Paula-Fox

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Letras

Personajes desesperados

5 enero, 2006 01:00

Paula Fox

Traducción de Rosa Pilar Pérez. El Aleph. Barcelona, 2005. 175 páginas. 16,50 euros

Debemos a la insistencia de Jonathan Franzen la reedición en 1999 de esta magnífica novela que, publicada por vez primera en 1970, llega ahora al público español. La acción transcurre en el Nueva York de finales de los 60, caracterizado por la ausencia de valores, la creciente insatisfacción de gran mayoría de la población negra e hispana y el aumento de la inseguridad y el vandalismo.

Sofía y Otto llevan casados diez años. Ella, traductora y especialista en literatura francesa, a sus cuarenta años ha perdido la energía e ilusión necesarias para seguir trabajando. Viven confortablemente en un barrio de Brooklyn, formado por casas unifamiliares de finales del siglo XIX. No hay motivo aparente de queja, sin embargo la insatisfacción de ella es creciente.

A pesar de la opinión contraria de su marido, Sofía suele alimentar a un gato famélico que se pasea por el patio trasero de su casa. La novela arranca cuando el gato le ataca en el preciso momento en que ella, compasiva, le acaricia. Ante el asombro de Sofía, el felino le propina un mordisco en la mano. Este accidente sirve para que su malestar se manifieste con absoluta gravedad.

Paula Fox indaga admirablemente en las contradicciones irreconciliables del alma humana. Sofía vive angustiada y teme las consecuencias del mordisco: puede haber contraído la rabia. Por otro lado se dice a sí misma que no tiene la menor importancia (se trata de un simple arañazo) y pospone la obligada visita al hospital.

Otto también parece desesperado. La asociación profesional y personal que había mantenido durante veinte años con otro abogado termina bruscamente por infinidad de pequeños motivos acumulados a lo largo de los años.

Personajes desesperados va más allá de las relaciones personales y cuestiona la idea misma de civilización, en contraposición con el odio o el dolor, realidades con las que continuamente se enfrentan los protagonistas, y la humanidad entera. La intensidad dramática de los diálogos corrobora la atmósfera irrespirable que les envuelve. La vida es un pulso entre los instintos animales y el comedimiento o la mesura que la civilización exige. Una lucha eterna en la que todos somos vencedores y vencidos, como ilustra el final magistral e inesperado de esta obra de arte.