Loquillo. Foto: David Morales

Loquillo. Foto: David Morales

Música

Loquillo: "Hay artistas que se posicionan y otros que no, quienes tienen que hablar son los ciudadanos"

El incombustible roquero publica 'Corazones legendarios', un doble disco en el que repasa 47 años de carrera junto a compañeros como Raphael, Alaska, Bunbury y Miguel Ríos.

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“Hola, vengo por lo del anuncio”, dice alguien en el mostrador de recepción de la Warner (no el parque de atracciones, claro, sino la sede de la discográfica en Madrid, en la antigua Estación del Norte). Giramos la cabeza y divisamos la inconfundible e interminable silueta de Loquillo, con traje negro, gafas oscuras, media sonrisa y ese tupé que tantos de su quinta envidiarán y que le suman los pocos centímetros que le faltan para llegar a los dos metros de altura.

El eterno roquero de 64 años (nacido como José María Sanz Beltrán en Barcelona en 1960) repite el chiste cuando entra en el set donde le harán las fotos para esta entrevista, jugando a ser ese chico nuevo en la ciudad buscando una oportunidad para comerse el mundo.

Mientras tanto, nos avisan de que no quiere hablar de política. Él mismo nos lo dejará claro durante la conversación al preguntarle de modo genérico cómo ve España, respondiendo con un tajante “no voy a hablar de política”.

Y es que Loquillo está aquí para “hablar de su libro”, como diría Umbral, que en su caso es el doble disco de colaboraciones que acaba de publicar, Corazones legendarios (aunque lo cierto es que también podría hablarnos de su último libro, la novela Paseo de gracia).

En Corazones legendarios, que sale a la venta este viernes, ha vuelto a grabar 23 canciones de su repertorio junto a músicos con los que ha tenido relación en estos 47 años de carrera. Cadillac Solitario con Bunbury, Rey del Glam con Alaska, Rock and Roll Star con Leiva y Rubén Pozo, Feo, fuerte y formal con Dani Martín, Rock Suave con Jorge Ilegal, El último clásico con Andrés Calamaro, Rock and Roll Actitud con Miguel Ríos, Besos robados con Coque Malla

“Este es un disco de colaboraciones con solistas cantando conmigo. Después llegará otro disco con bandas, en el que seré yo el que cante con ellos”, anuncia Loquillo, que actuará entre octubre y diciembre en Barakaldo, Zaragoza, Madrid, A Coruña, Gijón, Valencia y Barcelona.

También han participado en el disco Manolo García, Iván Ferreiro, Ismael Serrano, Carlos Segarra, Nat Simons, Ramoncín, Los Secretos, Nacho Vegas, Miguel Poveda, Shuarma, Carlos Tarque, Hinds, Kutxi Romero y J de Los Planetas.

Para aparecer en este Corazones legendarios, “todos tenían que tener alguna vinculación conmigo, ya fuera por amistad, por historia o por haber versionado alguna de mis canciones. No podía haber ninguna colaboración porque sí”, explica Loquillo. Con una excepción: Raphael.

“Solo me permití la licencia de llamarle a él a pesar de que no teníamos un vínculo previo porque tenía una canción que le iba perfecta, Voluntad de bien. Es un homenaje a la canción francesa y, como ambos compartimos esa escuela, me atreví a hacerle la propuesta. Fui audaz y gané. En medio de todo eso tuvo el incidente [se refiere al percance que tuvo durante la grabación del programa La Revuelta, a raíz del cual lo ingresaron de urgencia y le detectaron un linfoma cerebral]. Mientras todo el mundo temía lo peor, yo dije que la música salva almas y que acabaría cantando la canción. Y así fue”.

Loquillo. Foto: David Morales

Loquillo. Foto: David Morales

Pregunta. ¿Cómo se han grabado las colaboraciones?

Respuesta. Ha habido de todo. Unos han grabado en su casa, otros han venido a Warner y otros han ido a nuestro estudio de Girona. Todos lo han hecho con mucho cariño y respeto, y han entendido a la perfección lo que yo quería.

P. Está de gira con este proyecto, y el 24 de octubre tocará en el Movistar Arena de Madrid. ¿Cómo será ese concierto?

R. Será un concierto de rock español, sin artificios. Seis tíos tocando y uno cantando. Lo importante son las canciones, desconfía de cualquier parafernalia adicional.

