Image: Jorge Zepeda: El ciclismo tiene algo de heroico que no se encuentra en la política

Image: Jorge Zepeda: "El ciclismo tiene algo de heroico que no se encuentra en la política"

Letras

Jorge Zepeda: "El ciclismo tiene algo de heroico que no se encuentra en la política"

El periodista mexicano abandona su serie Los Azules para adentrarse en el mundo del deporte en su nueva novela Muerte contrarreloj

17 julio, 2018 02:00

Jorge Zepeda Patterson

Con una amplia carrera periodística a sus espaldas, Jorge Zepeda (Mazatlán, Sinaloa; 1952) se dio a conocer como escritor en 2013 con Los corruptores, finalista del premio Hammet y primera parte de una trilogía que centraba sus tramas en el thriller político, al que siguieron Los usurpadores y Milena o el fémur más bello del mundo, con la que el mexicano obtuvo el Premio Planeta en 2014.

Muerte a contrarreloj (Destino) supone el abandono de su área de confort, la serie de Los azules, en pos de un nuevo desafío creativo que se aleje de su experiencia, esta vez ambientado en el deporte. Aquí, organizada en torno a 21 etapas o capítulos, Zepeda reúne, a lo Agatha Christie, a todos los sospechosos en un mismo espacio, el Tour de Francia, en una historia de amistad, lealtad o traición, que aborda la condición humana y que arranca con un asesino en el pelotón de los corredores después de que la policía sea alertada por cuatro incidentes en el marco de la vuelta ciclista francesa.

Su última novela es, además, una declaración de admiración hacia un deporte que exige el mayor sacrificio posible y supone, según su opinión, una gesta completamente épica. "Más allá del enigma que se plantea sobre quién puede ser el asesino o la rivalidad de los dos amigos -añade el autor- casi sin proponérselo, pronto el lector comienza a intrigarse sobre el desenlace de cada etapa, hasta acabar también metido en ese juego".

Pregunta.- Un juego con el que abandona el suspense político que había retratado en sus libros anteriores y se introduce en el mundo del deporte, ¿por qué decidió dar ese cambio?
Respuesta.- Quería plantearme yo mismo el desafío de salir de las tres primeras novelas que de alguna manera derivaban de mi propia experiencia personal como periodista y de mi trato con la clase política. Con esta novela buscaba un trabajo mucho más ficcional, más de creación literaria de una historia ajena a mi propia biografía, que me reclamase investigar la creación de unos personajes absolutamente ficticios. Por otro lado, me atraía mucho el mundo del ciclismo y la tremenda épica legendaria de esta disciplina que exige tanto sacrificio a los atletas. Más, en el marco de una competencia como es el Tour de Francia que es el momento culminante de cada año. Me hacía pensar que era un buen contexto para exacerbar todas las pasiones que de por sí están presentes en el escenario de un crimen. Entonces se me antojaba mucho hacer una historia criminal en un contexto particular tan lúdico, tan intenso y tan dramático como puede ser ese.

Esta novela en particular es un guiño a la novela clásica europea del rompecabezas"

P.- Habla de desafío que le planteaba esta novela y lo cierto es que son pocos los autores que se han aventurado a escribir una novela de ficción sobre el ciclismo, ¿por qué, entre todos los deportes, se decantó por este? ¿Era el más literario?
R.- Por la dosis épica que plantea. Ahora me queda claro que no hay una disciplina deportiva que exija más del cuerpo de un atleta que esta. El Tour de Francia es como correr un maratón cada día a lo largo de 21 etapas. Muchos de ellos la corren sabiendo que van a ser sacrificados, que lo están haciendo simplemente en aras del beneficio de su líder, entonces siempre cabe preguntarse la cuestión de dónde sacan esta energía para dar un pedal más sabiendo además que el resultado de su esfuerzo no lo van a cosechar ellos y que simplemente cumplen su tarea de convertirse en alfombra para ser transitada por el líder de equipo. Eso me representaba un misterio sobre la condición humana, ¿no? Eso tiene el ciclismo.

