Image: Emily Dickinson, la poesía encerrada

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Letras

Emily Dickinson, la poesía encerrada

10 marzo, 2015 01:00

Emily Dickinson

Laura Freixas homenajea en la Fundación Juan March a la poeta estadounidense. El próximo mes se publicará el tercer tomo de la edición bilingüe de su poesía completa, en traducción de Milagros Rivera Garreta y Ana Mañeru.

De indiscutible peso en el canon occidental (Harold Bloom la sitúa en lo más alto del suyo), a Emily Dickinson el éxito no la visitó en vida. Es ya lugar común hablar de su encierro, de su escritura desatada (temporadas en que escribía 300 poemas al año) y de su aversión a publicar: murió con apenas siete poemas publicados con seudónimo y dejó en casa cientos de cuadernos, con apuntes, diarios y cartas.

La poeta americana fue contemporánea de Walt Whitman, y a su lado ha venido envejeciendo con idéntica buena salud. Del autor de Hojas de hierba apuntó: "No he leído el libro del señor Whitman, me dicen que es vergonzoso". A juicio de Laura Freixas, que dará hoy martes una conferencia sobre la escritora en la Fundación Juan March, la frase es reveladora. ¿Fue por vergüenza que la poeta decidió recluirse y escribir para sí misma? "Para una dama como ella exponerse era rebajarse", comenta la escritora, que apunta también a un "componente de clase". Ofrecer sus poemas era -así lo veía- una "subasta de la mente que solo la pobreza podía justificar".

"Fue muy ambigua; de hecho admiraba a mujeres de éxito en su tiempo, como George Eliot, George Sand o las hermanas Brönte. Creo que pensó que no era necesario, que suponía de algún modo prostituir su arte, y además temía que eso le quitara tiempo y capacidad de concentración para completar su obra", añade la autora de Libro de las madres. María-Milagros Rivera Garretas y Ana Mañeru llevan años trabajando en la traducción de la poesía completa de Emily Dickinson, de la que ya han salido los dos primeros tomos. Rivera tiene su explicación al proverbial silencio público de la poeta: "Le horrorizaba el precio de la fama y consideraba que los editores no entendían su obra: no toleraba que le corrigiesen la sintaxis o los signos de puntuación, tan característicos de su poesía".

Puntuación selvática, la llamaba. "Ese ritmo ruptural y novedoso que algunos traductores muy equivocadamente corrigen, quitándole su respiración", según Luis Antonio de Villena. Con ella -con sus poemas- se han peleado poetas y estudiosos dispares, de Juan Ramón Jiménez (el primero en celebrarla entre nosotros) a Lorenzo Oliván, de Manuel Villar Raso a José Luis Rey. "Es una escritura que puede resultar compleja, pero en la que no es difícil entrar, pues todo está escrito para decir algo, para significar", comenta Rivera.

Freixas dice que la traducción de Rivera y Mañeru, de la que el mes que viene se publicará el tercer y último tomo (Poemas 1201- 1786. Nuestro Puerto un secreto, Sabina Editorial), es "una versión feminista" de la poesía de Dickinson, quizá la primera. "Lo es -interviene la traductora-, pero no en un sentido de igualdad, y términos vagos por el estilo, sino porque es la primera traducción al castellano que la sigue a ella de verdad, sin recrearla". La traducción tiene en cuenta lo que hace décadas se llamó la diferencia sexual. Es decir, que el yo del poeta, siendo mujer, es femenino y así ha de expresarse y reconocerse.

Las traductoras unen vida y obra en su edición, y ponen el foco, en el estudio introductorio, en la relación de Dickinson con su cuñada, Susan Huntington Dickinson. Que fueran amantes es algo sobre lo que se ha discutido mucho. Freixas cree que no lo fueron; las antólogas creen que sí. El poema número 5, que reproducimos al final de esta nota, estaba dedicado a Sue, y es una de las muchas evidencias de su unión. Dickinson no se casó, ni se le conocieron amantes. "Atendiendo a sus poemas, hay pocas dudas de que sí lo fueran", comenta María-Milagros Rivera. Más allá de su importancia, que habría que valorar en función del reflejo que tuvo en su obra, Freixas tiende a pensar que se trató de una amistad profunda. "Las relaciones de amistad entre mujeres son muy intensas, mucho más que las relaciones entre hombres; pero creo que es un error pensar que esos vínculos tan intensos sean automáticamente, como a veces se dice o se piensa, relaciones homosexuales".

