Los Beatles a su llegada a Madrid el 1 de julio de 1965. Foto: Wikimedia Commons

Los Beatles a su llegada a Madrid el 1 de julio de 1965. Foto: Wikimedia Commons

Música

60 años de la visita de los Beatles a España: "Había tantos policías que se hubiera podido tomar Gibraltar"

Los conciertos celebrados en Madrid y Barcelona fueron tildados de fracaso por los medios en un intento del régimen franquista de desacreditar la ola de modernidad que encabezaban los de Liverpool. 

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La visita de los Beatles a España que tuvo lugar entre el 1 y el 4 de julio del verano de 1965 sirve como excusa perfecta para comprobar cómo funcionaban los engranajes del régimen franquista frente a la llegada de las superestrellas británicas a un país que comenzaba a despertar poco a poco.

Una oportunidad y un riesgo para la España del momento que, tras su paso, la prensa generalista despachó con titulares tan tendenciosos como "los Beatles pasaron sin demasiada pena ni demasiada gloria", "recibimiento yé-yé, pero menos" o "la beatlemanía falla en Madrid", intentando tapar un inminente fenómeno artístico e ideológico que explotaría años después.

Seis décadas después, un doble concierto conmemorativo en Madrid y Barcelona rinde tributo al repertorio de aquellos genios británicos: será el 2 de julio en el Teatro Capitol de la Gran Vía de Madrid y el 3 de julio en el Teatre Apolo de Barcelona con la banda tributo The Bootleg Beatles.

Bienvenido Mr. Beatle

Todo comenzó unos pocos meses antes, cuando la reina Isabel II de Inglaterra nombró al cuarteto de Liverpool miembros de la Orden del Imperio Británico motivando que el gobernador de Barcelona, Ibáñez Freire, llegase a convencer al ministro de Gobernación franquista Camilo Alonso Vega para permitir la visita de los Fab Four a nuestro país.

Eso sí, el objetivo era claro desde el primer momento: minimizar y desprestigiar todo lo posible la visita de aquellos "melenudos" que volvían locas a las fans, evitando el contacto directo de la banda con ellas. Así se quería evitar las imágenes de descontrol juvenil que se venían desatando desde el vecino Reino Unido.

Tal y como relata el documental Que vienen los Beatles, filmado por los directores Pedro Costa y Francisco Beltriú como parte de un encargo del NO-DO, fue el empresario de eventos taurinos y espectáculos Francisco Bermúdez el responsable de traer al grupo a España consiguiendo que viniesen para finalizar su gira europea.

En ese momento el caché de los Beatles rondaba las 20.000 libras, pero su manager Brian Epstein accedió a bajarlo a la cantidad de 5.000 por hacer dos actuaciones cortas en Madrid y Barcelona de tan solo 30 minutos de duración. Como anécdota, resaltar que el empresario tuvo que pedir prestado parte del dinero al cantante Raphael para poder finiquitar la firma del contrato.

De tal manera que, con un sol cayendo a plomo sobre las pistas del aeropuerto de Barajas, a las 17:40 h del 1 de julio, la banda de Liverpool finalmente aterrizó en Madrid. La consigna era impedir cualquier contacto directo con las fans y así evitar posibles alteraciones de orden público.

El desconcierto en Barajas fue total con las pocas y valientes seguidoras que se habían desplazado hasta allí correteando por todos lados y sorteando todo tipo de dificultades mientras que los Beatles, escoltados en todo momento por la policía, fueron obligados a ir directamente a un Cadillac que les esperaba en la puerta para desazón de sus fans.

La banda se atrincheró toda la noche en el hotel Fénix de la plaza de Colón para no provocar altercados por las calles de Madrid y al día siguiente la rueda de prensa comenzó a las 11:30 h y solo pudieron asistir periodistas con carnet entregado por el régimen.

Con una mayoría de profesionales de los medios fuera de sus competencias habituales, las preguntas formuladas durante la mañana rozaron vergonzosamente el sinsentido mientras buscaban deliberadamente la confusión en las respuestas que deberían dar los Beatles ante cuestiones tan ridículas como: ¿Qué opinan de El Cordobés? ¿Con qué frecuencia se cortan el pelo? ¿Qué harían si se encontraran con Dalila?

A continuación de la rueda de prensa, se instaló en el mismo hotel una pequeña réplica de las bodegas Domecq para una especie de aperitivo, pero detrás de aquel homenaje al jerez sevillano, aparentemente improvisado, se escondía una operación de marketing "a la española" para defender el prestigio de la marca de Jerez y dejar al Sherry inglés por los suelos. Curiosamente, los cuatro Beatles firmaron sendas cubas de Jerez que se extraviaron posteriormente y que no aparecerían hasta muchos años después.

¡Qué noche la de aquel día!

Teniendo en cuenta que el salario medio de aquella época era alrededor de 60 pesetas mensuales, las entradas en Madrid no resultaron precisamente baratas, con precios que iban desde 75 la más barata hasta 400 la más cara.

Si a esto le sumamos el miedo que la policía franquista había ido insuflando los días anteriores a través de los medios con la posibilidad de que hubiese cargas policiales, no es de extrañar que hubiese mucha más gente fuera de la Plaza de las Ventas que dentro, donde reinaba una extraña sensación de hostilidad por la exagerada presencia policial, con registros exhaustivos en los accesos al coso y expulsión directa de todo aquel a quien las autoridades considerasen portador de "malas pintas".

