Image: Los culos de Úrculo

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Letras

Los culos de Úrculo

Por el camino de Umbral

10 enero, 2001 01:00

Después de la minifalda tenía que venir, directamente, la asunción del culo. Y vino y se ha quedado. Es la marca de fábrica del siglo XX. Nos olvidaremos del siglo, pero no del culo

La revista "Vogue" decidió encargarle a úrculo que pintase los objetos más significativos -emblemáticos, dicen los horteras redichos- del siglo XX que se va. Un whisky, un sombrero, un calzado, etc. Luego, como los dibujos de úrculo eran tan bonitos, se les ocurrió que los comentase yo, para hacer con todo ello una especie de lujoso y frívolo álbum pascual. Y cuando hablo de "Vogue" en plural me refiero a su directora en particular. Su bella y veterana y experta directora italiana, que es la que piensa las cosas en la casi legendaria revista, edición española. Así llegó el día, la noche de lluvia y tormenta, en que, a bordo de un fastuoso coche negro, nos desplazamos hasta la galería donde se colgaban las pinturas del asturiano y se esperaban -¿se esperaban?- mis palabras. Lo primero que me salió al paso fueron unos taquitos de salmón en bandeja, porque el salmón se sirve ahora en taquitos, como antes el jamón, que a su vez ha pasado a servirse en lonchas. Mucho jaleo pero todo muy sano.

Y en seguida se me crea mala conciencia, mientras paso el salmón con un vaso de agua, porque los periodistas sólo me hablan de mi reciente premio Cervantes, y nadie se acuerda de los cuadros ni de los objetos. La actualidad es la actualidad y estos chicos y chicas del micrófono y la cámara saben muy bien dónde está la cosa.
Felicitaciones de los desconocidos, siempre más efusivas que las de los amigos; corre el champán y yo corro con mi vaso de agua detrás del salmón, que crea vicio.

Cuando llega el momento de hablar, digo que me gustan mucho los objetos/emblema del siglo que ha dibujado úrculo, pero que entre ellos faltan sus famosos culos -culos adolescentes y femeninos, culos breves y vivos-, que por una parte son como la insignia del artista, lo que más ferviente y asiduamente ha pintado, y, por otra, constituyen la verdadera marca de la liberación de la mujer.

Porque vamos a ver. Todo el Renacimiento no fue sino un inmenso wonderbra que elevó y mostró y enseñoreó los pechos femeninos. En el XVIII, las valencias llevaban el escote hasta el ombligo, según los curiosos impertinentes de Europa que bajaban hasta España a mirar. Es decir, que los pechos han estado siempre muy publicitados y potenciados, lo cual es de agradecer, pero a la revolución de la mujer le faltaba la revolución de los glúteos, las nalgas, el culo, siempre disimulado por el polisón, la falda larga o la faja de caucholín. La revolución indumentaria del culo nace en las playas de moda, en algunos espectáculos, en los campos nudistas, en la época hippy, en Hair, etc., ayudada o no por el tanga -inolvidables e invisibles tangas de Ibiza-, hacia la mitad del siglo XX.

Claro que para que esta asunción del culo fuese posible ha hecho falta, primero, que se jubilase Rubens y las mujeres renunciasen a los grandes culos rubensianos, poniéndose a dieta y moviendo mucho el culo en el gimnasio. El culo juvenil es especialmente optimista y revelador del alma femenina. El culo sí que es el espejo del alma.

Ahora todas están en condiciones de lucir sus culillos a bordo de un yate, a bordo de un macho o a bordo de su real gana revolucionaria. Porque así como los pechos, grandes o pequeños, tienen una indeclinable función mamaria, zoológica, y por tanto son menos revolucionarios, los glúteos, escueto lujo barroco e inútil, preciso, precioso y estético, está ahí para provocar, para lucir, para gustar. El culo es subversivo por ocioso y su poesía está en su falta de función. Y que no me digan que el culo sirve para sentarse, porque para sentarse sirve cualquier cosa, hasta un palo de sombrilla o un paraguas, como tercer pie.

La mujer se ha pasado la Historia arrastrando sus grandes culos matriarcales, y la enseña del siglo XX ha sido un culo femenino grácil y leve. El descubrimiento del culo me parece tan importante como el descubrimiento de la manzana de Newton, y quizá por eso un culo breve y joven se parece tanto a esa fruta, hasta el punto de que Pablo Neruda pudo cantar el culo de la mujer como "dos frescas mitades de manzana".

úrculo es el artista que más y mejor ha sabido ver la fascinación poética del culo, quizá porque hemos frecuentado los mismos culos.

Después de mis palabras, mucho más breves que este comentario, úrculo me dibujó y regaló un culo a lápiz, en ágil escorzo, que guardo entre mis fetiches eróticos. Triunfa siempre el artista que ha sabido conectar con el imaginario de la gente y con el milagro que está en la calle. En este caso, la gracia adivinada de un culo beligerante bajo una falda ligera, o en el molde perfecto de unos vaqueros. Después de la minifalda tenía que venir, directamente, la asunción del culo, mucho más gracioso que el top/less. Y vino y se ha quedado. Es la marca de fábrica del siglo XX.

Nos olvidaremos del siglo, pero no del culo.