Teatro

Un bradomín en la Olimpia

"Dedos", de Ortíz de Gondra

10 enero, 1999 01:00

El Centro Dramático Nacional estrena esta semana en Madrid "Dedos", la comedia con la que Borja Ortiz de Gondra ganó el premio Marqués de Bradomín en 1995 y pasó a formar parte de generación "última". El autor aborda en esta obra temas actuales y dolorosos pero terciados con buenas dosis de humor negro. Un buen ejemplo del teatro que hoy se escribe.

Como una "comedia feroz sobre temas muy serios" define Borja Ortiz de Gondra "Dedos (vodevil negro)", la obra con la que obtuvo el premio Marqués de Bradomín en 1995 (galardón dirigido a jóvenes menores de 30 años) y por la que pasó a formar parte de la generación que se ha dado en llamar Teatro último. La pieza, representada una sóla vez en Alicante, se estrena esta semana en la sala Olimpia de Madrid, uno de los escenarios del Centro Dramático Nacional. El retraso de los trabajos de remodelación del citado teatro han favorecido a nuestro autor.
"Dedos" es un buen exponente de la dramaturgia de esa generación de Teatro último o "generación bradomín" (en la que también se inscriben Yolanda Pallín, Juan Mayorga o Antonio álamo). Así lo dice su autor, quien no hace ascos a ser incluido en grupos literarios. Los rasgos que definen al grupo son básicamente los que predica el maestro de muchos de ellos, José Sanchis Sinisterra: escritura que no es muy rupturista ni vanguardista, que desde el punto de vista formal practica estructuras muy abiertas y que recupera temas de la realidad con un enfoque que intenta huir de lo panfletario.
Ortíz de Gondra va más lejos: "nuestra escritura trabaja el texto, pero ha heredado del teatro visual de los ochenta el gusto por la imagen, de forma que practicamos un teatro que incorpora códigos no narrativos procedentes del cine, la televisión o Internet. Yo no hubiera podido escribir ‘Dedos’ si no hubiera visto los espectáculos de Bob Wilson o hubiera trabajado con Pina Bausch".
Estas preocupaciones y códigos están presentes en "Dedos". El autor presenta a dos parejas de edades y situaciones sociales enfrentadas. Una -la interpretada por José Luis Santos y Lola Casamayor- ronda los 40 años y está bien instalada social y económicamente; la otra -formada por Montse Díez y Vicente Colomar- es joven y está en paro. La estructura de la obra permite que en cada escena haya un cambio de pareja, de tal forma que se den todas las combinaciones matemáticas entre sus miembros. la acción dramática obliga a todos los personajes a morir, perder algún que otro dedo y resucitar. Suena absurdo pero el autor se ha servido de los elementos propios del vodevil o la comedia ligera para abordar asuntos dolorosos. Por algo ha subtitulado la obra de "vodevil negro".
Muchos, confiesa el autor, han considerado "políticamente incorrecto" que trate asuntos trascendentes como el sida, el desempleo juvenil, los contratos-basura, la violencia urbana, la ambición neo-liberal o la muerte en clave de humor y, concretamente, con chistes negros. Pero, según dice, "es la única manera de sobrevivir. Mirar esos temas que nos corroen cara a cara, dinamitarlos desde dentro". Al fin y al cabo, también son muchos los que consideran una vulgaridad que el teatro sea un fiel reflejo de la realidad y de las tragedias de la vida sin que haya al menos una sutil intervención.
La obra ha sido dirigida por Eduardo Vasco, un hombre de confianza para el autor. Era necesario que así fuera pues Ortíz de Gondra no tiene muy buena opinión de los directores actuales: "lo radicalmente innovador de la escena española actual son los textos, los actores y directores siguen fórmulas anticuadas y por lo general pocos consiguen descifrar adecuadamente los textos". Por ello, gusta de participar directamente en los ensayos. Experiencia tiene, según cuenta en su biografía, pues ha trabajado como como ayudante de dirección de Pina Bausch, Jorge Lavelli o Lluís Pasqual.
"Dedos" fue la primera obra con la que el dramaturgo, nacido en Bilbao en 1965, se dio a conocer. En 1997 volvió a ser galardonado con el premio Calderón de la Barca que concede el Ministerio de Cultura por "Mane, Thecel, Phares".