Galdós-Música

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Música

Galdós, el literato melómano

Los conocimientos musicales de Galdós son más amplios de lo que se pensaba. Fue pianista amateur, crítico de excelente estilo y varios de sus 'Episodios Nacionales' acabaron convertidos en óperas y zarzuelas

3 enero, 2020 12:42

Gracias al libro que publicó en 2016 la editorial Clave Intelectual, escrito muy concienzudamente por el canario Pedro Schlueter, un hombre inquieto en distintos campos como autor de relatos, obras de teatro y ensayos, y experto investigador sobre temas musicales, se han podido conocer con detalle las conexiones de Galdós con la música, tanto en cuanto creador de narraciones susceptibles de ser llevadas a la escena lírica como en lo que atañe a su actividad, más o menos particular, de intérprete amateur o de forjador de vocaciones y organizador de veladas musicales de alto copete. Por no hablar, por supuesto, y esta es una actividad fundamental en su vida, de su dedicación a la crítica musical, labor que ejerció a lo largo de mucho tiempo. Es una hermosa experiencia leer sus amenas consideraciones acerca de este o aquel acontecimiento o de este o aquel artista o de esta o aquella composición. Juicios ponderados siempre; e instructivos. Una selección de estos escritos fue recogida en 1923 por la Editorial Renacimiento. Un libro de 251 páginas que puede adquirirse en librerías de lance.

El texto de Schlueter se suma a otros aparecidos con anterioridad y que estudian, más o menos ampliamente, el universo musical del escritor, en una o varias de sus facetas. Algunos eran ya más o menos conocidos. Hay que citar entre ellos los firmados por José Pérez Vidal (Galdós, crítico musical), H. Chonon Berkowitz (La biblioteca de Pérez Galdos), Federico Sopeña (Arte y sociedad en Galdós), Benito Madariaga (Pérez Galdós, biografía santanderina)… Todos mencionados, junto a otras muy numerosas fuentes, por el autor, que sin duda ha realizado una muy exhaustiva investigación. Es preciso citar asimismo el trabajo La música y los músicos en la obra de Benito Pérez Galdós (la sátira galdosiana a través de la música) de Luciano Aniorte Prior.

Todo ello da pie a que podamos conocer con alguna precisión y bastante profundidad las relaciones del escritor con nuestro arte. A poco de llegar a Madrid, en 1862, el Galdós estudiante ya escribe sus impresiones sobre las diversas actividades musicales, que empieza a publicar en La Nación. Y lo hace con aplomo y sensibilidad; y excelente estilo. Era, apuntaba Pérez Vidal, “un joven crítico que si tenía mucho de melómano, tenía mucho más de literato”.

Son curiosas las opiniones galdosianas sobre la conexión entre el ruido y la música y en torno a la llamada “ópera española”, en la que no creía demasiado; aunque en su día cantara las alabanzas de Los amantes de Teruel de Bretón. Schlueter cree que los conocimientos musicales de Galdós adquiridos en su Las Palmas natal eran más amplios de lo que en un primer momento se había imaginado. Con esa base organizaba de continuo veladas en su casa y en ellas solía tocar a veces el armonio. Esa veta doméstica conectaba con su deseo de que algunas de sus narraciones literarias, generalmente por sugerencia de compositores amigos o admiradores, fueran llevadas a la escena lírica. Quizá el caso más sonado y más revelador fue el de la novela Marianela.

Se tiene constancia de que el mallorquín Pedro Miguel Marqués, autor de la zarzuela El anillo de hierro y de cinco importantes sinfonías, llego a poner música a la novela con el título de Magdalena. Aunque la obra se estrenó en 1890, la partitura se ha perdido. Chapí, el insistente navarro Arturo Lapuerta, Amadeo Vives, Guillermo Fernández Shaw, Valle-Inclán, los hermanos Álvarez Quintero, entre otros, estuvieron de una u otra forma metidos en un proyecto que, en vida de Galdós, solo tomó forma en el teatro de la mano de Margarita Xirgu de acuerdo con la adaptación de los Quintero. A la postre, su dimensión operística, sobre la base literaria de los dos hermanos, acabaría por otorgársela Jaime Pahissa tres años después de la muerte del escritor. Entre 1984 y 1985 el compositor puertorriqueño Manuel B. González trasladó la acción a su país y la vistió, bajo el titulo de Nela. Schlueter da cuenta de otra partitura nonata en torno a la desgraciada Marianela: la compuesta por Jesús Romo, con el título Marianela o Tu lazarillo, en 1984, una copia de la cual duerme el sueño de los justos en la Casa-Museo Pérez Galdós en Las Palmas.

Otras muchas obras galdosianas pudieron ser llevadas al escenario lírico con menores problemas; y con relativa fortuna. Es el caso de Electra, puesta en música por Rafael Tomás; Doña Perfecta, firmada por Ildefonso Moreno Carrillo; el intento de Saco del Valle de llevar al pentagrama Gloria… Y la partitura que logra terminar Lapuerta –que nunca verá culminado su deseo de hacer lo mismo con Marianela– sobre el Episodio Nacional Zaragoza que vio la luz en 1908. Hay otras zarzuelas inspiradas en los Episodios: Cádiz de Chueca y Valverde (1886), que se ha grabado incluso y ofrecido en versión de concierto hace poco por Víctor Pablo Pérez y la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid; El 7 de julio con música de Rubio y Espino (1887); y Trafalgar, con partitura firmada por Jerónimo Jiménez (1891). Se consignan también numerosas parodias sobre La de San Quintín.