Image: La Madrileña, una nueva orquesta ante la historia

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Música

La Madrileña, una nueva orquesta ante la historia

15 enero, 2016 01:00

José Antonio Montaño, fundador de la orquesta La Madrileña. Foto: Javier del Real

La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando es el escenario elegido por La Madrileña para su presentación en sociedad, este viernes (15). Alumbrada por el director José Antonio Montaño, pretende reavivar el repertorio español orillado. Su nacimiento refuerza nuestro panorama orquestal historicista, un sector casi a la intemperie.

La fundación de una orquesta en España en estos tiempos es una gesta homérica. Sobre todo si para alumbrarla no se cuenta con ningún respaldo público. Es el caso de La Madrileña, una agrupación de instrumentos de época que, si logra tomar impulso (ojalá), pretende abordar el repertorio barroco y clásico indistintamente. José Antonio Montaño es su ideólogo e impulsor, aunque su determinación, dice, procede también de muchos músicos españoles que le apremiaban para dar el paso. Era una demanda constante. "Por eso me he metido en este follón", confiesa a El Cultural.

Estuvo 10 años al frente de la Orquesta Escuela de la Sinfónica de Madrid, finiquitada por Gerard Mortier cuando tomó poderes en el Teatro Real. También encabezó la Tropa Barroca, creada ex profeso para la reapertura del Coliseo Carlos III de El Escorial. Algunos miembros de estas formaciones los han incorporado ahora a La Madrileña, cuyas filas también se han reforzado con fichajes procedentes de la Orquesta Barroca de Friburgo, Les Talens Lyriques, la European Union Baroque Orchestra...

Cuentan además con el compromiso de concertinos de renombre, como los violinistas Lina Tur Bonet y Maxim Kosinov, que se ‘personarán' en próximas citas de La Madrileña. De momento, Montaño ha conseguido que las agendas de unos 30 instrumentistas converjan en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando este viernes 15, fecha escogida para la presentación de un proyecto que lleva vislumbrando muchos años en su mente y que, con intención ya definida, empezó a levantar desde septiembre.

El programa, consagrado a Martín y Soler y escenificado por Ignacio García, refleja la principal vocación con que la orquesta ha sido gestada: recuperar el patrimonio musical español habitualmente olvidado. En esta amnesia es difícil deslindar las causas de los efectos: desidia institucional, complejos de inferioridad patrios (nuestra música siempre es inferior, claro), indiferencia del público... Martín y Soler, acaso nuestro compositor más internacional en el XVIII, es una ‘víctima ejemplar' de esta desmemoria. "Es curioso que sus óperas todavía se monten en Alemania, Francia, Rusia... Aquí está marginado. Vale que no es Mozart, pero ¿quién está a la altura de Mozart? Nadie. En cambio sí podría competir de tú a tú con óperas de autores como Cimarosa o Haydn, que sí se siguen haciendo. Tiene suficiente calidad para resistir la comparación", señala Montaño.

El propio Mozart reconoció ese talento mediante la inserción de una cita de Martín y Soler en su Don Giovanni (nada menos). También lo apreciaron los ‘ojeadores' (mejor dicho: ‘oidores') musicales de Catalina la Grande, quien, con la idea de italianizar su corte de San Petersburgo, contrató a muchos de los más reputados compositores del momento, incluido el músico valenciano. Allí se instaló algunas temporadas. Mucho de lo que compuso se quedó en Rusia, lo que ha complicado su difusión posterior en España.

Es lo que ocurrió con las tres arias que interpretará su concierto ‘bautismal' La Madrileña (por cierto, el nombre lo toman de una zarzuela de Martín y Soler). Proceden de su ópera Presnolubie y llevan dos siglos condenadas al silencio. Estaban en el archivo del Teatro Mariinski, de donde las rescató la musicóloga Vera Fouter, embarcada en una investigación sobre la etapa rusa de Martín y Soler. Las copió corriendo (no le permitían hacer fotos) bajo el férreo control de un vigilante del teatro, muy receloso tras los trapicheos previos con sus fondos de otro estudioso. "Cuando me enteré de que Fouter disponía de este material, no lo dudé: la mejor manera de presentarnos en sociedad era con esas copias sobre los atriles", recuerda Montaño.

