Imagen | Manuel García, en la Juan March como en casa

Imagen | Manuel García, en la Juan March como en casa

Música

Manuel García, en la Juan March como en casa

La fundación acoge 'Un avvertimento ai gelosi' dentro de la serie dedicada a las óperas de salón del compositor y cantante español

15 diciembre, 2021 05:00

En 2016 la Universidad Autónoma de Madrid ponía en pie, dentro de su habitual ciclo Grandes Autores e Intérpretes, la obra de cámara Un avvertimento ai gelosi, una de las cinco obras de salón con voces y piano escritas por el tenor, maestro y compositor Manuel García (1775-1832). Recupera desde este miércoles este título la Fundación Juan March dentro de su serie Teatro Musical de Cámara, en la que han desfilado ya otras obras similares del creador sevillano.

El reparto y disposición escénica son distintos en este caso, si bien el soporte pianístico sigue estando a cargo del incansable, hurgador y virtuoso Rubén Fernández Aguirre, presente en diversos frentes, aunque el primer día será Ignacio Aparisi Doménech quien se siente ante el teclado. En la escena, gobernada por la siempre inspirada Barbara Lluch, se alinean cantantes del Centro de Perfeccionamento del Palau de Les Arts de Valencia, el hasta hace poco denominado Plácido Domingo y que en la actualidad dirige la soprano María Bayo. Los nombres de estos alevines son Rosa María Dávila, soprano (Sandrina), Marcelo Solís, barítono (Berto), Jorge Franco, tenor (Conte di Ripaverde), Carlos Fernández Reinoso, barítono (Don Fabio), Laura Orueta, mezzo (Ernesta) y Xavier Hertherignton, tenor (Menico).

Al escribir sus obras escénicas, García exhibía sus amplios conocimientos del arte del canto: estaba al tanto, como testigo e intérprete de excepción, de todas las técnicas y usos que derivaban de una curiosa fusión del estilo español, el de los tonadilleros y actores –él mismo lo era–, con el de la ópera cómica francesa y la ópera seria, semiseria o bufa italiana, en la que primaba un depurado belcantismo. No en vano, García había llegado a conocer, en 1811, a Giovanni Ansani, un viejo tenor, antiguo discípulo de Porpora. Será interesante comprobar de nuevo todo ello a lo largo de las tres representaciones previstas en Madrid.