El músico y actor Teo Planell. Foto: Carla Pérez Vas.

El músico y actor Teo Planell. Foto: Carla Pérez Vas.

Música

Teo Planell, el cantautor de 21 años que busca resignificar a su generación: "El algoritmo es un arma fascista"

El compositor madrileño, que acaba de publicar su primer álbum, reivindica la lectura y la música bien hecha, con el espíritu de la canción protesta de los 60.

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"Ni viejo, ni joven, sino milenario, fuera del tiempo, marcado por otras edades diferentes a las que nosotros vivimos. Los animales suelen tener esa expresión, o los árboles, o las estrellas". Teo Planell (Madrid, 2004) aún no había nacido cuando Hermann Hesse definió así a Demian, el protagonista de una de sus grandes novelas, pero bien podría estar hablando de él.

Este joven cantautor madrileño posee la gracia de quien parece llegar de un sitio muy lejano y a la vez ser tan suyo como de los tiempos que habita. "Yo también siento que soy un poco viejo", reconoce a El Cultural. Y es cierto, no solo por su vestimenta vintage, que también, sino por esa mirada inquieta dirigida siempre hacia un horizonte futuro y desconocido.

Planell leyó El lobo estepario (1927) de Hesse con 10 años y tres años después se topó con Demian (1929), sin entenderlo demasiado. Esta novela de iniciación, que recoge el viaje hacia la madurez de Emil Sinclair, le impactó más adelante, justo en la mayoría de edad, cuando empezaba a componer su primer álbum. Tanto, que decidió escribirlo inspirándose en el libro.

De ahí nació Demian (Interescope), un álbum neo-folk con tintes literarios que relata la doble vida del niño que ya ha dejado de serlo. Influenciado por el sonido de los Beatles y Bon Iver, Planell decidió narrar su propio paso de la adolescencia a la edad adulta, ese momento de encontronazo con su propia capacidad de hacer daño.

De ello habla también la novela del escritor alemán, un coming of age que, según Planell, bien podría convertirse en una buenísima película de A24. Esa mirada cinéfila ya ha dado lugar al guion de una película —un noir wilderiano sobre un detective que ve fantasmas— que espera rodar pronto y atraviesa toda su trayectoria: Planell debutó en 2016 en el cine y este año ha protagonizado la obra de teatro La otra bestia de Ana Rujas.

Ahora la editorial Alianza acaba de reeditar este clásico moderno con la ilustración de la portada del disco de Planell, quien se ha encargado de presentarlo en librerías, junto a su álbum debut, bien acompañado del cineasta Jonás Trueba en Madrid y el poeta Mario Obrero en Barcelona. Presentar allí un disco podría parecer extraño, pero en su caso, lector precoz y empedernido, parece lógico.

Edición limitada de 'Demian', de Hermann Hesse con la portada del disco de Teo Planell.

Edición limitada de 'Demian', de Hermann Hesse con la portada del disco de Teo Planell.

Le hace feliz saber que no puede cambiar el mundo, pero que al menos puede pasar por él haciendo cosas como reeditar una obra maestra de hace 100 años. Y recita de memoria el comienzo de otro clásico, uno de los cuentos completos de Edgar Allan Poe, traducidos por Cortázar, que leyó con solo seis años.

No se lo sabe por inercia o repetición, asegura, sino por haberlo leído hasta la saciedad. "Siento que leer es un acto de amor para uno mismo" y cree que dejar de hacerlo es lo más parecido a un "autosabotaje".

También lo hubiese sido seguir por la senda de sus inicios, muy ligados al colectivo Rusia IDK (formado por rusowsky, Ralphie Choo, Mori, Tristán) y a ese sonido digital que llevan por bandera.

"Admiro tanto cómo hacen de la música algo supermoderno que por puro respeto les dejo hacerlo a ellos. La música que yo escuchaba era hecha por gente que entendía que el poder del arte era muchas otras cosas. Hubo un punto en que me di cuenta de que me daban totalmente igual los números y el dinero".

Aun así, se deshace en halagos para sus compañeros de escena —"Podría ver a mis amigos triunfar toda la vida. A través de la comunidad se crean escenas y a través de ellas cambia la cultura, es precioso ser parte de ello"— y considera que el caso del éxito de rusowsky, quien llenó el Movistar Arena el pasado septiembre con un proyecto "tan personal y marciano", es un ejemplo de cómo las barreras entre mainstream e indie se están desdibujando.

"Ahí te das cuenta de que entender la música por géneros es algo, que si antes no tenía sentido a nivel artístico, ahora lo tiene aún menos, porque está cambiando todo y sería absurdo intentar encasillar la música".

