Image: Shlomo Mintz

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Música

Shlomo Mintz

“Es difícil que un solista llegue a ser un buen director”

2 octubre, 2003 02:00

Shlomo Mintz. Foto: M.R.

La Orquesta de Barcelona abre el 3 de octubre su temporada con un programa que incluye el Concierto de Sibelius, protagonizado por Shlomo Mintz. Señalado como uno de los grandes violinistas actuales, rompe con esta entrevista su habitual distancia con los medios de comunicación.

Nacido en Moscú en 1957, Shlomo Mintz creció y estudió en Israel. Con 11 años debutaba con Zubin Mehta. Recomendado por Isaac Stern se trasladó a estudiar con Dorothy De Lay en la Juillard School. Debutó con 18 años en el Carnegie Hall con la Pittsburgh Symphony, dirigida por William Steinberg. En Europa se presentaba un años más tarde sustituyendo a Zino Francescatti. Sus grabaciones con Mehta, Abbado, Sinopoli o Levine han obtenido los más importantes premios.

Progresivamente ha subido al podio de dirección. Así, desde 1989 ha ejercido de responsable artístico de la Israel Chamber y de la Sinfónica de Maastricht entre otras formaciones. Su labor pedagógica se ha llevado a cabo en París, Israel y Nueva York. Precisamente, su experiencia como director condiciona la de intérprete. "No es fácil adaptarse, pero siempre brinda retos. No existe la versión absoluta y es importante jugar con diferentes vías de acercamiento a las obras. Combinar con éxito la mentalidad de director y la de violinista es muy difícil y resulta muy complejo dar el salto de un puesto al otro. Si tocas con una batuta buena te puede mostrar cosas que tú, a lo mejor, no habías visto. Pero cuando es malo tienes que enfrentarlo a tu versión y como la música no lucha, sale lo que sale. Luego hay obras que parecen surgir con facilidad y de un modo más armónico, mientras que otras sufren de la polarización que citaba antes".

-¿Hasta dónde cree que puede llegar el intérprete?
-Nosotros conectamos el pasado con el futuro a través del presente. La recreación revive la obra y el intérprete debe transmitir el máximo de información posible. Es importante leer entre las notas, aquello que el compositor transmite en medio del pentagrama. Por ello influye la calidad del instrumento. Yo toco un Guarnerius pero hay otros instrumentos fantásticos que no tienen tanto nombre. He tocado con un violín español realizado por el luthier granadino José Contreras (1710 - 1789) que muesta un nivel similar al de un Stradivarius.

Inteligencia emocional
-¿Qué lugar le da a la emoción?
-Yo hablaría más bien de cómo el intérprete consigue activar la inteligencia emocional de un colectivo. Es determinante porque consigue que la música funcione.

-¿Qué influencia ejerció Stern?
-Lo conocí cuando tenía nueve años. él me dio algunas lecciones, (enseña una foto del músico que lleva en su estuche). Era un hombre apasionante, una de las personalidades más inteligentes que he conocido, con un increíble carisma. Fue el impulsor de dos generaciones de violinistas. Es una pena que no viniera más a España, donde sé que Menuhin tuvo mayor presencia. Stern no se encontraba a gusto en Europa. Es comprensible porque estuvo en un campo de concentración. De hecho, después de la Guerra nunca volvió a tocar en Alemania. Pertenecía a una generación que tenía otra forma de hacer música, capaz de transmitir algo especial.

-Usted también es profesor, ¿cuál es el secreto de un maestro?
-Es alguien que tiene la habilidad de transmitir una información musical al alumno que, en cuanto crezca, le permite volar con sus propias alas. Mi maestra, Dorothy De Lay, te escuchaba durante horas, por mucho tiempo sin apenas decir nada. Luego, con una palabra o una frase, transformaba todo.

-¿Tiene su labor como intérprete alguna ventaja para el director?
-La mayor ventaja es que conozco los problemas psicológicos de la cuerda. Estuve mucho en la cocina y sé lo que pasa. Sobre todo puedes ayudar a la orquesta a luchar contra la monotonía de hacer una obra muchas veces. En todo caso, si tienes una mente curiosa, nunca te aburres.

-Vinculado a Israel, resulta menos militante que otros colegas.
-No soy nada político porque siempre he pensado sólo en hacer música. Nosotros, los músicos, somos los primeros en estar globalizados. No conocemos banderas y por eso hacemos música. Sería terrible si la música se llevara a cabo en función de la derecha o la izquierda. En lo que se refiere a Israel creo que sólo cuando la gente madure aprenderá a dialogar. Nuestra historia está llena de sangre y de miserias humanas. Es posible que si conseguimos llevar a la gente a la música dejen de actuar con mentalidad de soldados. En esto hay mucho trabajo que hacer en todo el mundo y no sólo en Israel.