La historiadora Lauren Benton. Foto: Fundación Ramón Areces

La historiadora Lauren Benton. Foto: Fundación Ramón Areces

Historia

Lauren Benton, historiadora: "Putin es heredero ideológico del Imperio ruso, no lo puede negar"

La profesora en Yale publica un libro donde reflexiona sobre la forma en la que los imperios cimentaron sus conquistas en los tiempos de paz. Hablamos con ella a su paso por la Fundación Ramón Areces.

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"A la rapiña, el asesinato y el robo los llaman con nombre falso 'gobernar', y donde crean un desierto, lo llaman paz". En su obra Agrícola, el historiador romano Tácito ponía estas palabras en boca de Calgalo, caudillo de los caledonios, en crítica a los excesos del Imperio romano en lo que es hoy el territorio de la actual Escocia.

No ha cambiado demasiado el cuento, nos asegura Lauren Benton (Baltimore, 1956), autora del libro Lo llamaron paz (Crítica, 2025). A su paso por la Fundación Ramón Areces, que visitó para impartir la conferencia Violencia imperial y las leyes de la guerra, habla con El Cultural sobre el origen de la metodología a la que han recurrido los imperios para expandirse y ejercer la violencia en tiempos de paz.

"En el pasado los historiadores solían ver los conflictos en imperios como choques sin leyes, algo que estaba fuera de cualquier marco jurídico y sin mayor lógica interna. Pero no es así", comienza explicando la historiadora estadounidense. Emprendió entonces una búsqueda de patrones que se repitieran en distintos períodos de guerra y paz y en diferentes lugares: "Lo que encontré es que había un marco jurídico común a todos imperios".

Así llegó a lo que es la tesis de su nuevo libro: "Todos los pueblos entendían qué es lo que iba a ocurrir cuando había treguas, incursiones, revueltas... Lo que encontramos es un régimen de guerra global que existe desde hace mucho tiempo. Mucho antes que los europeos. Ellos solo lo sistematizaron".

¿Y en qué se basaba ese sistema de leyes no escrito del que habla Benton? Nada más y nada menos que una línea lógica de causa-consecuencia que todos, sin importar su procedencia, compartían antes de que ninguna ley internacional quedara establecida: "Cuando los combatientes del Imperio mongol llegaban a una ciudad y pedían la capitulación del lugar, sus habitantes sabían, sin necesidad de compartir su idioma, que las consecuencias de no hacerlo serían terribles: masacres, esclavitud...".

Era, señala la historiadora, un sistema legal que no inventaba ningún imperio, pero que, como cualquier costumbre o saber, sí que se encargaban de transmitir en cada una de sus nuevas anexiones.

Así ocurrió, por ejemplo, cuando las fuerzas de la corona española pusieron pie en el Nuevo Mundo: "En el año 1500, cuando los europeos empezaron a viajar por el mundo a empezar sus proyectos imperiales, difundieron como nunca antes estos hábitos que a su vez habían heredado".

Portada de 'Lo llamaron paz', de Lauren Benton (Crítica, 2025)

Portada de 'Lo llamaron paz', de Lauren Benton (Crítica, 2025)

El origen de este modelo jurídico, sin embargo, es incierto: "Empiezo en el libro con el Imperio mongol, los árabes e incluso antes, con los romanos, para demostrar que ya entonces estaba completamente establecido un modus operandi en el que se realizaban incursiones y se establecía una paz inestable por treguas intermitentes. No era realmente paz, sino interrupciones de la guerra. Era algo muy común en el mundo entero. No era nada que no se entendiera o que no se viera como una forma regular de guerra".

Para tratar esta clase de conflictos, en Lo llamaron paz Benton emplea el concepto de "guerras menores". Y es prolífica en ejemplos: Nos habla del sistema de incursiones, castigos y represalias que aplicó el Imperio británico contra los zulúes en la región de Sudáfrica. También del equivalente ecosistema de violencia que existía en la fluida y porosa frontera en nuestra península durante la Reconquista y una vez que las tropas españolas se embarcaron al otro lado del Atlántico.

En este modelo asumido por todos, la hipocresía campaba a sus anchas, ejerciendo y justificando la violencia en tiempos de supuesta paz, en los que se aprovechaba para presionar y ganar terreno al enemigo: "Los agentes de los imperios tenían incentivos para ejercer la violencia, pero también necesitan justificarla, de ahí que firmaran la paz y, sin embargo, ejercieran violencia. A veces, incluso, tenían la esperanza de conseguir sus objetivos reduciendo al mínimo los enfrentamientos".

Pero estas intentonas de limitar la violencia llevan, de hecho, a un recrudecimiento extremo de esta: "Este modelo de violencia y paz inestable aceptaba un sistema de represalias que eran legales pero verdaderamente atroces: matanzas, tomas de cautivos... Esto abre una secuencia de posibilidades que nos dirigen a acciones terribles como lo que ocurrió durante el nazismo y en otras masacres modernas".

"Los que perpetran atrocidades siempre piensan que tienen la razón. Saben que es violencia extrema, pero lo miran dentro del marco jurídico como algo que se desarrolla dentro de las pautas normales de la guerra", plantea la historiadora, queriendo así relacionar estas dinámicas con nuestro presente. "Cuando ocurre algo terrible pensamos que eso pasa fuera de la ley. Pero es todo lo contrario".

"Miro en el mundo de hoy y veo muchísimas influencias del pasado imperial", reflexiona Benton, en referencia a los conflictos internacionales recientes. "En las explicaciones de Putin para justificar la invasión de Ucrania se vio un lenguaje absolutamente imperial. Es el tradicional lenguaje de protección de sujetos imperiales. No es una guerra, dicen, es una acción policial. Es heredero ideológico del Imperio ruso, no lo puede negar".

Pero para la estadounidense, el más claro ejemplo que podemos ver en el presente de este milenario sistema bélico-jurídico está en el conflicto palestino-israelí: "La fragilidad de las treguas es algo que hemos podido ver en los últimos 100 años en Gaza. Es la tragedia de las treguas: no tenemos otras herramientas para hacer la paz. Es la única. Todo el mundo la pide durante la guerra. Pero a lo que asistimos normalmente es a un estallido de violencia mucho más agudo que lo visto previamente. Israel utilizó una definición muy amplia de guerra defensiva cuando realmente era una clara guerra de agresión. Es la guerra de siempre con las justificaciones de siempre. El 7-O fue algo terrible, pero lo que vimos después... es mucho peor".