De tal manera que los conciertos comenzaron con más policías dentro del recinto que espectadores. Para justificar el precio de las entradas el promotor puso varios teloneros, desde la Orquesta Florida hasta el cantante Míchel, pasando por la banda Los Pekenikes, que en realidad fueron los únicos que llegaron a conectar con el público.

De hecho, su bajista, Ignacio Martín, recuerda con claridad que "casi la mitad de la asistencia del concierto fueron principalmente las hijas e hijos de los militares norteamericanos que vivían en la base de Torrejón debido al poder adquisitivo de los padres que cobraban en dólares. Además se sabían todas las canciones porque tenían la suerte de que los temas de los Beatles sonaban constantemente en la emisora de radio que tenía la base militar. Aquí no los conocía tanta gente".

A las 22:10 h el mítico Torrebruno presentó a la banda que a continuación tocaría solo 12 canciones, comenzando con Twist and Shout seguida de She's a Woman y Can't Buy Me Love. La policía franquista vigilaba muy de cerca los posibles gritos histéricos de las fans y, ante algunas puntuales reacciones exaltadas, éstos tenían la orden de acercarse para soltar aquello tan berlanguiano de "¡disuélvanse y no se manifiesten!".

El ambiente fue realmente frío y el desastroso sonido no ayudó a mejorar un concierto que acabó resultando frustrante: "Actuaron con un equipo ínfimo formado por amplificadores de 100 vatios, así que pusieron el volumen al máximo y la distorsión era brutal. Y además, las niñas gritaban muchísimo. Yo no escuchaba nada, pero no importaba, porque la música ya la conocíamos todos", recuerda el bajista de Pekenikes Ignacio Martín.

"Parecían como la orquesta de una fiesta mayor", rememora también la fotógrafa catalana Joana Biarnés. "Tenían todas las luces encendidas de la plaza, no sólo las del escenario, por miedo a que se produjesen desmadres, cosa que vino bien para captar imágenes. Pero desde luego no para crear un buen ambiente de concierto".

Tras escasa media hora de actuación, el cuarteto de Liverpool acabó con Ticket To Ride y el clásico de rock and roll Long Tall Sally. Tras ello, la gente abandonó la plaza tan ordenadamente como cuando entró, pero produciéndose a la salida varios altercados y algunas persecuciones policiales. Edgar Neville escribió al día siguiente en la prensa: "Había tantos policías que, con solo uno más, se hubiera podido tomar Gibraltar".

Puente aéreo

La misma Joana Biarnés consiguió comprar un billete de avión en el mismo vuelo que llevaría a los Beatles a Barcelona. Se escondió en el lavabo para intentar conseguir algunas fotografías de los Beatles, que estaban situados en los asientos traseros, hasta que inevitablemente fue descubierta por los guardaespaldas al ver que asomaba un teleobjetivo de la puerta del baño. Una vez más, puro Berlanga. Pese a todo Joana se salió con la suya y fue la responsable de la famosa fotografía de los Beatles con monteras toreras en la bajada de la escalerilla del avión.

En esta ocasión para que no se produjesen carreras de inocentes fans tal y como había sucedido en Barajas, un coche directamente les recogió en la pista de aterrizaje del aeropuerto de El Prat para llevarlos al hotel bien vigilados de cerca por la policía franquista.

Para el concierto de Barcelona el aforo mejoró notablemente, llegándose a vender unas 18.000 entradas, de tal manera que la Plaza de Toros Monumental estaba casi al completo en un concierto que acabó resultando mucho más cálido pese a tener un sonido igual de limitado que en Madrid.

Los Shakers y los Sirex fueron los teloneros que realmente conectaron con el espíritu yeyé de un público que recibió con gran expectación a los Beatles saliendo a las 22:45 por la puerta de toriles de la Plaza Monumental de Barcelona. Directos al escenario y con un John Lennon ataviado con sombrero cordobés para abrir de nuevo con Twist And Shout.

El setlist de canciones fue exactamente el mismo y la policía prácticamente no permitió a los cámaras allí presentes iluminar al público por "miedo a que se soliviantasen". El manager de la banda, Brian Epstein, tampoco permitió que se grabase nada del concierto.

El domingo 4 de julio, el cuarteto de Liverpool regresó a Londres para no volver a tocar nunca más juntos en España y al mes comenzaría su primera gran gira norteamericana en el estadio de Nueva York ante 60.000 personas.

Años después, Paul McCartney en una rueda de prensa recordó su visita a España de la siguiente manera: "Lo que más recuerdo era que había muchos fans que estaban fuera de la plaza de toros y que no tenían dinero para entrar mientras dentro estaban los ricos, así que realmente no disfrutamos mucho y nos hubiese gustado mucho más tocar para la gente que estaba fuera".

Los medios en general tildaron de fracaso la visita y el NO-DO emitió un resumen a la semana siguiente perfectamente manipulado y donde muchas de las imágenes grabadas al final fueron prohibidas manteniéndose inéditas en RTVE hasta treinta años después.

La imagen de un país asustado y de una juventud atemorizada afortunadamente se iría desvaneciendo con el tiempo, entre muchas otras cosas, porque el día que los Beatles llegaron a España entró con ellos una ráfaga de libertad que poco a poco se convertiría en un huracán.