Image: William Christie: La elocuencia y la belleza barroca llegan del esfuerzo

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Música

William Christie: "La elocuencia y la belleza barroca llegan del esfuerzo"

13 noviembre, 2015 01:00

William Christie. Foto: Pascal Gely

Clavecinista, musicólogo, director y docente. William Christie sumerge a la Orquesta Nacional en el repertorio barroco. En el programa con el que llega a Madrid ensarta partituras 'malditas' de Rameau y Charpentier.

William Christie (Buffalo, 1944) es, a sus 71 años, uno de esos catedráticos de la música barroca a los que debemos la exhumación de un valioso repertorio, que hoy enardece los auditorios de medio mundo y opera como banderín de enganche para reclutar levas de nuevos melómanos. En esa revolución historicista ha tenido cómplices tan prominentes como Gardiner, Harnoncourt, Savall, Jacobs... Christie ha concentrado sus esfuerzos sobre todo en la tradición francesa. Una labor que le ha reconocido el gobierno galo: en 1993 le estamparon en el pecho la Legión de Honor. Couperin, Lully, Rameau, Charpentier, compositores que alumbraron su música bajo el palio protector del Rey Sol, son algunos de los nombres que ha desempolvado y colocado sobre atriles. Desde este viernes hasta el domingo, lo hará sobre los de los músicos de la Orquesta Nacional.

En el programa con el que se presenta en Madrid ensarta Médée de Charpentier y Les Boréades de Rameau. No es casual el emparejamiento. Obedece a la temática que inspira la temporada de la OCNE: el malditismo. El talento de Charpentier se vio eclipsado por la genialidad de Lully. Rameau se desmarcó generacionalmente de este último, al que relevó en el trono de la ópera francesa ya en el siglo XVIII. Pero el destino no siempre le fue tan favorable. Su muerte, en 1764, truncó el estreno de Les Boréades en la Ópera de París. Aunque también hay teorías que afirman que fue su contenido subversivo lo que condenó al ostracismo a esta tragedia musical. Por suerte, la partitura recaló en la Biblioteca Nacional de Francia, de cuyo limbo la extrajo Gardiner en 1963. Pero el estigma del infortunio continuaba persiguiéndola: cuando Christie quiso estrenarla, una abrupta caída en la tensión eléctrica retrasó la subida del telón 20 minutos.

La anécdota la recuerda al otro lado del teléfono, desde Nueva York, donde antes de venir a España ejerce como docente en la Julliard School. Allí comanda el programa de actuaciones barrocas. Está entusiasmado con el nivel de los alumnos: "Su formación es muy superior a la que tenían los músicos de su edad hace 30 años. Lo complicado lo hacen sencillo, y a toda velocidad. El concierto que dimos el otro día fue magnífico y eso que lo prepararon en tres ensayos. No tienen mucho que envidiar a ensembles europeos especializados".

Christie fundó en 2002 la academia de canto Le Jardin des Voix, para refinar las habilidades canoras de jóvenes prodigios. "En lo que más les insisto es en que deben sonar convincentes, y para eso hay que esforzase y conocer la música que cantan, y para eso hay que estudiarla a fondo... Esa es la fórmula. Muchos cantantes la olvidan pero sólo así se consigue la elocuencia, la belleza y la armonía".

Él fue también un alumno aventajado en Yale y Harvard. Y afortunado: le tocó como maestro el legendario clavecinista Ralph Kirkpatrik, que le encarriló hacia Couperin, Bach, Mozart... En 1971 salió a la carrera de los Estados Unidos, tras haber participado en diversas revueltas estudiantiles contra la guerra de Vietnam, a la que dio esquinazo definitivo con el salto a Europa. La vocación de dirigir se le fue agravando esos años. En 1979 dio un paso al frente y creó Les Arts Floirissants, hoy una de las formaciones señeras en la interpretación historicista (con instrumentos de época). En España, bajo la batuta de Christie, han protagonizado hitos como la trilogía de Monteverdi en el Teatro Real, rematada en 2010 con L'incoronazione di Poppea.

Esta vez Christie viene solo. El desafío es tejer con una orquesta moderna como la Nacional los claroscuros barrocos de Rameau y Charpentier. Y que suenen fidedignos a los códigos originales. No será la primera vez que lo afronta: Simon Rattle ya le invitó a hacerlo con la Filarmónica de Berlín. "Es cierto que un músico de orquesta moderna no tiene el dominio técnico específico que exige el barroco pero sí puede conseguir acercarse mucho. Que lo consiga es mi misión".

@albertoojeda77