Image: Walsh: Cuentos completos

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Letras

Walsh: Cuentos completos

Rodolfo Walsh

14 mayo, 2010 02:00

Rodolfo Walsh. Foto: Archivo

Veintisiete Letras. Madrid, 2010. 648 pp. 21'50 e.


El tiempo acaba recuperando a los autores grandes. Ocurrió con Haroldo Conti y ahora también con su compañero de generación Rodolfo Walsh, vidas paralelas con un mismo final de desaparecidos y asesinados por la dictadura argentina cuando apenas contaban 50 años. De origen irlandés, Walsh (Río Negro, 1927), se debatió siempre entre la pasión literaria, el activismo político y un minucioso periodismo de investigación que le llevó a esclarecer y denunciar autorías de importantes crímenes en obras como Operación Masacre o Quién mató a Rosendo. Su célebre y valiente Carta abierta a la Junta Militar fue, quizá, su último acto de rebeldía. A los anales pasará también por ser, durante su estancia en Cuba, el descifrador casual de los teletipos en los que la CIA organizaba la invasión de Bahía de Cochinos.

La recopilación de estos Cuentos Completos se acompaña de un brillante y exhaustivo prólogo de Viviana Paletta y cubre más de 20 años de producción literaria: sus relatos tempranos (policiacos) de "Variaciones en rojo", así como "Los oficios terrestres", "Un kilo de oro" y el magistral "Un oscuro de justicia", de 1973. Finalmente, bajo el epígrafe "Otros cuentos" se ofrecen 23 piezas sueltas que van de 1950 a 1967. Difícil resumir en este espacio la precisión descriptiva y la agilidad dialogal del breve cuento "Esa mujer" (elegido mejor relato argentino del siglo XX), con el cara a cara entre tahúres de un periodista y un general, tan rudo como temeroso, en el domicilio de éste.

"Fotos" es otro prodigio por el efecto que produce la sedimentación / reconstrucción de materiales aparentemente dispersos y discontinuos que terminan configurando el álbum completo de la vida del desquiciado e inadaptado Mauricio. Todo un magisterio literario que crece con tono de gran prosa que pide leerse en voz alta. Parecida estructura tiene "Cartas", recorrido por el anhelo de la gente del campo de que, tras tan-ta corrupción peronista, triunfen "los que tienen raíz de pasado y visión de futuro". Walsh nos asombra con personajes reales de una vida tan real como las palabras que intercambian y la tierra a la que pertenecen.

Pero si tuviera que quedarme con un texto, sería el deslumbrante "Un oscuro día de justicia", que, en forma clásica, nada experimental, desgrana la vida de unos desamparados muchachos de un internado irlandés que topan con la dureza, la crueldad y la ley del silencio que les impone el demoniaco y fanático padre Gielty, martirizador de los débiles con sus obsesiones y sus sangrientas peleas de boxeo. La espera de un salvador, el tío Malcolm, destapa la necesidad de fabular para sobrevivir, pero, sobre todo, dispara el simbolismo de toda lucha de poder. Por desgracia nunca podremos leer el último y ambicioso trabajo de Walsh, arrebatado en su domicilio por las zarpas de los militares: ese lírico "Juan se iba por el río" que condensaba todo el proyecto de la gran novela que nunca pudo, o le dejaron, escribir.