Alba Planas e Israel Elejalde, en un momento de 'Los pálidos'. Foto: Luz Soria

Alba Planas e Israel Elejalde, en un momento de 'Los pálidos'. Foto: Luz Soria

Teatro

'Los pálidos', el poder de las series: guionistas con más influencia que ministros

Lucía Carballal estrena 'Los pálidos' en el Teatro Valle-Inclán, inmersión en las tripas de la teleficción y sus dilemas frente a los conflictos de la sociedad

14 febrero, 2023 02:22

Un guion es la punta de iceberg de largos debates. Sobre todo, los de las series que nos embaulamos compulsivamente en los últimos años, confeccionados colegiadamente mediante una concatenación de diversas sensibilidades. Una ley, en este sentido, viene a ser lo mismo. Lo que va al BOE es el resultado de un cruce de pareceres encaminados a encontrar una solución eficaz. Lucía Carballal (Madrid, 1984), que conoce bien las entretelas de la teleficción (Vis a vis, La edad de la ira), apuntala este paralelismo pero introduciendo una gradación llamativa: “Una sala de guion es un espacio de poder, seguramente con más capacidad de influencia en la sociedad que un ministerio”. Jugosa afirmación.

Tanto que le ha dado pie para escribir no una serie pero sí una obra de teatro que muestra cómo se cocina una serie de puertas adentro. La escenografía, de hecho, recrea el cubículo de una productora donde un equipo de guionistas le está dando forma a la segunda parte del exitoso título Hijos de voleibol, cuya primera parte, seguida por una masiva audiencia, ha dejado la polémica en alto. Su final encorajinó a buena parte de sus seguidores, incapaces de asumir que la protagonista, de tan solo 21 años, renunciara a jugar un Mundial para dar a luz.

Ardieron las redes con motivo de esa clausura inesperada. Mensajes incendiarios contra quienes escribieron tan anticlimático punto y final, un auténtico bajonazo sobre el ideal de la mujer empoderada. En esa coyuntura, el comité de escritores se encierra en el cenáculo para intentar reconciliarse con el grueso de una sociedad que se entusiasmó con un grupo de perdedoras que acaba colándose en la élite del voleibol, un arco dramático clásico que suele funcionar.

[Lucía Carballal, teatro para comprender las contradicciones de nuestro tiempo]

Diálogos afilados

“Los primeros apuntes que tomé para la obra, hace más de dos años, tenían que ver con la relación entre ficción y política. Veía que se hacía fuerte la idea de que la ficción puede y debe responsabilizarse de mejorar el mundo, ofrecer modelos… Y yo tenía una relación contradictoria con ello”, confiesa Lucía Carballal, una de las autoras más estimulantes del panorama nacional, con piezas tan redondas como Una vida americana y La resistencia. Aquí se adentra en un territorio conocido, que no deja de ser su hábitat profesional, para, a través de escenas cortas y diálogos punzantes, retratar algunos de sus conflictos.

Uno de los medulares es el que genera el estrechamiento del cerco censor. El marco expresivo, por diversos factores, se va achicando y bajo esa presión, sumada a la ‘negociación’ constante con los jefes de la productora, los guionistas deben hilvanar además un trabajo que gratifique su prurito artístico.

“Decir que la ficción es un limbo ajeno a cualquier cuestión moral es una frivolidad”. Lucía Carballal

“Parece que hoy la elección debe ser entre ficción moralista o amoral, y no estoy de acuerdo con esa dicotomía. Es un error exigir a la ficción que sea una escuela de valores pero, al mismo tiempo, decir que es un limbo al margen de cualquier cuestión moral es una frivolidad. Lo que estaría bien, en cualquier caso, es que bajara el nivel de tensión general para que pudiéramos pensar”, apunta la autora madrileña, que, por primera vez, se pone al frente de la escenificación de su propia obra.

A completar este gesto inédito le ha empujado una necesidad (“la de hacerme responsable de mi propia voz y dar un salto grande de aprendizaje”) y contar con el respaldo del Centro Dramático Nacional (el estreno es este miércoles 15 en el Teatro Valle-Inclán). “El espectáculo –señala– es una negociación entre el naturalismo de un universo laboral reconocible y una serie de elementos más extrañados que tienen que ver con una desazón subterránea. Quería huir de la ‘obra de oficina’, que ya hemos visto tantas veces y trabajar desde las capas más simbólicas de la función. Los actores son tan buenos que todo se ha construido en torno a ellos”.

Estos son dos ‘veteranos’ de las aventuras más arriesgadas y kamikazes de Miguel del Arco (La función por hacer, Veraneantes…). Israel Elejalde es Jacobo, el capo del equipo de guionistas. Manuela Paso, por su parte, encarna a Gloria, su mano derecha. Conforman, como explica esta misma en un determinado momento, “un animal de dos cabezas”. Les acompañan Miki Esparbé, Natalia Huarte y Alba Planas. Seres que, como la propia Carballal, viven su oficio devotamente. “Me recuerdo renunciando a fiestas, viajes, días de sol... por una escena que aún no tenía o simplemente porque no quería salir de mi cabeza. Es un poco dramático pero probablemente inevitable”.