P. Al ser la gira de un disco de colaboraciones, imagino que habrá artistas invitados.

R. ¡Qué pesados estáis con eso! El concierto será como tenga que ser, ¿entiendes? No se me ocurriría jamás desvelar nada y mucho menos hacer publicidad con nombres. Lo que tenga que ocurrir ocurrirá. Por ahora simplemente es un concierto de Loquillo.

P. ¿Cuándo conquistó su corazón el rock and roll?

R. Posiblemente con los primeros discos de Los Sírex que traía mi padre del puerto de Barcelona, porque trabajaba con el hermano del cantante. También por los singles que mi madre tenía del Dúo Dinámico, y por la banda sonora que escuchaba de mis vecinos yeyés. Y, evidentemente, todas las canciones de los Beatles, de los Stones, los singles de los grupos de la época, Los Salvajes, Lone Star... Todo eso sonaba continuamente en el edificio de mi casa. Esa es la imagen primeriza que tengo del rock and roll.

"Tienes que tener alrededor gente más joven que sepa darte la colleja cuando toque, y sobre todo no perder el hambre de aprender"

P. O sea, que bebió de influencias tanto anglosajonas como españolas.

R. Sobre todo rock español y europeo. Mucho Celentano, mucho Johnny Hallyday… Yo he crecido con tradición europea, de la misma manera que era importante para mí toda la copla que escuchaba mi madre; el tango, porque mi padre fue cantante de tangos en su juventud; y toda la influencia barrial, donde Manolo Escobar era el rey, o Raquel Meller, que era muy importante en mi casa.

»Además tuve la suerte de vivir el momento más alto del pop español, en los 60, y el nacimiento de la Nova Cançó, que tenía sus influencias en Francia. Yo tengo esas dos vertientes: por un lado el rock español y por otro lado la influencia francesa y europea que me lleva a reivindicar una tradición que es la de musicar poesía contemporánea. Una vertiente alimenta a la otra. No entiendo mi carrera de otra manera, porque si no me habría convertido en un artista tributo a sí mismo, y eso es lo peor que puedes hacer. Yo intento diversificar: he producido documentales sobre la memoria histórica, he producido obras de teatro y he publicado cinco novelas.

Loquillo. Foto: David Morales

Loquillo. Foto: David Morales

P. ¿Cuántas veces ha tenido que escuchar que el rock and roll está muerto?

R. Desde que empecé, a los 15 años. Y de repente salió el punk. Sí, lo he escuchado toda la vida, pero el rock español es distinto, no tiene que ver nada con el anglosajón. El español tuvo dos momentos. Durante la dictadura los artistas no podían decir nada porque sus letras tenían que pasar por la censura. Eso duró hasta el 78, no estamos tan lejos. Y después, una segunda parte que empieza cuando Ramoncín o Burning empiezan a hacer letras que hablan de la realidad de la calle.

»En España el rock, como cultura normalizada, es joven. En los 60 había rockers, pero la censura evitaba cualquier tipo de expresión. En cambio, en Francia, en Italia, en Inglaterra, el rock era parte de la cultura popular. Por tanto, en España hemos pasado unas etapas muy rápidas hasta llegar a cierta normalidad.

"Es necesaria una ley de inteligencia artificial que proteja a los autores, y que se desarrolle de una puta vez el Estatuto del Artista y una nueva Ley de Mecenazgo"

P. Una vez le oí decir que el secreto de su éxito era haberse rodeado siempre de músicos mejores que usted.

R. Así es, y de gente más joven, porque un artista tiene que estar en contacto con la realidad. Yo tengo mi banda clásica que me acompaña desde hace muchísimos años, con la que podemos llenar el Liceo interpretando poesía contemporánea y podemos petar Las Ventas haciendo rock español. Por otro lado, soy muy consciente de cómo ha cambiado el negocio la tecnología y lo que nos viene, y para eso tienes que tener alrededor gente más joven que sepa darte la colleja cuando toque, y sobre todo no perder el hambre de aprender. Hallyday me dijo: “Loco, nunca dejes de sorprenderte”, y eso es una ley que sirve en todas las épocas de tu vida.

P. Ahora que menciona la tecnología, ¿qué opina sobre la inteligencia artificial y su uso en el mundo de la creación cultural?

