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Santiago Zannou y las revueltas árabes protagonizan la 8 edición del Festival de Cine Africano de Tarifa

Más de 140 películas, exposiciones de fotografía y conciertos rubrican a Tarifa como el mejor festival europeo de cine africano

12 junio, 2011 02:00

Santiago Zannou ha sido el encargado de inaugurar la 8ª edición del Festival de Cine Africano de Tarifa. El director se presenta como la opción perfecta en su condición de mestizo al ser hijo de un inmigrante de Benin y de una aragonesa. El ganador del Goya al mejor director revelación por El truco del manco aborda en su nueva película, La puerta de no retorno un asunto cien por cien personal ya que sigue los pasos de su propio padre de regreso a su patria. Reflexiona el cineasta sobre su propia condición dual al ser blanco en África y negro en España, una doble herencia que Zannou califica como una fuente de riqueza. "Se trata de que la gente se emocione con la honestidad del filme", ha dicho sobre un proyecto en el que se mete de lleno en el género del documental para azuzar un debate, el de la inmigración, fundamental en la sociedad española.



Otro español tendrá un papel protagonista, Oliver Laxe presentará en el Festival su película Todos vos sodes capitans, rodada en el norte de Marruecos. A medio camino entre la ficción y el documental, retrata las duras condiciones de vida de un grupo de niños. Finalmente, la sección Pantalla abierta ofrecerá la visión de varios cineastas españoles sobre el continente: Al Madina, de Gonzalo Ballester, narra el regreso de un inmigrante marroquí a su patria o El sonriure amargat, de Ventura Durall, persigue a un niño por las calles de Adis Aeba en Etiopía.

Las revueltas árabes que están agitando el mundo tendrán un papel destacado en Tarifa. La sección Cine y censura / ¿Cine y democracia? Los casos de Túnez y Egipto ofrecen una retrospectiva sobre la producción de esos dos países recién liberados de sus respectivos sápratas. Una mirada no sólo histórica que también llega hasta nuestros días mediante la exhibición de imágenes de las revoluciones grabadas por los propios ciudadanos. Además, completa una mesa redonda y la proyección de una veintena de títulos que nos aproximan a esas realidades. Así, podrán verse películas clásicas como Al Asfour, del célebre egipcio Youssef Chahine, ambientada en la Guerra de los Seis Días contra Israel, hasta llegar a los más novísimos realizadores de ambos países. De esta manera, La vida, de Walid Tayaa, narra el desencanto de una viuda cuarentona atrapada por un trabajo que no le gusta en el Túnez de 2010. Heliopolis, del egipcio Ahmad Abdalla, es un canto a la convivencia de religiones en El Cairo.



La República Democrática del Congo será otra de las grandes protagonistas. Pueden explorarse desde las raíces de esa cinematografía de la mano del belga Ernest Genval, nombrado cineasta oficial del Congo en 1930 y asesinado en Dachau en 1945, del que se presentan tres títulos: De Boma a Tshela (1926), Nzambi Mpungu (1928) y Avec les hommes de l'eau (1938). Su evolución en los años 50 con directores como Gerard de Boe o Roger de Vloo hasta llegar a los años 90 donde surgen figuras como Roger Kwami o Raoul Peck. El apartado de retrospectivas se cierra con Animárfica, donde se recogen los trabajos en el campo de la animación más interesantes realizados en el último año en el continente africano. Egipto domina una selección que también incluye trabajos de Sudáfrica o Nigeria. Destacan también las tres películas que recuerdan al nigeriano Moustapha Alasane, El regreso de un aventurero, Toula y El genio del agua.

Las secciones competitivas son tres y reparten más de 50.000 euros en premios. La sección principal es El sueño africano, dedicada a los largometrajes. Uno de los filmes más esperados es La mezquita, de Daoud Aoulad-Syad, sobre el conflicto de un campesino cuando instalan una mezquita en su huerto. En una edición con marcado acento árabe, también destaca la egipcia Hawi, de Ibrahim El-Batout, sobre el regreso a la vida de un hombre que lleva veinte años preso o la argelina Le voyage a Alger, de Abdelrakim Bahioul, sobre los avatares de una viuda cuando termina la guerra de independencia. Hay filmes de otras cinematografías. De Sudáfrica llega Shirley Adams, de Oliver Hermanus, sobre la complicada existencia de una cincuentona que debe ocuparse de su hijo discapacitado con un sueldo miserable en Ciudad del Cabo. Del mismo país podrá verse State of Violence, de Khalo Matabane, sobre el ansia de venganza de un hombre al que matan a su mujer. Las secciones oficiales se completan con Al otro lado del estrecho, dedicada al documental, y África en corto, a los cortometrajes.

El Festival de cine Africano de Tarifa, dirigido por Mane Cisneros, pretende ser una celebración de la vitalidad del continente "olvidado" y ofrece numerosas actividades paralelas que lo hacen ir más allá del acontecimiento cinematográfico. Las calles tinerfeñas exhibirán 27 fotografías africanas seleccionadas entre las más de 400 recibidas. Habrá varios conciertos entre los que destaca un taller de percusión que llenará con el sonido de los tambores la Alameda de Tarifa o la exposición sobre el llamativo movimiento dandy del Congo en la muestra sobre la Sociedad de Ambientadores y Personas Elegantes de la República del Congo. Asimismo, el notable cineasta mauritano Abderrahmane Sissako, que es el padrino del festival, presentará su nuevo proyecto, Mettou.