P.- Y ahora, visto con cierta perspectiva, ¿considera que existen puntos comunes entre el deporte y el mundo político?
R.- Sí. En el sentido de que la visión, la competición, la envidia, también las formaciones de equipo, la solidaridad, las estrategias de amistad o de traición... Todo eso en última instancia juegan en ambos escenarios. Con las peculiaridades mucho más nobles del ciclismo que no necesariamente tiene la política. Dosis de sacrificio, autodisciplina y enorme fuerza de voluntad que impone el deporte para enfrentarse a una cumbre y seguir pedaleando pese a que cada célula del cuerpo pide parar. Eso es algo heroico que no se encuentra en la política y sí se encuentra en el ciclismo.

P.- En este contexto, ¿cómo se plantea Muerte contrarreloj?
R.- Particularmente es una novela de misterio ambientada en un género que es muy próximo a los de Agatha Christie. Es una novela de circuito cerrado, de un microcosmos, donde se sabe que hay un criminal suelto pero que necesariamente, por la manera en que se han cometido los crímenes, se trata de un miembro del pelotón de ciclistas o de su entorno inmediato. Esto crea una tensión adicional a la trama novelística donde los protagonistas se miran unos a otros.

P.- Ya que menciona a Agatha Christie, ¿qué otros autores le han influido?
R.- Esta novela tiene mucho que ver con esas tramas de grupos aislados, tipo El Expreso de Oriente, o una mansión aislada en las montañas donde todos los sospechosos están dentro. Ya como lector y autor me fijo mucho en la literatura clásica de la novela negra de los años 30 o 40, en los aportes que han hecho los europeos, los clásicos, ahora los escandinavos y sus novelas criminales más ecologistas. Desde luego, uno va subiendo a la mochila, a la caja de herramientas, todos estos avances y modalidades. Pero en última instancia, esta novela en particular creo que es un guiño a la novela clásica europea del rompecabezas.

P.- Ha comentado que para documentarse convivió con ciclistas y cuerpo técnico, ¿cómo fue esa experiencia?
R.- Justamente al no ser una novela que fuera un producto o un subproducto de mi biografía, de mi experiencia personal, como fueron las tres primeras, sino algo que no tiene nada que ver con mi vida pasada, me obligó, por fortuna, a dedicarle mucho tiempo a la investigación, al trabajo de campo, a adentrarme como periodista en distintas vueltas ciclistas, tanto en España como en Francia, interactuar con ellos, conocerlos, conversar largo, casi involucrarlos en mis propias pesquisas. Les hacía gracia que estuviera haciendo una novela sobre ellos, e incluso ellos me aconsejaban, me daban ideas, alternativas para inventar un incidente más, una manera de boicotear la bicicleta... Se lo tomaron con muy buen sentido del humor. Ahora me ha dado mucho gusto estar en España y, en vísperas del Tour, poder hacerles llegar la novela que me ayudaron a escribir.

P.- ¿Y qué fue lo que más le llamó la atención de ese proceso?
R.- Ya que te introduces al corazón del pelotón aprendes que como todo microcosmos el ciclismo tiene sus propios usos y costumbres, sus códigos internos. Leyes no escritas que se respetan a rajatabla entre los propios ciclistas de lo que es digno e indigno y la manera que tienes de castigar al que se sale de aquellos códigos de conducta que aceptan como legítimos y que están retratados en la novela. El pelotón tiene una vida propia. La novela trata también de reflejarlo. En el fondo es una novela de amistad, dos amigos que se quieren entrañablemente como hermanos pero que luego las vicisitudes del propio Tour de Francia los van poner uno contra el otro, en un momento en el que ambos pueden quedarse con el maillot amarillo, que es el del campeón. Evidentemente solo uno de ellos puede conseguirlo, ¿no?

P.- Se refiere a la historia de amistad entre sus dos protagonistas, Marc y Steve... ¿Le interesaba abordar los conceptos de lealtad o traición?
R.- Mucho. Es la figura del escudero, del gregario que siempre se ha subordinado a hacer campeón a su amigo y que en un momento dado se pregunta, al llegar al final de su carrera, si debería seguir haciéndolo o por una vez en la vida poner su talento o su energía, que es prodigiosa, al servicio de sí mismo y pasar a las páginas de la historia del ciclismo ganando el Tour de Francia aunque esto le implique de alguna manera traicionar el papel que ha venido cumpliendo a lo largo de los años. Es una historia también de suspense psicológico.

@mailouti