que maneja hilos que ya no sólo vienen de la tradición literaria, sino que llegan también de la música, del cine, de la literatura de género...". Pero la clave fundamental se halla para el editor en que "la literatura de Bolaño toca temas claves de nuestro tiempo: el lugar de las vanguardias, el lugar de la literatura en nuestra cultura, la pérdida de la figura del escritor... Son todos temas que catalizan inquietudes y temáticas que están en el ambiente y que él supo hacer cuajar".

Un mapa de lecturas

La segunda de las jornadas se centrará en los aspectos quizá menos conocidos de la obra de Bolaño, su poesía, claro, pero también una fragmentación narrativa donde destaca una evidente paratextualidad. "Bolaño tiene poemas con pequeños dibujos esquemáticos muy al estilo de Kafka. Una faceta paratextual desmesurada que se desparrama por su ingente cantidad de cuadernos", explica Ana Merino, que en un texto titulado Pulsiones dibujadas en Bolaño, hablará de sus poemas, de estos elementos gráficos y de la expansiva creatividad grafómana del escritor chileno, cuya muestra llena cajas y cajas. "Su escritura se construye literariamente como una explosión expansiva, porque cultiva todos los géneros, y se desliza por ellos con las mismas obsesiones. En eso se parece a Borges, en esa ductilidad para lo fragmentario. En su caso, las genealogías que construye son las de su tiempo, pero se le puede leer como muchos fragmentos. Él mismo es como una gran rayuela".

"La escritura de Bolaño se construye literariamente como una explosión expansiva. Él mismo es como una gran rayuela". Ana Merino

Kafka y Cortázar son siempre citados, igual que Borges, como algunas de sus grandes influencias. En este sentido, podríamos ver a Bolaño como una actualización de estos maestros, como un puente entre ese siglo XX y lo que nos íbamos a encontrar después, que el escritor ya intuía. "Su mirada es la de un autor que transforma en posmodernidad la modernidad literaria. Siempre se le puede releer y encontrar cosas nuevas, se retroactualiza, quizá de ahí nace su vigencia", afrima Merino. Para Echevarría, también hay que destacar, que Bolaño "se nutrió también mucho de la literatura de género, de la ciencia ficción y la literatura negra". El editor asegura que está realmente por elaborar el mapa de las lecturas de Bolaño, "que sería un mapa muy complejo y con el que nos llevaríamos sorpresas, porque en sus escritos, como los reunidos en Entre paréntesis, no siempre habla de algunos autores clave para él". Aunque reconoce que quizá tampoco le dio tiempo, "porque hay que recordar que la visibilidad de Bolaño como escritor tiene lugar cinco años antes de su muerte, y no tuvo tiempo de desarrollar una figura pública y articulada".

Debido a esa ausencia, todos los ponentes consideran necesaria una relectura de su obra que arroje luz a ciertas partes orilladas como su poesía, recientemente reeditada por Alfaguara, que no era conocida por un público extenso a pesar de ser clave en su imaginario literario. "Bolaño siempre se sintió y se reclamó a sí mismo como poeta, aunque luego derivara en novelista. La publicación de su poesía es por tanto clave en su perfil como escritor. La narrativa de Bolaño funciona como un todo pero la poesía es el sustrato del que surge ese todo", apunta Echevarría. En opinión de Merino, no cabe una distinción entre prosa y poesía, pues "para él era todo literatura como en Borges, narrador y poeta. Ellos son ese modelo de escritor poliédrico donde el ritmo de las palabras es lo que marca su experiencia. Y el ritmo de Bolaño fluye por la experiencia poética", afirma la escritora. "Su poesía, que recupera lo anecdótico y lo vital, tiene la facultad de llegar a mucha gente al ser narrativa. Ahora es un buen momento para detenerse a escuchar la voz poética de Bolaño, porque ya ha transpirado, el poso que queda es su esencia, y eso está por repensar".

