Image: Fascinación por Nijinski

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Teatro

Fascinación por Nijinski

El Ballet de Hamburgo que dirige John Neumeier llega al Real

4 septiembre, 2003 02:00

Nijinsky sigue la línea de gran ballet de estructura dramática que gusta a Neumeier

John Neumeier llega el 8 de septiembre al Teatro Real de Madrid con el Ballet de Hamburgo, que dirige desde 1973. Presenta un único programa, Nijinski, obra en la que el coreógrafo ha vertido sus investigaciones de toda una vida sobre "el dios de la danza"

La fascinación por el bailarín Vaslav Nijinski llevó hace dos años al director y coreógrafo del Ballet de Hamburgo, John Neumeier, a concebir la coreografía que ahora se presenta en el Teatro Real y que ha paseado el año pasado por Asia con gran éxito y acaba de presentar en San Petersburgo. Cuenta Neumeier que la pasión por Nijinski la ha mantenido durante toda su vida, desde que cayó en sus manos a los diez años el libro La tragedia de Nijinski, de Anatole Bourmann. Con el tiempo, el coreógrafo se ha convertido en el mayor coleccionista de objetos relacionados con el bailarín -a punto estuvo de comprar sus Diarios- y su fascinación ha culminado en esta coreografía que pretende evocar los pensamientos, recuerdos y alucinaciones del bailarín ruso y en la que rastrea los cuatro ballets que ideó y los personajes más importantes que interpretó a lo largo de su vida.

Para Neumeier, Nijinski no sólo fue una personalidad atractiva y compleja, con una vida interesante y apasionada, sino que fue el "que abrió el camino a la coreografía moderna. Rompió con la idea de que la danza tiene que obedecer a motivos narrativos, a una historia, o un argumento. Sus ballets poseían una dramaturgia visual cuya sustancia, en último término, era la coreografía". Así lo puso de manifiesto en sus ballets más abstractos como Jeux o La siesta del fauno. Sin embargo, dice Neumeier, que lo que más le sorprende de él es que "desarrolla una visión propia de la coreografía, totalmente independiente de su talento como bailarín. Sus coreografías ni se basaban en la increíble brillantez técnica que él mismo poseía ni tomaba como punto de referencia aquellos papeles que le convirtieron en leyenda cuando todavía bailaba". O sea que buscaba un nuevo lenguaje sin retomar elementos ya conocidos.

Boda con Dios
Neumeier, considerado en el panorama de la danza alemana como el coreógrafo de los amplios y grandes ballets narrativos, arranca en esta creación con la pieza que Nijinski bailó por última vez y que él tituló Boda con Dios. La aparición de su antiguo mentor y amante, Sergei Diaghilev, recuerda su fulgurante carrera en los Ballets Rusos. Algunos bailarines evocan famosos personajes que él representó -Arlequín, El esclavo de oro, El espectro de la rosa- mientras también aparecen sus familiares más cercanos: su hermana y coreógrafa Bronislava, su hermano Stanislav, sus padres, y su mujer Romola. En la segunda parte, Neumeier aborda la locura de que fue víctima y que le sirve para evocar sus años en Moscú antes de la Revolución Rusa y la pesadilla de la Primera Guerra Mundial. Para el ballet, el coreógrafo se ha servido de músicas de Chopin, Schumann, Rimski Korsakov y Shostakovich, que interpreta en directo la orquesta del Teatro Real dirigida por Rainer Möhlbach.

Esta producción es una de las que servirá a Neumeier para conmemorar el 30 aniversario de su llegada al Ballet de Hamburgo, unos años en los que el coreógrafo de origen norteamericano ha destacado por sus grandes ballets dramáticos (Romeo y Julieta, Peer Gynt, La dama de las Camelias) y otros inspirados en obras musicales o sinfónicas (Tercera Sinfonía de Mahler, Pasión según San Mateo de Bach). También por su aportación en la revisión de clásicos, como El lago de los cisnes, de Petipa, dentro de una tradición que en su opinión se debe respetar. Otra de las contribuciones de Neumeier ha sido la fundación de la Escuela del Ballet de Hamburgo, que acoge cada año a una treintena de estudiantes.