Image: Ushuaia, el horror hace memoria

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Teatro

Ushuaia, el horror hace memoria

10 marzo, 2017 01:00

El pasado atormenta a Mateo (José Coronado) en Ushuaia. Foto: Javier Naval

No hay distancia entre el bosque austral de Ushuaia y la ciudad griega de Salónica. Al menos para Mateo, el protagonista de la nueva obra de Alberto Conejero. Fuentes Reta dirige en el Español este montaje protagonizado por José Coronado.

Alberto Conejero siempre parte de una pregunta sin respuesta. Un principio tan filosófico sólo podía sustentarse en el pensamiento de María Zambrano. La autora de El hombre y lo divino considera que "lo grave es ser extraño para sí mismo, haber perdido o no haber llegado a poseer intimidad consigo mismo, andar enajenado y ser un huésped extraño en la propia casa". El autor de La piedra oscura evoca a la pensadora malagueña situando la acción en un bosque austral, una metáfora de un estado del alma que convierte Ushuaia -que se estrena el 16 de marzo en el Teatro Español bajo la dirección de Fuentes Reta, aún con Demonios en la sala Galileo- en un lugar donde apaciguar los fantasmas y encontrar el silencio cuando el horror ha neutralizado las palabras.

Un guiño a Thoreau

José Coronado, Ángela Villar, Olivia Delcán y Daniel Jumillas protagonizan este montaje donde la Tierra de Fuego deja de ser una amenaza para convertirse en un lugar sagrado, un espacio para la redención, "tal como lo entendió Thoreau", vuelve a referenciar Conejero, "lleno de luz no usada". Mateo (José Coronado) vive recluido en un lugar perdido. Allí, rodeado de misterio, custodia las reliquias de una historia de amor imposible. Esa vida solitaria se quiebra cuando, acosado por una incipiente ceguera, contrata a Nina (Ángela Villar), una peculiar asistenta que también oculta fuertes emociones. La casa, el escenario, se convertirá en un juego de identidades donde se confunden presente y pasado, necesidad y deseo, víctimas y verdugos... "Ushuaia es una exploración sobre la la culpa y la potencia redentora del amor -añade Conejero-. Sé que puede sonar a lugar común pero tengo esa fe. Esa función del amor es el último refugio de humanidad en tiempos de tinieblas". En ese paisaje glaciar, fin del mundo, principio de todo, el tiempo se plegará sobre sí mismo para enfrentarnos a los fantansmas de Europa presentes y pasados.

Judíos Sefardíes

Aunque tengan nombres propios, los fantasmas de Mateo son los de todos. Sirvió como soldado en Salónica durante la ocupación alemana de 1941, uno de los episodios más trágicos y desconocidos de la Segunda Guerra Mundial: "Miles de judíos sefardíes fueron deportados en trenes y asesinados en los campos de Auschwitz-Birkenau. Después de tanto tiempo, amaban y se nombraban con las mismas palabras que nosotros lo hacemos..." Por todo ello, o con todo ello, Mateo tratará de exorcizar los recuerdos de una noche en la que su vida quedó rota para siempre.

Según Conejero, somos nietos de un horror que ahora parece de otro mundo, un horror que, sin embargo, nos acecha permanentemente: "Reconocemos sus nuevas formas, sus nuevos lenguajes.Tenemos el deber de hacer memoria y de vigilar. Durante mis años como investigador conocí la historia de la comunidad sefardí de Salónica, una cultura que mantuvo en la lengua un vínculo con nuestra historia. Si no me equivoco, es un asunto inédito en los escenarios".

Otra cita, esta vez de Tennessee Williams, sirve a Conejero para ilustrar la idea de la memoria en la obra. Dice el autor de Un tranvía llamado deseo que nadie es realmente libre hasta que confiesa la verdad sobre uno mismo y sobre la vida que le ha tocado: "Escríbela, cuéntasela a un amigo en apuros o a un extraño que necesite entretenimiento. Todos estamos aquí para ser el testigo de algo, para ser guía y consuelo de otra persona". En esas palabras es donde el autor cree que radica la fuerza del teatro: "Consiste en hacer presente un fragmento de la experiencia humana para tratar de comprender algo en un mismo espacio y tiempo. En Ushuaia no hay héroes, ni mártires, ni criminales. Sólo un hombre radicalmente bueno y sencillo en tiempos de tiniebla".

A María Zambrano, Thoreau y Tennessee Williams añade Conejero la particular estética del director de cine Tarkovski para hablar de la relación con el espectador. "Alentaba -dice- a que los creadores compartiesen con los espectadores el esfuerzo y la alegría de la creación de una imagen poética". Algo parecido ocurre con Ushuaia: "Lo he buscado en la estructura y en las distintas capas de sentido de este texto. Para unos será un thriller de impostores y espías. Para otros, una reflexión sobre la herida y la redención, quizá sobre el abandono del lenguaje y la vuelta a la naturaleza o quizá alguna otra interpretación que ahora se me escapa".

Profetas de la intelorancia

La obra llega en unos momentos de crisis política y económica, un caldo de cultivo perfecto para los profetas de las simplificación. "Poco a poco se va deslizando la idea de que la culpa de nuestra penuria la causa el distinto -opina Conejero, que prepara también una versión de Fuenteovejuna para la CNTC y el monólogo Los días de la nieve sobre Josefina Manresa, la mujer de Miguel Hernández-. En estos momentos, existe una mayor visibilidad de la intolerancia. En pocos años tendremos gobiernos en Europa orgullosamente totalitarios. Nos hemos entregado a los mercaderes y a los pregorneros del miedo. Por eso hay que defender las libertades y los derechos que nuestros padres conquistaron con sangre".

Para Conejero, la Historia viaja en una u otra dirección en los hombros de miles de personas corrientes que, de pronto, han de reaccionar ante el horror que unos pocos levantan. "Quizá, como decía Cavafis -y ésta es la última cita-, el viaje hasta Ushuaia pueda ser rico en experiencias y en conocimientos, un viaje que nos permita entender algo más de lo terrible y hermoso que hay en este mundo para poder tomar una de las decisiones más importantes y arriesgadas: hacia qué lugar inclinar nuestros corazones".

@ecolote