Planell se toma muy en serio este oficio elegido y privilegiado. "Mi música es una forma generosa de aprovechar ese privilegio y lanzarlo al mundo". Podría sorprender por su edad, pero por eso mismo busca resignificar a su generación, la Z.

"Quiero que se la vea como una generación culta, como respuesta a un sistema que nos quiere mermados para hacer el menor ruido posible. Por eso necesitamos culturizarnos, buscar espacios públicos donde poder reunirnos, conocernos. Mi generación tiene muchísima sed por el arte bien hecho".

Durante la entrevista, Planell se permite el beneficio de la duda —"Creo que soy demasiado joven para saberlo"— sobre muchas cosas, pero de otras está seguro.

"Si venimos de una ola de anti intelectualismo, porque no hemos entendido que tenemos derecho a culturizarnos y a profundizar en el arte y en la política, siento que estamos a punto de vivir un momento alucinante de jóvenes músicos, escritoras, escritores, cineastas. Se vienen generaciones, incluso más pequeñas que yo, que van a cambiar el mundo".

Esa mirada tan luminosa y esperanzadora es "proporcional al horror de lo que tenemos delante". "Estamos en un momento en el que la historia se está resquebrajando, son unos niveles de abyección pública documentada y a la vez impune terribles", asegura, refiriéndose al genocidio en Gaza.

Planell pertenece a esa generación nativa digital que ve en lo analógico el verdadero progreso. Por eso, le preocupa una de las cosas más valiosas que tenemos hoy: la atención.

"Me preocupa no ser dueño de ella. Leer es un motor de paz y los reel y el algoritmo son exactamente lo contrario. El algoritmo es un arma fascista, perfecta y violenta, nos quiere tontos. No nos damos cuenta, pero nos arruina la vida y el cerebro. Nunca ha existido una píldora tan violenta en la historia. Las bombas, al fin y al cabo, hacen ruido pero un reel es una píldora de cuatro segundos con el poder de hacerte mucho más tonto. Es un nivel de peligro que no somos capaces de entender".

No habla desde la superioridad, sino desde su papel de víctima de ello. "Evidentemente el capitalismo condena a que la clase baja no tenga tiempo para leer y culturizarse. Jamás habría que culpar de esto a ellos, sino al sistema que te da el analgésico y el veneno en la misma píldora".

De abrirse paso en esa jungla va su próximo álbum, Joven Ahora, que grabará en enero en El Royale, su particular estudio en El Escorial, fundado junto a otros artistas y amigos de su edad, como Roy Borland o Azuleja.

Un espacio en el que, más allá de los géneros musicales, todos comparten un criterio a la hora de hacer música, con instrumentos y dejándose guiar por un ímpetu más primigenio. "Nos fuimos de la ciudad por una necesidad muy grande de huir del sobreestímulo, pensar por nuestra cuenta y descubrir quiénes somos de verdad, al margen de lo que creemos que debemos ser".

Ahora que lo han descubierto, planean volver a la ciudad, pero manteniendo el espíritu de ese lugar. Porque Joven Ahora, está muy inspirado en el concepto de comunidad, en Bob Dylan y en esos aires de cambio que trajeron consigo la canción protesta de los 60.

"Recuerdo ver en el documental Rolling Thunder Revue: A Bob Dylan Story, dirigido por Martin Scorsese, imágenes de Dylan con Joni Mitchell, Allen Ginsberg, en una fiesta bebiendo, fumando, cantando y celebrando su condición de jóvenes artistas, y pensar: ¿Por qué esto no está pasando? ¿En qué momento no hay ocho jóvenes brillantes en una habitación reivindicando a través de los instrumentos el poder de una mirada joven unida a convenciones universales progresistas, que sostienen la música real, la música que dura?".

Dylan compuso “Blowin’ in the Wind” con 21 años, Nick Drake “Pink Moon” con 23 años y cuando Serrat le cantó al "Mediterráneo" con alma de marinero todavía disfrutaba de su veintena. “Hoy canté las mejores canciones de grandes autores y me sorprendí cuando vi lo jóvenes que eran”, recita el propio Planell en una de sus nuevas composiciones, todavía inéditas.

"Siento que todos ellos sabían que arrastraban consigo ese extraño malentendido de tener varias edades dentro de uno mismo. Tener la suerte de entender cómo hacer música del modo en que yo la entiendo está muy ligado a sentirse un alma vieja. Pero me he dado cuenta de que siempre ha habido jóvenes así y de que eso no habla tanto de ser viejo como de comprender cómo se hacen las canciones".