Image: Gustavo Dudamel

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Música

Gustavo Dudamel

El director venezolano comienza hoy su gira por España al frente de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar

24 enero, 2008 01:00

Mathias Bothor / DG

Es músico, más exactamente director de orquesta. El 26 de enero, el día de su concierto en Zaragoza, Gustavo Dudamel cumple 27 años. Lo va a celebrar en medio de una gira por cuatro capitales españolas -hoy, en Oviedo; mañana, en Valladolid; el sábado, en Zaragoza y el domingo, en Madrid- con la orquesta de la que es titular desde 1999, la Sinfónica Juvenil Simón Bolívar de Venezuela. Regresa a España -la orquesta y su maestro actuaron en el Teatro de la Maestranza, el 30 de diciembre de 2006, en el Festival Entre Culturas- y no será la última visita de este año: en mayo debuta al frente de la Orquesta Nacional. En el 2006 ya era sensación -Claudio Abbado lo acompañaba de "padrino"-, pero en este 2008 llega con el mundo de la música a sus pies. Y es que el curriculum empieza a ser interminable.

Desde la temporada 2006-07 es director titular de la Sinfónica de Güteborg (Suecia), donde ha sucedido al estoniano Neeme Järvi. En el 2009 se hace cargo de la Filarmónica de Los ángeles, relevando en el podio al finlandés Essa-Pekka Salonen. Tiene un contrato ad infinitum con Deutsche Grammophon, firma que ya le ha publicado -con mediano éxito de crítica, ésa es la verdad- tres piezas capitales del gran repertorio con su orquesta venezolana: la Quinta y la Séptima Sinfonías de Beethoven, y la también Quinta de Mahler. A vuelta de la esquina, otra Quinta, la de Chaikovski -que interpreta en su gira española de estos días, junto a La consagración de la primavera de Stravinski y a la precitada Séptima beethoveniana-, y un cd de autores latinoamericanos, varios de ellos interpretados en el clamoroso concierto de los Proms londinenses del pasado 19 de agosto (Huapango de Moncayo, Estancia de Ginastera, Danzón de Márquez). En esta última grabación no faltan dos páginas que pusieron boca abajo el Albert Hall en la memorable jornada de agosto, las Danzas sinfónicas de West Side Story de Bernstein y el Alma llanera -el segundo himno nacional de Venezuela- de Pedro Elías Gutiérrez, que Dudamel, en espectacular arreglo orquestal, siempre toca de propina con sus músicos de la Simón Bolívar. Lo de Gutiérrez -sí, eso, "Yo nací en esta ribera del Arauca vibrador..."- tiene su gracia, porque este "Joropo" proviene de una zarzuela, la que lleva el mismo título de la pieza, que el compositor estrenó en 1914.

Debut en los Proms. Los instrumentistas de la formación venezolana han debutado en los Proms de la BBC el pasado 2007, pero no así su director titular, que se presentó, de forma inesperada, ante el público británico en la edición de 2004: con tres días de antelación al concierto que brindaba la Sinfónica de Güteborg se le pidió que reemplazara en el podio, por enfermedad, al hombre al que, pocos meses después, iba a relevar en el cargo, el anteriormente citado Neeme Järvi.

Dudamel se aprendió en dos días la Quinta Sinfonía de Sibelius -está claro que le van las Quintas-, página que jamás había dirigido, y su éxito fue tan formidable que los propios miembros de la orquesta le votaron, semanas más tarde, como nuevo director estable del conjunto a partir de la campaña 2007-08. De otra parte, en Los ángeles, su segunda nueva sede, su primera actuación como titular a futuris, con el Concierto para orquesta de Bartók, se puede adquirir en la red, comercializada en internet por ITunes.

Potencia musical. ¿De dónde ha salido este joven portento de la interpretación musical? Pues exactamente de Barquisimeto, la quinta ciudad en importancia de Venezuela, capital del Estado de Lara, llamada la "ciudad de los crepúsculos". Y más didácticamente del "sistema" -Fundación del Estado para el Sistema Nacional de Orquestas Infantiles y Juveniles- de José Antonio Abreu, iniciado en 1975, que ha transformado a la república suramericana en una potencia musical en los últimos 20 años, con 125 orquestas juveniles y 30 agrupaciones profesionales. Abreu (Valera -Trujillo-, 1939), economista, compositor, organista y pedagogo, ha conseguido que más de 250.000 niños, la mayoría de los cuales procedían de las zonas más pobres y desarraigadas del país, tuvieran una educación musical y, por citar sus palabras, "cambiaran las armas o la droga por un instrumento musical".

Dudamel no deja de ser un producto fascinante de este caldo de cultivo. Es profundamente religioso, católico y hasta devoto, por ejemplo, de la Divina Pastora, la patrona de Barquisimeto. De hecho, acaba de dirigir el pasado 14 de enero un concierto a sus "chicos" -la edad media es de 18 años- de la Sinfónica ante la Catedral, cumpliendo una promesa que había efectuado "a la Señora" el año anterior.

