Image: El teatro cruel de Francisco Nieva

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Teatro

El teatro cruel de Francisco Nieva

Con Tórtolas, crepúsculo y ... telón, retorna al CDN el 6 mayo

30 abril, 2010 02:00

Manuel de Blas, Angeles Martín y Esperanza Roy, en la obra

Francisco Nieva estrena en el Valle Inclán de Madrid Tórtolas, crepúsculo y... telón, un texto de estilo fantástico y grotesco que él mismo ha dirigido. A la cabeza del extenso reparto, Esperanza Roy y Manuel de Blas.

Francisco Nieva (Valdepeñas, Ciudad Real, 1927) puede presumir de ser el autor español vivo más representado en el Centro Dramático Nacional (CDN). En tiempos del Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas, organismo extinguido que promocionaba el teatro contemporáneo, estrenó en la sala Olimpia Aquelarre y noche roja de Nosferatu. Mucho más tarde, Pérez de la Fuente dirigió con gran éxito Pelo de Tormenta. Y volvió poco después con una adaptación del Manuscrito encontrado en Zaragoza que él mismo dirigió. Ahora retorna con Tórtolas, crepúsculo y... telón.

Que de su extensa obra, unas 60 piezas, haya elegido precisamente ésta, Nieva lo explica así: "Forma parte de mis obras de juventud más conseguidas y que, por desgracia, no pudieron estrenarse a su tiempo. La causa, sus exigencias materiales, inabordables para una empresa o compañía privadas. Y, además, yo era un ilustre desconocido, que daba gratuitamente rienda a la imaginación. Esto me hizo escribir un teatro difícil y caro".

Autor clandestino
Nieva comenzó a escribir teatro poco antes de marcharse a París, donde vivió entre 1954 y 1956, y donde se ganaba la vida como escenógrafo. A su vuelta a España siguió viviendo de sus escenografías, pero continuó escribiendo, dando a luz lo que él considera lo más definitivo de su obra. Sombra y quimera de Larra, La carroza de plomo candente, Coronada y el toro, La señora tártara, El combate de Opalos y Tasia... Sus escritos rara vez lograron sortear la censura y no se estrenaron hasta el fin de la Dictadura. Tórtolas, crepúsculo... fue una excepción, "ya que se intentó representar y pasó la censura, que solo tuvo a bien observar que era complicada y difícil, lo que no podía ser más cierto", confiesa el autor.

Ahora se ha entregado a su puesta en escena, labor que le lleva a reflexionar sobre su doble faceta de autor y director : "He tenido que bregar con un joven autor lleno de caprichos, a veces imposibles de realizar al pie de la letra. La literatura sueña un edificio teatral, pero el director calcula materialmente, como un arquitecto, la posiblidad de su existencia real.También del director depende que una mala obra parezca buena o todo lo contrario".

Víctimas de carne y hueso
La obra transcurre en un teatro, donde una compañía de actores es espiada por un público que desde los palcos y la platea la somete a todo tipo de tretas. Nieva ha optado por reproducir en el escenario un teatro, y prescindir de la arquitectura real de la sala Valle-Inclán: "No hubiera sido apropiado ya que los palcos laterales (que aparecen en el texto como espacio de representación) no dejan ver lo que pasa en el otro extremo. Se ha debido crear un escenario con proscenios casi frontales (originales de José Hernández). Una convención óptica y teatral, para que la obra se entienda". Y añade que más divertida ha sido la convención de "convertir al público en un personaje que juega al escondite con los pobres actores, que los espía cuando no están actuando y pasan por diversas calamidades. Todo ello para gustar de lo que ahora llamamos reality show. Aquí se propugna un teatro cruel, que pide víctimas de carne y hueso".

El autor se siente heredero de la vanguardia de los años 20, pero también del Barroco, y Tórtolas, crepúsculo... pretende ser homenaje a esa generación artística irrepetible: "Lo que se llama vanguardia histórica fue necesariamente mi maestra y no me molestaría en absoluto ser un epígono de aquélla. Para Lorca, Valle-Inclán, Alberti, Buñuel o Bergamín, los clásicos castellanos y barrocos como Lope, Quevedo o Góngora, reciclados a la modernidad, formaban parte de su estética. Este mismo camino he seguido yo".

Precisamente de cómo convive lo moderno con lo clásico trata Tórtolas..., que es también reflexión sobre el teatro y el arte en general. En la comedia se dice: "¡La novedad importa tanto, ante el olvido, ante la muerte!". Y añade Nieva que "en las artes, el choque de lo moderno con lo antiguo siempre se produce como un gracioso cataclismo. Y ese cataclismo se produce al final de la obra, en clave grotesca y festiva. Lo grotesco es una herencia del Barroco que, a su vez, lo heredó de la antigüedad clásica griega y romana, del arte doméstico festivo y fantástico, de apartamentos personales, jardines y grutas de recreo. De ahí su apelativo de grotesco. Su crítico misterio impregnó lo que llamamos expresionismo y Tórtolas, crepúsculo... navega en esa onda".

Electra, estandarte anticlerical

Francisco Nieva firma también la nueva adaptación de Electra, que se estrena el día 6 en el Teatro Pérez Galdós de Gran Canaria, reabierto tras una profunda reforma. La producción está dirigida por Ferrán Madico y cuenta con un vasto elenco capitaneado por Sara Casasnovas (en el papel de Electra), Miguel Hermoso, Maru Valdivieso, Sergio Otegui, Antonio Valero, Chema Muñoz, entre otros. Nieva ha reescrito la obra de Pérez Galdós, que poco tiene que ver con el mito, respetando el espíritu galdosiano, aunque con la intencionalidad de acercarlo al público actual. Esta obra la estrenó Galdós en 1901 en el Teatro Español de Madrid y fue una de las que mayor éxito le procuraron debido a la gran polémica que se originó: fue estandarte de los anticlericales. Estos llegaron a pasear a Galdós a hombros como si de un antipapa se tratara y la prensa liberal habló de él como un "héroe legendario... que ha iniciado la libertad".