El cineasta Joaquín Oristrell ha aparcado por unos meses en la sala Mirador de Madrid para dirigir un laboratorio de actores del que ha salido Pero, ¿quién mató al teatro?, una ficción dramática a lo Orwell, en la que se plantea una sociedad futura sin teatro y en la que se van desgranando las causas que llevaron a su desaparición. Todo con bastante humor y dosis de surrealismo.

Explica el guionista, que ya tuvo su incursión teatral con La Cubana como autor de Cegada de amor, que a diferencia del cine, el teatro tiene sus virtudes: "Es más económico y te permite investigar y trabajar con actores tranquilamente. Además, tiene una inmediatez que no tiene el cine, este laboratorio ha durado dos meses, mientras que en cine los proyectos se prolongan durante dos años". Pero, ¿quién mató al teatro? ha sido escrita por Oristrell a partir de propuestas de improvisación que ha hecho a los alumnos del Centro de Nuevos Creadores, pero en el que también han colaborado profesionales como Ana Rayo o Nur Al Levi. En diez escenas los actores plantean causas posibles de la crisis del teatro e invitan a reflexionar sobre ellas buscando a los culpables: los autores, el público, los actores, el Estado... Echan mano de fragmentos de La Orestíada, Fuenteovejuna o Hamlet ofreciendo una radiografía del estado actual pero"alejado de la moralina y el proselitismo. Más que una obra crítica yo diría que es un espejo deformante", añade Oristrell.

¿Tan pesimista es la visión que tiene un cineasta de nuestro teatro? "Hay muchas cosas que están en las últimas, estamos en una época apergaminada", dice el cineasta. "Pero la obra propone un final que permite resucitarlo". ¡Qué alivio!