R. Es necesaria una ley de inteligencia artificial que proteja a los autores. Sabino Méndez es un especialista en el tema y podría darte más detalles de la parte técnica. Estuvo hace poco en Bruselas y en los últimos meses siempre me ha contado lo mismo: que es necesaria una ley ya, como es necesario que se desarrolle de una puta vez el Estatuto del Artista y una nueva Ley de Mecenazgo. No sé cuántos ministros llevamos ya y todos dicen lo mismo y no hacen nada. Faltan muchas cosas por aprobar y van dando largas, largas y largas. Creo que estaría muy bien que mi generación pudiera legar eso a los que vienen detrás para que estuvieran protegidos, como cualquier trabajador.

P. Sabino Méndez ha sido muy importante en su carrera y el autor de muchos de sus éxitos. ¿Qué relación tiene con él?

R. Somos amigos de toda la vida. Empezamos juntos en Los Intocables y seguimos con Trogloditas. Luego él fue vicepresidente de la SGAE, yo seguí con lo mío, y nos seguimos viendo. Además está trabajando en canciones para nuestro siguiente disco. Siempre estamos en contacto de una manera o de otra.

P. Usted es el autor de algunos de sus mayores éxitos, pero casi siempre ha trabajado con otros letristas y compositores. Aunque tiene una personalidad muy marcada como artista, detrás hay un trabajo muy colectivo.

R. Soy un individualista que trabaja colectivamente. Siempre busco lo mejor. Me gusta que las canciones sean como un traje a medida, pero sobre todo me gusta descubrir talentos y gestionarlos. Yo no tengo ese ego de pensar que todo tiene que ser mío, porque uno puede ser brillante en dos o tres discos, pero no puede serlo en diez. Yo he tenido hits absolutos que eran míos. Por ejemplo, Esto no es Hawaii (Qué wai), que llegó a ser sintonía de Radio 3 en los 80; Feo, fuerte y formal, que es un himno intergeneracional; o Cruzando el paraíso, que acabó siendo cantada por Johnny Hallyday y fue la sintonía de una serie [Crematorio].

»Durante un tiempo, Sabino Méndez hacía éxitos para parar un tren, y ahora Igor Paskual, que entró a trabajar conmigo hace unos 20 años, se ha marcado el último gran hit de la banda, que es El último clásico.

P. El otro día contó en el programa de Broncano que había pasado por problemas graves de salud en los últimos años. ¿Cómo ha vivido esa etapa y cómo se encuentra ahora?

R. Si algo no soy es un llorón. Pasó, se superó y punto. He tenido todo tipo de percances en los últimos cinco años: quedarme sin voz, problemas de tiroides, problemas cardíacos, me rompí el peroné… Pues te levantas y sigues. A todo el mundo le pasa.

P. Al hacer este repaso a todo su repertorio, ¿qué sensaciones o pensamientos le han venido a la cabeza?

R. En algunos momentos he notado el paso del tiempo, pero cuando he visto las canciones cantadas por el resto de artistas, con una vuelta de tuerca necesaria, han tomado distintas direcciones que me han sorprendido. Habría sido terrorífico hacer un ejercicio de nostalgia. Hay canciones desde 1980 hasta 2023. Eso son más de cuatro décadas. Miro hacia atrás y digo: bien, hemos hecho un buen trabajo.

P. ¿Siente que han envejecido bien esas canciones?

R. Sí, porque son clásicas. Hay canciones que quizás tienen que ver más con la adolescencia y no tienen sentido en un señor de 64 años, pero el 85 % son atemporales porque se pueden cantar en cualquier época de la vida. Es evidente que no vas a volver a ser el chico que cantó eso en una España tan distinta. Algunas canciones han sido aparcadas por eso. Pero de repente alguien con 22 años puede coger una de ellas y hacerla suya.

P. En general las canciones se han ralentizado un poco y han ganado cuerpo, tienen un sonido más rico y contundente.

R. Algunas se han ralentizado sencillamente porque antes en algunos discos se aceleraban después de grabarlas.

P. También la manera de producir ha cambiado mucho en estos 40 años.

R. Mi primer disco, Los tiempos están cambiando, lo grabé en un día y se mezcló en otro. Los productores solían grabar a cantautores y cantantes melódicos, pero no tenían ni zorra idea de cómo grabar a un grupo de rock. Si escuchas los másteres de los primeros discos, cuesta escuchar las guitarras eléctricas y tiene poco que ver con cómo sonaba realmente un grupo de rock en directo. Ahora muchas de esas canciones han ganado el poso y la sonoridad que merecían.