La Madrileña supone un nuevo activo en el historicismo orquestal español, un sector con conjuntos notables pero sostenidos en estructuras endebles. Son muy numerosos en el formato camerístico, donde los costes son mucho más livianos. En cambio, grandes agrupaciones, de en torno a una treintena de músicos, escasean. Aquí nos hemos hecho eco de las dificultades de la Orquesta Barroca de Sevilla, salvada in extremis de una desaparición que parecía inevitable. Ahora se ha hecho fuerte en el Teatro Lope de Vega gracias a apoyos públicos y privados. Otros ejemplos son Al Ayre Español, de López Banzo; el Hesperión XXI, La Capella Reial de Catalunya y Les Concerts des Nations, de Jordi Savall; y El Concierto Español, de Emilio Moreno.

Este último, profesor en Escuela Superior de Música de Cataluña, lamenta la pasividad de la Administración. "Desde nuestra fundación, en el año 2000, no hemos recibido ningún tipo de ayuda pública. En cambio, padecemos una fiscalidad onerosa e intrincada", señala a El Cultural. Resulta frustrante para alguien que ha consagrado su vida a exhumar partituras de compositores nacionales. Con El Concierto Español ha devuelto a los atriles más de 100 partituras de músicos como el propio Martín y Soler, Boccherini ("Para mí es español aunque naciera en Lucca, igual que Lully es francés aunque naciera en Florencia"), Pablo Esteve, Blas de Laserna, Rodríguez de Hita, Fernando Sor, Juan Bautista Volumier... Si echa un vistazo fuera, se acrecienta su desolación: "Muchas de las orquestas barrocas extranjeras que vienen a España lo hacen gracias a las ayudas que reciben de instituciones de sus respectivos países". Aunque admite que los recortes son una desgracia generalizada de la que no se libran ni los popes del historicismo musical: ni Tom Koopman en Holanda, ni William Christie en Francia, ni La Petite Bande de Bélgica, muy lejos de los tiempos de gloria bajo la dirección de Gustav Leondhardt...

La carencia de una política de respaldo a estos ‘puristas' de la interpretación contrasta con la hiperprotección de las sinfónicas en España, beneficiadas de la pugna entre las diversas comunidades autónomas: todas quieren sacar pecho con su orquesta. Ese orgullo regional originó una inflación en el sector en la década de los 80 y principio de los 90, cuando fueron fundadas varias decenas. "Lo que sucede es que a un político es muy difícil hacerle entender que financie a una orquesta historicista cuando ya tiene una que puede hacer el mismo repertorio. En cierto modo, es normal", concede Moreno. Pero, claro, los resultados no son los mismos.

Las ‘sensibilidades localistas' son otro de los obstáculos con que topan Moreno y los suyos. Reivindicar el patrimonio de todo el país y apellidarse ‘Español' no es una carta de presentación apreciada en algunas partes. Triste que la política silencie la música.

@albertoojeda77

Jordi Savall, medalla de oro

A Jordi Savall los años no le restan curiosidad. Diríase, por la frenética actividad que desarrolla, que sucede lo contrario. O sea: que se incrementa. Tiene 74 años y no para. Tanto al frente de los diversas orquestas que ha botado a la mar de las músicas antiguas (Barroco y Renacimiento) como en sus recitales de viola de gamba. También en la recuperación de instrumentos en peligro de extinción. Es el auténtico pionero en España de esa corriente historicista fundada por Harnoncourt, Leonhardt, Jacobs... Fue Savall el que importó la preocupación por hacer sonar la música bajo los mismos preceptos y con las mismas ‘herramientas' de la época en que fue concebida. Esa labor le está valiendo a la larga una ristra de galardones, incluido el Nacional de Música, que rechazó, en un gesto con el que expresó su indignación con la política cultural gubernamental. Sí ha aceptado, en cambio, la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes, que le será entregada el jueves 21.