Música

Pons ante la épica de Falla

31 enero, 2014 01:00

Josep Pons dirigiendo a la Orquesta Nacional. Foto: Rafa Martín.

Al frente de la Orquesta Nacional y el Coro de la RTVE, dirigirá en el Auditorio Nacional La Atlántida, obra magna y definitiva del credo estético de Manuel de Falla.

El Auditorio Nacional se inauguró en 1988 con La Atlántida de Falla. Esta gran cantata regresa el viernes, sábado y domingo a su sala. En aquella histórica ocasión la batuta la empuñó Jesús López Cobos, a la sazón titular de la formación. En esta nueva oportunidad lo hace Josep Pons, que ha sido asimismo durante varios años su responsable musical y que ya dirigiera la obra en la misma sala en junio de 2005 con ocasión del centenario de Ernesto Halffter, el discípulo que completó la inacabada composición.

Falla trabajó el campo del más estilizado nacionalismo y realizó valiosas aportaciones en la parcela de la recuperación de la música de nuestros siglos de oro. Su proclividad a la limpieza de las texturas, a la eliminación de gangas y adherencias, su rectilínea y honrada actitud, inviolable y decidida, en defensa del arte más incontaminado avalan ese título. Su sapiencia y su actitud vital y artística pesaron mucho en la formación de aquel aguerrido grupo madrileño de los Ocho, que comandó los movimientos del fenómeno musical nacido al socaire de la generación poética del 27.

Don Manuel quiso antes de morir reunir en una obra magna, inmensa y definitiva sus credos estéticos, las bases de su arte, y emprendió al arduo camino de La Atlántida, sobre el épico poema de Verdaguer, en el que tantas verdades y profundas tesis tenían su crisol. Pero no midió suficientemente sus fuerzas. La idea de denominar cantata escénica a la partitura la conecta con la tradición de misterio o representación sagrada medieval. Se ha discutido mucho sobre si el gigantismo del poema de Verdaguer casaba con su estética. Puede ser; como puede ser que por ello, como destacaba Juan Alfonso García, quizá hubiera que hablar de una "necesidad de negación" o de un "ascetismo trágico". Cercós apuntaba por su parte que este empeño acercaban a Falla a un monumentalismo que nunca había sentido.

Sopeña veía, por el contrario, una auténtica grandeza, que parte del Retablo y recoge las esencias de la música renacentista, configurando un "humanismo musical hispánico". En todo caso, los modos de la gran época polifónica son la base fundamental de la obra que vocalmente comporta, la intervención de un gran coro mixto, una soprano (Reina Isabel), una mezzo (Pirene), dos barítonos (Corifeo y Tricéfalo) y siete sopranos que dan vida a las Pléyades. El Himno hispánico del coro, el aria de Pirene, el Sueño de Isabel (uno de los fragmentos más inspirados de todo Falla, delicado, arcaico y espontáneo), Las carabelas y la Salve, números corales, son las partes más conocidas, demostrativas de la calidad de la composición, que no deja de tener momentos menos logrados.

Para dar cima a la obra Falla, como recordaba Yvan Nommick, acudió a numerosas fuentes: músicas de la antigüedad griega, de los incas, músicas populares india, catalana, música de oriente próximo, música japonesa, china e indochina, música de los siglos XIII y XIV, música española del siglo XVI... Muerto el compositor, apareció Ernesto Halffter, quizá el miembro más fantasioso y atrevido de aquella generación madrileña, admirado y querido por Falla, que le confió muchas de sus creencias. Nadie como él estaba en condiciones de terminar el proyecto. Y lo hizo en una labor titánica, que suponía además un mentís a los que lo criticaban por su anarquía. Nadie sabe, aparte del propio Ernesto, qué hay de él y qué hay de su maestro en la partitura que, tras años de trabajo, se estrenó en concierto en Barcelona en 1961 y, en escena, en Milán, un año después.

Más tarde Halffter podó todas aquellas notas que no eran estricta y radicalmente de su maestro; o que éste no las hubiera dado por buenas. Es esta versión expurgada, presentada en Lucerna en 1976, la que ejecutará y en la que participa un buen elenco vocal encabezado por la soprano María Espada, la mezzo Lidia Vinyes, los tenores Francisco Vas y Mikeldi Atxalandabaso y los barítonos José Antonio López y Joan Martín-Royo. Coro de RTVE, Orquesta Nacional y Escolanía del Sagrado Corazón de Rosales.