Se casó hace dos, en la Iglesia de la Universidad Católica Andrés Bello en Montalbán, una urbanización de Caracas, con su novia de toda la vida, Eloisa Maturén, periodista además de bailarina clásica. Rematemos el cuadro: el 16 de abril del pasado año, Dudamel dirigió la Orquesta Sinfónica de la Radio de Stuttgart en un concierto con motivo del octogésimo cumpleaños del Papa Benedicto XVI, actuación -con una Sinfonía Del nuevo mundo que echaba chispas- que emitió, en su momento, La 2 de TVE.

Y es que Gustavo Adolfo Dudamel Ramírez cautiva tanto a los públicos como a los mismos músicos. El primer violonchelo de la Filarmónica de Los ángeles, su novísima agrupación, lo definía así en un programa realizado por la BBC inglesa: "Hay muchos directores que son técnicamente perfectos, pero que no piensan más que en sí mismos, con su ‘ego’ por encima de la música; pero con Dudamel no hay artificio, no hay ‘ego’".

De gesto magnético, inmediato, directo, extrovertido, el venezolano hace suya aquella sapiente máxima de Carlo Maria Giulini: "El director es el único músico de una orquesta que no toca un instrumento, pero tiene que realizar algo que bordea la magia: conseguir que sus gestos expresen la voluntad de su pensamiento".

En versión cinematográfica. Por tener, Dudamel tiene hasta película: Tocar y luchar, el documental de 2006 realizado por Alberto Arvelo Mendoza, en el que, además del propio músico y de José Antonio Abreu, participan dos de sus excepcionales mentores, Claudio Abbado y Simon Rattle.

¿Qué le queda por hacer? En
teoría, poco, aunque en realidad mucho... Desde el punto de vista de los honores mundanos, en música no le quedan muchos por recibir. Daniel Barenboim le ha cedido fechas y ensayos en la Staatsoper de Berlín para que montara La Bohéme -esto sucede al final de la tournée española, en febrero-. Con la Filarmónica de Berlín ha debutado en octubre y con la Filarmónica de Viena en septiembre (Festival de Lucerna). Tras la actuación triunfal y arrolladora de los Henry Wood Promenade Concerts en Londres, viajó a Estados Unidos y debutó con la Filarmónica de Nueva York. Por cierto, aquí también marcó impronta, pero de otra forma: la orquesta, impresionada en los ensayos, le autorizó a dirigir el concierto con la batuta de Leonard Bernstein, preservada como un tesoro por la institución…, pero Dudamel, llevado de su entusiasmo corpóreo, la hizo añicos en el Finale de la Quinta Sinfonía de Prokófiev.

Gustavo Dudamel es un fenómeno de la comunicación, pero también de la mercadotecnia, que ya le "ha adoptado" como fenómeno mediático. Dudamel es, no tanto un producto -eso sería poner en tela de juicio sus cualidades, y las tiene, de sobra-, como un "sujeto" de mercado, promoción y negocio. No se sabe si le entusiasmará serlo, pero tampoco debe amargarle ni quitarle el sueño. Tras todo eso, hay un norte, y ahí radica ese "todo" que le queda por delante… y que obviamente él sabe mejor que nadie.

Y es que cuando pasen los años juveniles de esplendor y apoteosis, el Dudamel de 40 y 50 años -hoy impensable- querrá brillar por otros motivos: madurez, profundidad, sabiduría, criterio… En este momento, con sus dotes innatas, su entusiasmo y su comunicatividad, no necesita otra cosa. Habrá de administrar inteligencia para dejar un día de ser "el joven fenómeno Dudamel" y convertirse en "el maestro Dudamel". Poder, puede; si quiere, lo hará.

Un producto del "sistema" Abreu

La proyección internacional del director de moda, Gustavo Dudamel, y de su formación, la Joven Orquesta Simón Bolívar, uno de los conjuntos más demandados del momento, es producto del ‘sistema’ Abreu; un logro por el que el maestro y pedagogo venezolano ha manifestado en más de una ocasión su satisfacción. Sobre todo, a la hora de hablar de un alumno llamado Dudamel: "Es un hombre con una trayectoria brillante y de un talento excepcional. él se siente como un proyecto del sistema. Pasó de violinista a gran director...". Sin embargo, las palabras de su mentor se quedan incluso algo cortas al compararlas con los comentarios que sobre él han realizado algunos de los directores más destacados del momento, enamorados del talento, la técnica y disposición del recién nombrado director musical de la Filarmónica de Los ángeles. Entre ellos, Plácido Domingo, Claudio Abbado, Daniel Barenboim o Simon Rattle... El maestro inglés, encargado de abrirle las puertas de su antigua orquesta de Birmingham, no duda en calificarlo como "el director más preparado de todos los que he conocido en mi vida". Palabras que el joven director justifica con "la gran amistad y aprecio" que a ambos les une y para el que su trayectoria no es producto de unas cualidades de niño prodigio, sino de años de disciplina.