Gastón Duprat y Mariano Cohn. Foto: A Contracorriente

Gastón Duprat y Mariano Cohn. Foto: A Contracorriente

Cine

Mariano Cohn y Gastón Duprat estrenan 'Homo Argentum', una parodia salvaje de Argentina

La dupla de 'Competencia oficial' presenta 16 viñetas protagonizadas por Guillermo Francella, un filme que ha generado una encarnizada polémica y que ha triunfado en taquilla.

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Con dos millones de espectadores en Argentina, Homo Argentum se ha convertido en un fenómeno sociológico. Pero también en un blanco perfecto: la feroz sátira dirigida por los bonaerenses Mariano Cohn (1975) y Gastón Duprat (1969) ha recibido ataques brutales por ser considerada “antipatriótica”, una acusación que dice tanto del filme como del momento político y cultural que atraviesa el país.

Guillermo Francella interpreta 16 personajes distintos en esta parodia salvaje de Argentina: un quinqui que cambia dólares por pesos en la calle y roba a turistas, un padre burgués que se casa con una mujer más joven mientras sus hijos conspiran para que lo done todo o un cura que da de comer a los pobres y trata de convencerlos de la suerte que tienen por ser “elegidos de Cristo”. La polémica que ha generado el filme ha sido tan intensa como su éxito, y entre sus defensores se encuentra el presidente Milei, sobre el que los directores prefieren no posicionarse.

Célebres desde El ciudadano ilustre (2016), donde narraban el regreso de un escritor ganador del Nobel a su Patagonia natal, la dupla ha demostrado un talento singular para captar los delirios del mundo contemporáneo. A menudo lo han hecho desde el universo del arte y la creación, como en Mi obra maestra (2018) o Competencia oficial (2021), su retrato despiadado del ego en el mundo del cine.

Pregunta. ¿Cómo han vivido la polémica con la película?

Mariano Cohn. Se nos ha acusado de antipatriotas, literalmente. Nos han llamado cipayos, que en Argentina serían como soldados que se pasan al ejército enemigo, o tilingos, que vienen a ser personas frívolas, snobs. Hubo incluso una agrupación política que pidió que nos quitaran la nacionalidad, como si eso fuera posible. Nos querían desterrar como en el siglo XVI. Hubo críticas salvajes, pero también defensas muy encendidas. Mucho debate.

P. ¿Qué ha molestado más de la película?

M. C. Varias cosas. Cuestionar la figura de un cura con un discurso parecido al del Papa Francisco, el “poder de ser pobre”, a los artistas, a los directores de cine que cuando suben a recibir premios sienten la obligación de adherirse a todas las causas posibles, con una superioridad moral que muchas veces no se corresponde con ningún conocimiento real. Hablan de cosas que no entienden, pero queda bien decirlas.

Gastón Duprat. Muchos debatieron sin haberla visto. Las primeras opiniones surgieron con el tráiler. Desde la televisión, algunos periodistas llamaron a que la gente no fuera al cine a verla. Luego, claro, tocamos temas que en el cine argentino son casi sagrados.

P. La película cita una frase recurrente sobre Argentina: “individualmente somos maravillosos, colectivamente un desastre”. ¿La suscriben?

G. D. Sí y no. La bipolaridad argentina nos interesa mucho: puedes encontrar la mayor calidez o la mayor indiferencia.

M. C. Esas contradicciones hacen que no esté el agua estancada. Todo se discute. A veces se discute más de lo que se hace, o se dice una cosa y se hace otra. La película también habla de esa distancia entre el discurso y la acción.

Gillermo Francella en 'Homo Argentum'

Gillermo Francella en 'Homo Argentum'

P. ¿Creen que los países tienen rasgos de personalidad, que funcionan como organismos vivos?

M. C. Sí, totalmente. Tienen peculiaridades que te afectan. Nosotros usamos eso para crear, para escribir y filmar.

G. D. Hay un autoboicot argentino permanente, inconformismo, decadencia. Pero eso es un gran motor. Hay mucho movimiento. Nada queda quieto. Todo es vertiginoso: evoluciona para bien o para mal, pero se mueve. Eso genera incomodidad, y nuestras películas tienen esa incomodidad.

P. Hay una crítica muy clara al cine social exportable.

G. D. Es ese director que filma indigenismo, pobreza, miseria for export. Durante años el cine argentino fue una tragedia. No podías filmar Buenos Aires linda, tal y como es. Tenías que filmar lo trash, lo lumpen, con final abierto. Eso funcionaba muy bien en Europa, pero aquí molestó mucho. Y, además, ha invisibilizado una ciudad de clase media alta, de sofisticación, cultura y gastronomía, que apenas se había retratado.

P. El #MeToo aparece desde la paranoia masculina. ¿Querían ofrecer otro punto de vista?

G. D. La idea era retratar una paranoia, meterse en la cabeza de ese tipo. Hubo mucha polémica. Solo por tocar el tema ya es suficiente para que algunos digan que la película está mal. Son cuestiones que tienen la categoría de vacas sagradas: con solo rozarlas, saltan chispas.

M. C. Muchos de los que lo criticaron ni siquiera lo entendieron. No se trataba de justificar nada, sino de mostrar cómo funciona esa cabeza.

P. ¿Cómo reflejar esa fractura económica y también racial del país?

G. D. Existe una clase blanca que vive bien y otra no tan blanca que vive mal. Es parte de la esencia del país.

M. C. La historia del hombre rico que le regala cosas al chico pobre es muy contradictoria. Puedes pensar que es un asqueroso, pero también le está dando algo concreto. Es un problema sin solución clara.

P. ¿Por qué concentrar todo en un solo actor, Francella?

M. C. Pensamos las historias para hombres maduros. Son quienes construyeron esa Argentina. Un hombre así es partícipe necesario. Y Francella reúne esas condiciones, además es muy popular.

P. El fútbol aparece casi como una religión nacional.

G. D. Sí, y el Mundial exacerbó todo eso: Dios mirando desde una nube, Maradona con un rosario… Es casi una batalla bélica.

M. C. Se intentó usar políticamente el triunfo, pero los jugadores no se quisieron mezclar. Aun así, el fútbol se utiliza de forma patriotera.

Francella, en la película

Francella, en la película

P. Milei ha elogiado la película porque “deja en evidencia muchos de los aspectos de la oscura e hipócrita agenda de los progres caviar”. ¿Qué les parece?

M. C. Opinaron todos: que es una genialidad, que es una basura. Llegó un momento en que pensamos que opinarían los dos millones de personas que la vieron. Incluso hubo horas de debate porque Cristina Kirchner pidió un link para verla.

P. Ideológicamente, ¿dónde se colocan?

M. C. En ningún lado. Somos totalmente libres. No rendimos pleitesía a nadie. Filmamos sin apoyo estatal para estar indemnes, por higiene.

G. D. Y a riesgo. Si iba mal, perdíamos dinero y tiempo. Pero queríamos que el público volviera a ver cine argentino en salas.