Image: Música, academia... y talento

Image: Música, academia... y talento

Música

Música, academia... y talento

La Fundación Albéniz enseña sus valores

31 julio, 2009 02:00

Los hermanos Martín Acevedo. Foto: Elena Torcida


Hace algún tiempo que Santander viene midiendo su talento musical en unidades de millar. Sobre todo durante el mes de julio, mientras se celebra el Encuentro de Música y Academia que, desde hace nueve años, organiza la Fundación Albéniz. Esta sinergia entre los más cotizados maestros, procedentes de prestigiosos conservatorios de todo el mundo, y un centenar de jóvenes músicos elegidos en audiciones internacionales se ha saldado este año con una cifra récord de asistencia. Nada menos que 35.000 espectadores se han repartido durante el mes de julio entre el Palacio de Festivales de la capital y diferentes enclaves esparcidos por toda Cantabria.

El Conservatorio Jesús de Monasterio se ha visto sometido a una actividad frenética. Para cuando se reanude el curso académico en septiembre, no quedará ni rastro de las cámaras que durante estos días han grabado las clases magistrales para el programa Magister Musicae. Acaso sobrevivirá a la mirada de los limpiadores una frase de Menuhin escrita sobre una de sus pizarras: "Al profesor hay que tocarlo". Así reza la filosofía del proyecto, que pretende unir en las aulas y sobre los escenarios a profesores y alumnos."Trabajar codo con codo con maestros de este nivel es una experiencia impagable", reconoce el violonchelista Antonio Martín Acevedo a la salida de uno de los ensayos junto a su gemelo y violinista Pablo. "Una vez superada la técnica -nos cuenta este último- tienes tiempo de intercambiar opiniones, de probar cosas nuevas. Abandonar, por ejemplo, el vibrato y experimentar el efecto de otras sonoridades que hasta ahora desconocía".

En apenas unas horas aprenden a sentir la música en la piel, a dar rienda suelta a la improvisación, a discutir en clave musical o a dedicar media hora a encontrar el "sonido más pequeño del mundo". Se lo pedía Tom Krause a la joven soprano Laia Falcón al comienzo de una clase y a propósito del Fra gli amplessi de Mozart. Como ella, el centenar de alumnos inscritos este año en el Encuentro han sudado la camiseta. Y han ayudado, de paso, a desmitificar la imagen del músico ensimismado y timorato que muchas veces se ha querido vender. "La música es un arte eminentemente comunicativo", nos explica Falcón. "Estamos aquí para contar historias y transmitir emociones. No hay nada raro en ello". En efecto, el plantel de jóvenes que entre el 29 de junio y el 25 de julio han pasado por Santander y han recorrido en ruta sus municipios saben lo que es encerrarse durante horas para levantar una pieza, pero responden al perfil de joven sano que en sus ratos libres escucha música ligera y practica algún tipo de deporte. También la plaza de Cañadío ha sido testigo de algunas juergas que, sobre el escenario, se traducen en gestos de camaradería. "El talento hay que cuidarlo -apuntaba Péter Csaba, director artístico del Encuentro- porque es un caballo desbocado que puede resultar peligroso. Uno de los objetivos del proyecto es dar la oportunidad a la nueva generación de músicos de compartir experiencias".

Música para una Escuela. Paradigma de este ambiente de convivencia ha sido la Metamorfosis que interpretaron 23 de los participantes con el maestro. La obra de Richard Strauss -autor que, junto a Albéniz, ha inaugurado y clausurado el Encuentro- combina las dimensiones de la música orquestal con los niveles de exigencia de la de cámara. "Tocar en grupos de cámara obliga a desarrollar el oído y a ejercer el máximo control para buscar el empaste con el conjunto&", declaraba a El Cultural Paloma O’Shea, presidenta de la Fundación Albéniz y fundadora del Encuentro. "En los grupos de cámara, los músicos no se camuflan, sino que se hacen oír uno a uno, con lo que eso conlleva de desarrollo de la responsabilidad artística de cada uno". Lo que permite además a los alumnos estar en estrecha relación con la música de su tiempo. En esa línea, el Encuentro reitera su colaboración con el programa de encargos de la Escuela Superior de Música Reina Sofía con el programa Música para una Escuela, que en la pasada edición presentó dos obras ex profeso de Karlheinz Stockhausen y David del Puerto, y que este año ha contado con estrenos absolutos nada menos que de Kaija Saariaho, Sofía Gubaidulina y Tomás Marco. Memorial del olvido, el quinto cuarteto del compositor madrileño, fue interpretado el pasado viernes por el Cuarteto Albéniz y dedicado a la memoria del musicólogo y crítico Enrique Franco. "Cuando me encargaron el cuarteto -explica Marco-, sabía que sería estrenado en las mejores condiciones de calidad, y por gente joven. Así se entienden los cuartos de tono, los ataques, su energía".

Representación española. Experiencias como las de Santander no se dan en otros lugares. Euro Music de Suiza y algunas convocatorias en Alemania no consiguen reunir a más de una decena de intérpretes. Para el maestro Csaba, Santander "es un ingrediente imprescindible en la fórmula". El director procede de la región de Transilvania de la actual Rumanía, "cuyos vientos en todas direcciones han propiciado la aparición de una veintena de músicos importantes y varios premios Nobel". Ligeti o Kurtág nacieron cerca de su casa. "Quién sabe si Santander dará lugar a tanto genio", bromea. Desde la organización, aseguran no haber aplicado ninguna medida discriminatoria para garantizar una bien generosa representación española. "Las audiciones que realizamos en la Escuela Reina Sofía -explica Paloma O’Shea- están abiertas a todo el mundo, y en idénticas condiciones. Por eso, no podemos si no alegrarnos de que un 50% de las matrículas de este curso sean de estudiantes españoles y latinoamericanos".

Una escuela on-line

Magister Musicae es la carta de presentación del proyecto pedagógico que lleva a cabo la Escuela Superior de Música Reina Sofía en Madrid. Esta versión virtual de la escuela, muy presente en el Encuentro de Música y Academia, alberga un catálogo de clases digitalizadas que ya supera las 5.000 horas. En el proyecto, pionero en el mundo, ya han participado Lorin Maazel, Gérard Caussé, András Schiff o Teresa Berganza. Se desarrolla en tres etapas:

-Clases magistrales. Profesores de los conservatorios más prestigiosos (el Royal College de Londres o el Koninklijk de Bruselas) imparten clases en aulas que disponen de avanzados sistemas de grabación de audio y vídeo.

-Concepto didáctico. Las lecciones son editadas y catalogadas por un grupo de musicólogos en unidades y conceptos didácticos que no superen los 6 minutos de duración. Más tarde, un equipo de técnicos comprime y digitaliza cada bloque temático y lo convierte en contenidos multimedia compatibles con Microsoft. Cada hora real de clase supone una media de 6 horas de postproducción.

-Difusión. Una tarifa por horas permite desde 2004 acceder a las lecciones magistrales a través de un portal web: www.magistermusicae.com.