"Antes no tenías abogado, ni financiero, ni nadie que te mirase un contrato, y el mánager probablemente se hiciera el listo"

P. ¿Qué cambios ha visto en la industria musical en este tiempo?

R. España ahora mismo es un país que debe cuidar a sus artistas, porque lo hacen los demás países. Vete a Francia, Italia o Inglaterra, que es lo más cercano que tenemos. Yo recuerdo ir a Francia a ver a artistas que me gustaban y ver en el público a tres o cuatro generaciones distintas, y pensaba ¿cuándo va a pasar esto en España? Afortunadamente ya está empezando a pasar, y hay padres e hijos que van a ver juntos a los artistas que le gustan, pero hubo un tiempo en el que había una brecha generacional absoluta.

»También pasaba en las compañías de discos. Las primeras bandas de rock de los 70 y principios de los 80 se encontraban con muchos problemas. Pero, aunque ahora mucha gente pone a parir a las discográficas, yo opino que no hay compañías buenas y malas, sino ejecutivos buenos y malos. Porque nosotros cuando entramos en EMI/Hispavox, una compañía donde estaban figuras de la talla de Raphael, nosotros hicimos lo que quisimos, nunca tuvimos ningún problema.

»Es verdad que la industria entonces nos daba muy pocas opciones y había problemas de dinero, pero eso siempre ha ocurrido. Corruptelas hay en todas partes, el tema es que ahora sabemos lo que antes no sabíamos. Antes no tenías abogado, ni financiero, ni nadie que te mirase un contrato, y el mánager probablemente se hiciera el listo, como lo cuenta perfectamente Alaska en su documental. Ahora hay otros problemas que tienen que ver más con las nuevas tecnologías.

»Pero insisto: hay que hablar de los artistas, que son quienes hacen que esto funcione. Igual que se dice que el rock está muerto, también se dice mucho que no hay artistas. Yo empecé en un cabaret de las Ramblas tocando para marines americanos y señoras de la vida, y ahora hay muchos jóvenes trabajando en pequeños bares y pubs. Ahí está el futuro. Y sobre todo el futuro está en que son tiempos de rock, porque los tiempos duros siempre son tiempos de rock.

P. Entonces nunca morirá, tal y como está el mundo.

R. El rock es una música que vampiriza a las demás, agarra lo que puede de lo que está en movimiento, lo lleva a su terreno y lo acaba fagocitando. Ahora hay una cantidad de festivales y conciertos de rock que era impensable hace 35 años.

P. Hábleme de su época juvenil, de cuando militaba en la tribu de los Teddy Boys. Ya no quedan tribus urbanas como entonces.

R. Yo duré poco porque soy un disidente nato. En aquella época la gente necesitaba pertenecer a algo para identificarse y eso me parece muy lícito cuando se tienen 18 años. En algún momento tienes que gritar. Pero para mí fue simplemente un punto de partida, luego tuve un programa de radio, trabajé en una compañía de discos, escribía en revistas especializadas como Disco Expres o Star, y el siguiente paso fue evidentemente grabar un disco.

»Pasé por todo y de todo he aprendido, nunca me he quedado en un lugar fijo. Lo muestra muy bien la película sobre Dylan [A Complete Unknown]: un creador coge, se va y pasa página, y eso es lo que he hecho toda mi vida. Nunca he sido un ortodoxo en nada, es muy aburrido serlo.

P. Últimamente parece que se exige a los músicos, quizá por su influencia en la sociedad y por tener un micrófono, que se posicionen ante algunos temas de actualidad. ¿Qué opina de eso?

R. ¿Para qué? Es mejor darle voz a la gente, que es la que merece hablar. Los chavales de 18 años, la gente de 30 que está en el paro, la gente mayor de 55 que no encuentra trabajo. Hay artistas que se posicionan y otros que no, y hay artistas que trabajan en favor de algo sin que tú te enteres. A nadie se le puede exigir nada de eso. Los que tienen que hablar son los ciudadanos.