Por qué nos gusta Emily Dickinson

La poesía de Emily Dickinson suma lectores doscientos años después de su muerte, tan fascinados por su obra como por su escurridiza figura (se conservan dos imágenes de ella: un daguerrotipo y una pintura). Es un misterio, el de su vida, que, en palabras de Laura Freixas, se traslada directamente a sus poemas, donde "lo que narra está claro, pero es muy difícil de comprender totalmente". La imaginería, las complicadas alegorías de Dickinson han generado debates y una libertad interpretativa de lo más estimulante. Freixas dará en la Fundación Juan March su propia interpretación del célebre poema que comienza diciendo: "Sentí un funeral en mi cerebro". Es una pieza que da la medida de lo que es la poesía de Dickinson: "Ni siquiera es posible saber el punto de vista desde el que se narra, si es un rapto de lucidez o una crisis de locura".

La muerte es uno de los grandes temas dickinsonianos, como lo es la duda religiosa, la naturaleza fría (nada sentimental), la creación artística o el matrimonio, el amor o el erotismo. Bloom ha dicho que "Dickinson es una poeta más grande de lo que todavía sabemos apreciar" y Laura Freixas está de acuerdo: "Yo creo que es una poeta grandiosa, una intelectual completa, cuestionadora del lenguaje, de las definiciones, de la naturaleza, abstracta y concreta a la vez, sensual y emocional". Rivera considera que su pensamiento ha sido fundamental para artistas y filósofos posteriores, como Simone Weil. "Emily Dickinson fue un ejemplo de integridad y perseverancia, una artista que no hizo ninguna concesión", concluye Freixas. Rivera acaba en términos parecidos: "Es un ejemplo de grandeza femenina; fue independiente de todo y de todos y tuvo un canon propio y a la vez universal".

5. Una Hermana tengo en nuestra casa -

Una Hermana tengo en nuestra casa -
Y una, a un seto de distancia.
Solo una está inscrita,
Pero ambas me pertenecen.

Una vino por el camino que yo vine -
Y llevó mi vestido del año anterior -
La otra, como un pájaro su nido,
Entre nuestros corazones construyó.

Ella no cantaba como nosotras -
Era una melodía diferente -
Ella misma para sí una música
Como Abejorro de Junio.

Hoy está lejos de la Infancia -
Pero subiendo y bajando las colinas
Yo le cogía la mano aún más fuerte -
Lo que acortaba todas las distancias -

Y todavía su zumbido
Pasados los años,
Engaña a la Mariposa;
Todavía en sus Ojos
Yacen las Violetas
Consumidas en tantos Mayos.

Yo derramé el rocío -
Pero tomé la mañana;
Escogí esta estrella singular
Entre las muchas que hay en la noche -
¡Sue - para siempre!

(Firmado "Emilie" y enviado a Susan Huntington Dickinson)

1254. Que mi primer saber sea de ti

Que mi primer saber sea de ti
Con la Luz de la mañana que calienta -
Y mi primer Temer, que Desconocidos
Te suman en la noche -

567. No valió Medicina -

No valió Medicina -
No era Enfermedad - entonces -
Ni necesidad de Cirugía -
Y por tanto - no era Dolor -

Se llevó las Mejillas -
Un Hoyuelo cada vez -
Y dejó el Perfil - más feo -
Y en el lugar de la Lozanía -
Dejó el pequeño Matiz
Que nunca tuvo Nombre -
Lo has visto en una cara de Molde -
¿Fue - culpa - del Paraíso

Si momentáneamente entreabierto -
La temeridad - se acercó -
Y enfermó - para siempre
Por Algo que vio?

1747. Que Amor es todo lo que hay

Que Amor es todo lo que hay
Es todo lo que sabemos de Amor,
Es suficiente, la carga debería estar
Ajustada al surco.

(Perdido. Firmado "Emily" y entregado a Susan Huntington Dickinson)

Traducción de María-Milagros Rivera y Ana Mañeru.