Bolaño en su estudio de la calle del Lloro, 23, Blanes, en los años 90

El plan Bolaño

Otro aspecto que marca la obra de Bolaño es que supo anticiparse a multitud de elementos que eclosionaron poco después de su muerte. Por ejemplo, Guerrero asegura que Bolaño encarna perfectamente uno de los dilemas actuales y futuro de la literatura latinoamericana, el pulso entre nacionalismo y globalización. "Bolaño encarna muy bien la crisis de las literaturas nacionales de finales del siglo XX y comienzos del XXI, porque su perfil es el de un autor como el mismo dijo, con múltiples patrias. Su literatura muestra muy bien esa relativización de los valores nacionales en la definición de la identidad de un escritor". Algo con lo que está de acuerdo Merino, que piensa que "esa transnacionalidad que le aportaba ser a un tiempo chileno, mexicano y español, y a la vez de ningún lado, le permitió tener un oído muy especial".

Pero, de haber seguido vivo, ¿habría cambiado su escritura o se habría mantenido por la misma senda? "La obra de Bolaño está vinculada a su muerte, me parece difícil concebirla al margen de su enfermedad y su desaparición. Tiene un horizonte definido, que es lo que le da también una urgencia", opina Guerrero, que asegura que no ve al chileno escribiendo la literatura que se hace hoy. Por su parte, Echevarría opina que Bolaño seguiría en su línea. "Él mismo dijo en alguna ocasión que toda su obra seguía un plan determinado, algo bastante reconocible y palpable. Hay un plan Bolaño, que él cumplió minuciosamente y que imbrica toda su obra, cuentos, novelas y poemas. De hecho es un autor en el que es difícil establecer fronteras dentro de su obra, ya que entre ellas están muy relacionadas".

"Bolaño supone el último gran balance intelectual, imaginario y literario, de lo que fue el siglo XX en lengua española". Gustavo Guerrero

Como ejemplo, el editor aduce que Amuleto es un desarrollo de La literatura nazi en América o que Los detectives salvajes acaba donde empieza prácticamente 2666. "Hay muchas claves que permiten conectar entre sí las piezas de la obra de Bolaño, y que refrendan esta idea de un plan que él hubiera seguido muy rigurosamente. No era un escritor de inspiración repentina y espontánea, sino que tenía un mundo muy hecho que había tenido mucho tiempo de cultivar y de trabajar, y que cuando se puso a escribir ya sabía hacia donde se dirigía".

Un legado inagotable

Pero más allá de elucubraciones posibilistas, los ponentes piensan que homenajes como este deben servir para advertir y centrarse en algunas aristas que se hayan escapado de su obra. "Este tipo de encuentros permiten leer los márgenes de Bolaño, los otros Bolaños, y no quedarse solo en las novelas epigonales, sino ver qué otros elementos estaban articulando esa visión del mundo tan rompedora y como se fueron formulando", reivindica Merino. Para Guerrero, Bolaño supone "el último gran balance intelectual, imaginario y literario, de lo que fue el siglo XX en lengua española. Para llegar al momento en el que estamos hay que pasar por Bolaño y para seguir hacia delante en el tiempo hay que reflexionar sobre el balance que el propio Bolaño hizo. En particular de la presencia del mal, muy presente en su obra y en el momento que estamos viviendo", advierte el editor venezolano.

"Su legado", opina, "es dejarnos esa reflexión sobre un mal que es completamente contemporáneo. Una reflexión sobre el mal en la literatura y sobre el mal en la política, hecha además sin ningún tipo de idealismo, desde una perspectiva bastante prosaica. La de un hombre que vivió amargas decepciones, y que nos previene frente al hecho de que el peligro no está siempre atrás sino que puede estar también delante". Pero además de lo ya escrito, Echevarría pone el foco en el Bolaño todavía por descubrir, ese que espera agazapado en las páginas de sus libros y que aún no vemos, y ese que espera en las muchas cajas que dejó.

"Nos queda un legado enorme que todavía hay que valorar, todavía es muy pronto. Un escritor cuando alcanza el estatuto de clásico genera muchas capas de lectura y todavía estamos en las primeras. Nos queda una obra todavía pendiente de ser vista en perspectiva y asimilada", advierte el editor. "Pero además, también hay un Archivo Bolaño en el que seguramente ya no haya obras narrativas importantes, pero sí que hay sin duda muchísimo papel personal, muchísimas cartas, y también sus notas de diario. Todo este material a medio y largo plazo, nos procurará, sin duda, sorpresas y maravillas".