Image: Nuria Espert: Tuve que hacerme un lavado de cerebro para hacer esta Bernarda Alba

Image: Nuria Espert: "Tuve que hacerme un lavado de cerebro para hacer esta Bernarda Alba"

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Nuria Espert: "Tuve que hacerme un lavado de cerebro para hacer esta Bernarda Alba"

La ganadora del IV Premio Valle-Inclán habla sobre los temores primeros a los que se enfrentó a la hora de afrontar su personaje

17 marzo, 2010 01:00

Nuria Espert, con la estatuilla de Víctor Ochoa que se le entrega a los ganadores del Premio Valle-Inclán. Foto: Diego Sinova.

El Premio Valle-Inclán incorpora a su nómina de galardonados un nombre de mujer crucial en la historia del teatro español. Nuria Espert es la última ganadora, tras vencer en la ronda final de votaciones a Carlos Hipólito. La actriz catalana se ha impuesto por su papel en La casa de Bernarda Alba de Lluís Pascual. Cuando recibió el encargo de interpretar a la adusta protagonista de la obra lorquiana, se lo pensó varias veces. "Tenía la sensación de que era un personaje agotado", explica poco después de recoger el premio en el Teatro Real. Al final se decidió, encontró nuevos matices en su hermética personalidad y se entregó a la hora de encarnarlo. El resultado no ha podido ser mejor: éxito de crítica y público y la guinda del galardón puntero de la escena nacional.

Pregunta.- Tenía ciertas reservas a la hora de hacer esta Bernarda Alba. ¿Por qué?
Respuesta.- He hecho grandes trabajos con Lluís Pascual. Le tengo mucha fe y admiración. Bernarda Alba es que se ha hecho tan veces, bien, mal, regular, de todas las maneras... Lo veía como un personaje agotado, que no daba más de sí, y a mí lo que me gusta es hacer cosas nuevas. Además yo había dirigido esta obra, en Londres. Todos esos prejuicios me echaban para atrás, pero cuando me decidí y comenzaron los ensayos, me hice como un lavado de cerebro y miré al personaje cara a cara. Encontré muchos detalles en los que hasta entonces no había reparado, y eso me volvió a estimular. Luego, Lluís Pascual es un director que te da libertad y tiempo para buscar...

P.- Dice que es un personaje difícil de digerir para el público, un personaje poco agradecido...
R.- Sí, es que, por ejemplo, Lady Macbeth es una mala integral, y por eso es más fácil asimilarla. Pero Bernarda en realidad es también víctima de su despotismo, ella encierra a sus hijas pero también su propia vida. Es una víctima de su educación represiva en un pueblo atroz, no es que quiera que sus hijas sufran o sean desgraciadas, sino que quiere que acaten unas normas de las que no puede desprenderse. Pero el texto de Lorca deja entrever titubeos en ella, una cierta resignación... En el fondo actúa así porque siente que no tiene más remedio. Eso significa que en su pensamiento ve alternativas a su conducta tiránica.

P.- Su carrera va indisociablemente unida a Lorca. ¿Lo considera el autor más importante de toda su trayectoria artística?
R.- Sí, él y Eurípides. Lorca me ha abierto las puertas del mundo. Yerma gustaba muchísimo. Conseguíamos sacar a la gente de sus casas expresamente para ver este espectáculo. Es el autor que se estudia en todas las universidades, que representan todas las compañías. Con La Bernarda Alba que dirigí en Londres abarrotábamos el teatro durante meses. También recuerdo mucho los más de 400 recitales que hice con Rafael Alberti de poesía española. Recitábamos a Machado, a León Felipe, a otros muchos, pero Federico siempre ocupaba un lugar central. Intentábamos transmitir su alegría.

P.- ¿Qué porcentaje de este premio diría que se merece Rosa María Sardá, también nominada y compañera sobre el escenario en el montaje de Lluís Pascual?
R.- Rosa se lo merece todo. Trabajar con ella fue un verdadero placer. Ella me daba la energía necesaria para abrirme y entregarme en esta obra. Conseguimos una grado de complicidad y de colaboración muy positivo.

P.- ¿Qué supone la entrega de este galardón en una carrera ya de por sí bastante laureada?
R.- Me hace mucha ilusión haberlo recibido, sobre todo porque es un premio creado con un gran respeto y amor al teatro. A las gentes de esta profesión nos faltaba una noche así, como supone para los del mundo del cine los Goya. El teatro, en cambio, no tenía su premio y el Valle-Inclán ha cubierto esa carencia. Esta noche todos los nominados tenían un gran nivel, cualquiera podría habérselo llevado, tantos lo veteranos como los más jóvenes lo merecían.