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Escenarios

Trifonov-Blechacz, pianos con vuelo

Los dos jóvenes y renombrados músicos coinciden estos días en el Auditorio Nacional, acompañados por la OCNE y la Orcam

19 febrero, 2021 12:34

En Madrid, incluso en esta época de pandemia, no deja de haber manifestaciones musicales, aunque, eso sí, con las debidas precauciones y aforos limitados. Actividad que se extiende a otras ciudades de nuestra geografía y que parece ser prácticamente insólita en esta zona de Europa. Los aficionados, profesionales y críticos lo agradecemos. Sobre todo cuando se nos da la posibilidad de escuchar a pianistas de la talla de Daniil Trifonov (Nizhny Novgorod, Rusia, 1991) y Rafal Blechacz (Naklo nad Notecia, Polonia,1985), que van a actuar, respectivamente, con la Orquesta Nacional (días 19, 20 y 21) y la Orquesta de la Comunidad de Madrid (22).

Del primer artista se ha hablado y escrito mucho en los últimos años. No hay duda de que posee una enorme personalidad y medios. Frente a otros virtuosos del presente, muestra un sentido especial de la construcción de la frase, una diferenciación de ataques y un criterio musical de altos vuelos. Y una formación que le facilita su episódica dedicación a componer.

Desde muy niño reveló una curiosa afinidad con músicos de no fácil aprehensión, como Shostakóvich y, sobre todo, Scriabin, con cuyo enigmático universo siempre se ha identificado. Penetró luego en otros procelosos ámbitos, como el de Schumann. El pianista, que ostenta en los últimos tiempos una lustrosa barba, es esbelto, nervioso, eléctrico y se acerca al piano con el aire de un felino, los brazos bien anclados en los hombros y sorprendentes inclinaciones sobre el teclado. Ágil de dedos, preciso, posee ya un sonido muy personal, que aún ha de madurar y que ojalá resplandezca en el Concierto n.º 1 de Beethoven, que es la obra que va a interpretar en sustitución de la en principio prevista Mitchuko Uchida, de carácter bien distinto.

Concentración máxima

Será cortejado por la Orquesta Nacional y su Coro con David Afkham al frente. En atriles dos partituras sinfónico-corales del máximo interés, ambas de Brahms: Nänie, op. 82, y la Canción del destino, op. 54, composiciones envueltas en una pátina poética verdaderamente exquisita y que requieren de los conjuntos y de la batuta la mayor de las concentraciones y un específico tratamiento en el manejo de reguladores, en la expresión y en la dicción. Esperemos que el Coro, que ha revelado últimamente encontrarse en excelente forma, pueda plegarse al íntimo y recogido mensaje brahmsiano.

El lunes es el turno del otro gran pianista, Rafal Blechacz, coronado a lo grande, en 2005, como ganador de los cinco primeros premios del afamado Concurso Chopin de Varsovia, y considerado como uno de los mayores servidores de la música del compositor polaco. Está ahora, a sus 35 años, en un magnífico estado de forma. Ha ganado en expresividad y en técnica, que sabe amoldar perfectamente a sus recreaciones, en particular las centradas en la obra de su compatriota.

Blechacz aúna elegancia y finura, emoción y temperamento y posee esa rara cualidad de controlar exquisitamente las dinámicas. Su crecimiento lo hemos ido apreciando paulatinamente, pues hace ya años se presentó en los Ciclos de la Fundación Scherzo y ha retornado con cierta frecuencia y actuado ya con la Orquesta de la Comunidad de Madrid, a la que se une de nuevo para abordar una de sus partituras preferidas, en la que no se cansa de ahondar: el Concierto n.º 1 de Chopin; que, por supuesto, tiene felizmente grabado junto a su hermano.

Víctor Pablo Pérez, con el que se entiende estupendamente, será de nuevo su acompañante en una sesión repescada de la interrumpida temporada anterior que nos permite escuchar otra gran obra, como es la Sinfonía n.º 2 de Brahms (autor aquí también presente), una radiante creación en la que resplandece el consumado arte de la variación temática y del trabajo de orquestación del creador hamburgués. Como aperitivo, Piano espressivo de ese excelente músico que es Fernando Velázquez, por primera vez en estos atriles. La paleta tonal y el manejo de los colores de este compositor, tan brillante en sus partituras de cine, son reconocibles aquí.