Tommy Rall (dcha.) en 'Siete novias para siete hermanos'.

Tommy Rall (dcha.) en 'Siete novias para siete hermanos'.

Danza

Tommy Rall, mejor bailarín que Fred Astaire y Gene Kelly

Muere el protagonista de los famosos números bailados de 'Siete novias para siete hermanos' y 'Mi hermana Elena'

9 octubre, 2020 14:49

A pesar de haber estado rodeado por las estrellas de la Metro Goldwyn Mayer, Tommy Rall (Kansas City, diciembre de 1929 - Santa Mónica, octubre de 2020) nunca pasó desapercibido. Actor, cantante y, sobre todo, bailarín, dio réplica en la pantalla a quienes manejaban los hilos de la industria de los musicales de los pasados años 50 y, aunque no consiguió la popularidad de Gene Kelly o Fred Astaire, sí se hizo con una cohorte de admiradores que hoy siguen buscando en internet sus famosos números bailados: Siete novias para siete hermanos (Donen, 1954) o Mi hermana Elena (Quine, 1955) son sólo la punta del iceberg.

Thomas Edward Rall fue uno de esos chavales a los que sus padres apuntaron a una academia de baile por sus complicaciones en los estudios; con problemas de visión en un ojo, de niño tuvo serias dificultades con la lectura y los consejos de su médico para que hiciera gimnasia ocular empujaron a su madre a llevarle a bailar, actividad en la que el contacto visual y los cambios de plano podían servirle de terapia. Sirvieron, y mucho. El joven no tardaría en destacar cuando su familia se mudó a Los Ángeles, la meca del cine; enseguida formó parte de los Jivin' Jacks and Jills, un grupo de baile en Universal Studios que le permitió compartir pantalla con las Andrew Sisters o Donald O’Connor. Formado desde los 4 años de edad en tap, jazz, danza acrobática y ballet, Rall ingresó en Ballet Theatre (actual American Ballet Theatre) con 14 años, donde bailó piezas como Fancy Free o Interplay,  y desde 1946 ya estaba trabajando con Jerome Robbins, Agnes de Mille o Gower Champion en Broadway. Rara vez sería Rall el protagonista de la obra, pero su baile fue el mejor.

Tommy Rall Invitation to dance solo

Su vuelta a la pantalla con Kiss Me, Kate (Sidney, 1953), donde hacía pareja con la explosiva Ann Miller, fue el  espaldarazo definitivo a su carrera cinematográfica. La formación ecléctica de Tommy Rall le convirtió en una especie de artista todoterreno al que los directores empezaron por destacar en los grupos, centrar en escena y dejar que la cámara le siguiera: en The Second Greatest Sex (Marshall, 1955), el coreógrafo Michael Kidd cerró su escena de baile de grupo con Rall exhibiendo una serie de diez double tour en l’air consecutivos que no muchos pirotécnicos del ballet pueden igualar todavía hoy. Por algo en Siete novias para siete hermanos le habían vestido de rojo; a pesar del brillante elenco de bailarines que lo acompañaba, sabían que todas las miradas irían a él. La acrobacia de Tommy Rall, bien saltando sobre travesaños de madera o haciendo volar a su partenaire por encima de su cabeza, era única por la fortaleza, energía y optimismo que transmitía.

Rall era el rey de la danza competitiva y el coreógrafo Bob Fosse quiso medirse con él en la pantalla. El duelo bailado entre Fosse y Rall en Mi hermana Elena es un ejemplo de inteligencia e ironía: el espectador intuía que Rall bailaba mejor, pero que la chica, al final, se iría con Fosse. “Tienes que amar la música y la danza porque este negocio es muy complicado. Si sólo te interesa ser una estrella, estás muerto”, dijo el bailarín en alguna ocasión. Gene Kelly, que no dudó jamás de rodearse de los mejores artistas en sus proyectos, creó un número para él en su Invitación a la danza, de 1956, en el que emparejó al bailarín nada menos que con Claude Bessy, entonces Étoile del Ballet de la Ópera de París y posterior directora de su afamada Escuela. “El mejor bailarín que teníamos entonces era Tommy Rall”, diría Kelly años después. “Podía hacer cualquier cosa que le pidieras”. Donald O’Connor también lo consideró -y no fue el único- superior a Fred Astaire o al propio Kelly.

Bob Fosse and Tommy Rall - Duet from My Sister Eileen

Siempre atlético, atrevido, de sonrisa franca y gestos cinematográficos, su presencia en la pantalla se fue apagando a medida que los musicales de Hollywood se extinguieron. En 1968 dio una maravillosa réplica a Barbra Streisand en la parodia de El lago de los cines que aparece en Funny Girl (Wyler, 1968) y cuando llegaba su declive como bailarín, todavía pudo participar como tenor en la New York City Opera e incluso hacer un simpático cameo en la serie Fama.

Tras dos cirugías recientes de corazón, Rall pasó su última tarde en la cama mientras una enfermera le leía, una a una, las muchísimas cartas que sus admiradores habían ido enviándole a lo largo de las últimas semanas; cuando ella terminó la última carta, el bailarín dejó de respirar.

@ElnaMatamoros