Image: Lunas y sombras de Miguel Hernández

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Letras

Lunas y sombras de Miguel Hernández

29 octubre, 2010 02:00

Retrato de Miguel Hernández, por Javier Calvo (Hacia 1940)

Puede que ningún otro poeta español del siglo XX, ni siquiera Lorca, tenga una biografía tan cinematográfica como la de Miguel Hernández: su infancia en Orihuela, atesorando nombres de flores y árboles, su adolescencia de pastor -su padre era contratista de ganado-, su descubrimiento de la poesía, de la mano de Gabriel y Galán y Vicente Medina, su juventud impulsiba en la fue presidente de las Juventudes socialistas de su pueblo. Su entrada en el círculo de Ramón Sijé, que antes de protagonizar la excepcional elegía que le dedicó su amigo, fue un ensayista de antológica precocidad y motor intelectual de Orihuela.

La biografía propiamente literaria de Hernández comienza en 1931 con su viaje a Madrid: no le faltaban contactos, pues la hija del ministro de Justicia, Concha Albornoz, se encargó de presentarlo al director de La Gaceta Literaria, Ernesto Giménez Caballero. En sus Retratos Españoles Gecé reproduce su entrevista: "Nombre?", "Miguel Hernández", "Pueblo?", "Orihuela", "Oficio?", "Guardador de cabras", "¿Cómo se aficionó a leer y a escribir?", "En la biblioteca del pueblo y cogiendo los papeles que encontraba", "¿Autores preferidos?" "Miró y Lorca", ¿Amigos literarios" "Casi ninguno, Sijé de Orihuela", "¿Qué hace en Madrid vestido de gabán, tan señorito" "Quiero trabajar, colocarme en algo, aquello es muy estrecho. Si decide publicar estos versos póngales esta dedicatoria: A Concha de Albornoz y Segovia, que, dulce y generosa hada, me pone bajo su protección".

Un enchufe para este campesino

Giménez Caballero salpica la mirada por los versos de Hernández y se da cuenta de que el muchacho sabe a qué hora cantan los pájaros, duermen las ovejas, relumbra la escarcha y suspiran las pastoras. Pocos días después recibe una carta acuciante de Hernández. Se le acaba el dinero. Giménez Caballero le ofrece un donativo y a la vez publica un anuncio en su revista en la que pide a sus camaradas de la Literatura ayuda para Hernández: "¿No tenéis unas ovejas que guardar?. Gobierno de intelectuales, ¿no tenéis alguno que esté como una cabra para que este muchacho lo pastoree? ¿Quién ayuda al nuevo pastor poeta? Entre todos, ¡un enchufe para este campesino!."

Tuvo que regresarse y reforzar la vida cultural de su pueblo. En 1932 promovió en Orihuela un homenaje a su maestro Gabriel Miró. En 1933 conoció al fin a Lorca, en Murcia, gracias al poeta Raimundo de los Reyes, que le publicaría, con prólogo de Sijé, su primer libro en las preciosas ediciones Sudeste. Dio conferencias y recitales en Cartagena, una de ellas sobre la relación de Lope de Vega con los poetas actuales. En el año 34 aparece en Orihuela el primer número de la revista El Gallo Crisis, revista subtitulada Libertad y Tiranía, en la honda católica de Cruz y Raya, en la que Hernández colabora, y a la que, dos años después tildará de exacerbada y triste, lo que obliga a Sijé a criticar los poemas de Miguel Hernández, acusándolos de abusar de los "nerudismos y albertismos". En ese mismo año, Miguel Hernández se instala en Madrid, conoce -y se enamora de- a la pintora Maruja Mallo, y se impregna del ambiente de Vallecas. También ingresa en el Partido Comunista, publica el auto sacramental Quien te ha visto y quien te ve y sombra de lo que eras en Cruz y Raya" y escribe, inspirado por la revolución de Octubre, el drama Los hijos de la piedra.

En el ejército republicano

Empezó a colaborar en dos empresas míticas de la época, una socio-cultural y otra erudita: Misiones Pedagógicas y Los Toros, la enciclopedia dirigida por José María Cossío. En el año 35 muere Ramón Sijé y Hernández le dedica su gran poema y empieza a recopilar todos los escritos de su amigo para publicar una edición de obras completas que no pudo llevar a cabo. Firmó el Homenaje a Pablo Neruda de los poetas españoles.

De 1936 es su segundo libro, publicado por Manuel Altolaguirre en ediciones Héroe: El Rayo que no cesa, "en el que se advierten concomitancias con los artistas que eligieron Vallecas como símbolo", según dice Bonet en su Diccionario de las Vanguardias en España. Juan Ramón Jiménez le dedica una de sus semblanzas en el diario El Sol y lo convierte en una celebridad. Cuando la guerra civil estalla, Hernández, a pesar de su catolicismo, lo tiene claro: se alista como voluntario en el Ejército republicano, y se hace miembro de la Alianza de Escritores antifascistas. Su conversión social -según la expresión de Dario Puccini- alcanza su cumbre en los poemas de su libro Viento del pueblo (publicado por las ediciones de Socorro Rojo en el año 37, y mítico porque al parecer se conservan sólo unos cuantos ejemplares). Se añaden a ese título dos volúmenes de piezas dramáticas: El labrador de más aire y Teatro en la guerra. Se casa con Josefina Manresa y viaja a la Unión Soviética URSS, formando parte de una delegación española enviada por el Ministerio de Instrucción Pública, para asistir al V Festival de Teatro Soviético.

En 1938 murió su hijo, lo que le inspira los poemas tenebrosos de su Cancionero y romancero de ausencias.

En 1939, Manuel Altolaguirre publica en La Verónica, en Cuba, su libro Sino Sangriento, y nace su segundo hijo. Cuando la guerra ya estaba perdida y casi acabada, intenta huir a Portugal, pero es detenido en la frontera. La leyenda cuenta que durante su visita a Romero Murube en el Alcázar de Sevilla para solicitar ayuda, se cruza con el mismísimo General Franco: puede que no sea más que un invento de Murube, pero cinematográficamente sería una escena estupenda. Encarcelado en Huelva, Sevilla y luego Madrid, es inesperadamente puesto en libertad en 1940. Pero, de vuelta a casa, es detenido en Orihuela, enviado a la Prisión de Conde de Toreno en Madrid y condenado a muerte en 1940.

Pasará sus días de cárcel en cárcel: Palencia, el penal de Ocaña y el Reformatorio de Adultos de Alicante. Quizá por no repetir el asesinato de Lorca, y por influencia de algunos literatos poderosos del bando ganador -Sánchez Mazas, Giménez Caballero-, se le conmuta la pena por treinta años de reclusión. Murió, de tuberculosis, en el año 42 en la enfermería de la cárcel de Alicante.